Su separación ha sido todo un bombazo del que seguimos buscando explicaciones. Kiko Matamoros y Makoke, la pareja unida que vivía la noche madrileña como nadie y que se había enfrentado por amor a todo el mundo (incluidos los hijos del colaborador de 'Sálvame') seguirá a partir de ahora su vida, pero ya por caminos separados.
Todavía impactados por la magnitud de la noticia y habiendo hecho un repaso de su historia de amor nos venía a la cabeza un episodio que sino era determinante en la crisis, merecía igualmente tener un espacio ilustre para que lo recordásemos.
Para ello nos teníamos que remontar al 2005 cuando Kiko Matamoros decidió vivir la experiencia de convivencia extrema de 'Gran Hermano VIP 2'. Su ingreso en la casa no duró demasiado tiempo, pero en su ausencia comenzó a circular un rumor muy mal intencionado de que el colaborador de 'Sálvame' estaba locamente enamorado de Lydia Lozano. Esto no fue desmentido por la rubia de lágrima fácil y a su salida Kiko Matamoros quiso zanjar a su manera las cosas.
Con un ramo de rosas que había comprado en la gasolinera de camino se puso delante de Lydia y de un modo muy poético comenzó su discurso: "Con todo el respeto para Charlie, tu marido, voy a confesar que vivo enamorado de Lydia Lozano. Mi corazón no aguanta más" y con estas palabras le entregaba las flores a Lydia que veía la escena con la boca abierta.
La confesión no terminaba ahí y Matamoros decidía hacer partícipe a la audiencia de una 'batallita' de ellos dos de cuando eran jóvenes. Lydia, que en su adolescencia veía a Kiko Matamoros como un Superman y de hecho le regaló esta camiseta invitó con una amiga al compañero de 'Sálvame' y allí buscaron arrimarse al calor del hogar de esta sin padres. Una anécdota que hacía que todos se rieran y que se descubriera la broma-exageración que estaba gastando Matamoros por haberle sentado mal que Lydia no desmintiera en aquel tiempo el rumor.
Por un momento Makoke vio peligrar su relación, aunque la única verdad de todo aquello fue que Lydia fue la única que creyó las sentidas palabras del colaborador por su cara de susto-sorpresa.