Lectura de unos porcentajes ciegos cambiantes y muy igualados

telecinco.es 01/06/2020 09:25

El programa especial de anoche se llamaba A propósito de SupervivientesA propósito de Supervivientes, pero en realidad pareció que era a propósito de los porcentajes ciegos. Incluso diría que un poco a propósito de Hugo Sierra, uno de los contendientes en liza que llegan a la segunda parte de la final con la duda sobre si tendrán opción a disputarse el triunfo de la edición. No es una final adelantada porque Ana María Aldón también está en juego. Que pueda ganar Rocío Flores es descartable no porque lo merezca menos que los demás, sino porque para ello hace falta superar unas pruebas, algunas de ellas bastante duras, y ya hemos visto su escasa predisposición durante los tres meses en Honduras, y una noche cerca de la capital de España. Siendo realista, no tiene opción.

Descartada la posibilidad de que gane Rocío, a quien ni siquiera puedo imaginar en la prueba del fuego que medio chamusca las pestañas de los concursantes y ha sido protagonista en varias finales recientes, la cosa ha de estar entre la fan número uno de Rocío Jurado y el que gane el duelo al principio del programa. Pongo en duda que los nominados lo pudieran tener fácil frente a Ana María este jueves. Sin embargo, no me cabe duda cuál de los dos nominados merece llegar a la final. Que habiendo tenido concursantes tan válidos como los habidos en esta edición se pudieran disputar el triunfo el trío formado por Rocío, Ana María y Jorge me parecería decepcionante.

Seguro que Jorge Pérez es una buena persona con pocas aspiraciones a convertirse en un personaje famoso, lo cual dice mucho a su favor. Pero como concursante ha sido un cero a la izquierda, nada sólida, la intrascendencia absoluta. Sin embargo, Hugo ha sido uno de los concursantes más importantes de la edición, total protagonista durante semanas, capaz de conseguir que se derramen ríos de tinta sobre él. Lo mejor de todo es que lo ha conseguido sin estridencias, evitando recurrir a cuestiones ajenas al concurso. Hugo se ha procurado un relato dentro del concurso, lo cual no puede decir la mayoría. El problema de Jorge es que ni siquiera ha tenido relato. El simple hecho de que se plantee si debe ser finalista uno u otro me parece una ofensa.

¿Cómo debemos interpretar el baile de porcentajes ciegos que presenciamos anoche? No entraré en si se está votando poco o mucho. Es conocido que preferiría votaciones gratuitas, tal como sucede en la edición italiana. Pretender que las votaciones representen a la audiencia en la complicada situación que vivimos y teniendo un coste tan elevado, me parece una entelequia. Esto genera la situación indeseable de que a veces gane quien tiene más posibilidad de mover el voto, vengan sus apoyos de donde vengan. Mi interpretación del baile votos es que Hugo ganaba la votación con bastante holgura en un principio y durante el programa Jorge estrechó la diferencia casi igualando los votos de su rival. La lectura contraria, escuchada anoche en el programa, es contradictoria con el propio contenido del mismo.

Se empezó con un duelo 61,0 % a 39,0 %, terminando la noche con un 50,7 % a 49,3 %, lo cual podría considerarse casi un empate técnico. Entre una situación y otra vimos pares de porcentajes como estos: 57,3 % a 42,7 %, 56,0 % a 44,0 %, 54,7 % a 45,3 % o 53,9 % a 46,1 %. En definitiva, la diferencia se recortó más de 20 puntos y medio a lo largo de la noche. No tendría sentido que este efecto se hubiera conseguido a favor de un Hugo que dio su peor cara casi todo el rato. Solo con la excepción del momento de su confesión respecto a la pena que siente pensando en no volver a convivir a diario y todo el tiempo junto a su pequeño. Solo entonces vimos el plano humano y emotivo de Hugo, que no es solamente un concursante malhumorado cuando pierde una prueba.

El Hugo que llora al pensar que no tendrá a su lado a su hijo todo el tiempo es el mismo que patea un vaso de plástico en suelo irritado porque ha perdido una prueba. Es decir, un concursante vivo, incapaz de poner sordina a sus sentimientos. Justo lo que le pido a un concursante de reality. No tengo duda de que se equivoca con su reacción airada cuando las pruebas se le ponen cuesta arriba. Creo que debería suavizar sus formas en este caso y, probablemente, en otros. Pero si lo hiciera no sería él mismo. Tendría que poner distancia a su propia realidad de deportista que lucha por meter la última y definitiva canasta, el que lo da todo por ganar el encuentro y, a ser posible, alcanzar la gloria, convertirse en el máximo anotador. Con todo lo molesto que resulte su mal perder, mucho mejor esto que nada. O sea, mejor que Jorge.

Tampoco descarto que Hugo evite reprimir su reacción contra la organización del programa a sabiendas de que genera simpatías aquel capaz de enfrentarse al poderoso. Su reacción ante las bromas de Jorge Javier denota una evidente falta de sentido del humor, pero seguramente muchos celebrarían la frase que se coló cuando estaba a punto de despedirse la conexión: “Ahora tengo que decir lo que al señor le apetezca, no te jode”. Pienso que genera simpatías porque hay que tener cierta osadía. Y, una vez más, porque nos descubre a un Hugo auténtico, que muestra su realidad sin filtros. Una realidad que puede gustar más o menos, pero que difiere mucho de la impostura de Ana María o la insipidez de Jorge.

Hugo y Rocío son los más auténticos de entre quienes han llegado a la final. Hablé hace días sobre por qué se llevaban bien los dos, y estoy convencido de que Rocío hubiera preferido como espectadora el triunfo de Hugo antes que el de Jorge. Durante todo el programa se ha llevado mejor con aquel y solamente en los últimos días logró derribar la barrera que había entre ella y Jorge. No me cabe duda de que nominó a Hugo porque prefiere no enfrentarse a él en la final, aunque ya comenté que nada hubiera cambiado siendo Ana María líder. Rocío también se muestra como es, sin importarle quedar bien o mal. En eso se parece tanto a Hugo que me hacen simpatizar por igual. Que vea imposible el triunfo de Rocío no quita para que me sea una de mis favoritas. Y esto es así por una sencilla razón: quiero concursantes de verdad.

Rocío no ocultó el jueves en directo su temor porque Gloria Camila pudiera estar enfadada con ella. La razón es su repetido enfrentamiento a Ana María, concursante defendida en plató por su tía. Bien podía habérselo guardado para después. Ya fuera otro día o una vez cerrada la conexión. Vimos anoche que pudieron hablar después Gloría, Ana María y Rocío. También esta con su novio. Me faltó ver a los otros finalistas una vez cortada la conexión. Tanto a Jorge con sus hijos como a Hugo con su hermano. Hasta vimos a Barranco hablando con su madre una vez expulsado. Y ese encuentro fugaz e inesperado con Gloria. El gesto de Barranco al verla fue casi reverencial, lo cual dice más de lo que aparenta. Sin embargo, Gloria reaccionó con frialdad y sin devolver el saludo, según contó el exconcursante anoche.

Que Ana María se encomiende a la difunta Rocío Jurado me parece hasta de mal gusto. Una cosa es adorar la figura de la cantante, como buena fan suya que es, y otra esa pretensión de que desde el cielo esté ayudando a su hija y a la mujer actual de quien fuera su marido para que prosperen en el concurso. Más le valdría convencerse de que puede llegar por sí misma que pensar en la ayuda de los muertos. La Ana María trabajadora incansable, la del récord en la pesca a pesar de no saber nadar, o hacerlo poco y mal, queda ensombrecida por ese histrión, cruce de folclórica y charlatana. Ana María parece a veces una parodia de sí misma, y eso no la favorece nada. Me hubiera gustado ver más su realidad y menos el personaje que nos ha querido presentar.

Moleskine del gato

Se escuchó anoche en el A propósito de Supervivientes que Hugo decidió dejar a Ivana cuando vio que eran ambos desterrados a isla desvalida. Relacionar estos dos hechos es una frivolidad que apenas se corresponde con la realidad. Entre el momento que Hugo e Ivana se convierten en desvalidos y la ruptura de la pareja pasa casi mes y medio. O sea, medio concurso. Si así fuera, Hugo se lo pensó mucho tiempo. Tanto que un poco más y lo deja para una vez acabado el concurso. Es respetable defender a Jorge en la misma medida que a Hugo. Y cualquiera de los concursantes que han llegado hasta aquí merecen el premio solamente por haberlo conseguido. Pero lo que no es de recibo es el invento contra un concursante. Y, lo peor, es que llueve sobre mojado en el caso de Hugo.

Esta semana seguiré aquí, inasequible al desaliento, haciendo perfiles de los cuatro concursantes que han llegado hasta la segunda parte de la final. Digo en broma lo del desaliento, en realidad lo hago con muchísimo gusto. Por tanto, nos vemos cada día hasta el viernes, que haré el último resumen de una gala en este Supervivientes 2020. Espero contar con la fiel compañía que he vuelto a tener una vez más durante esta temporada.

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