El próximo 15 de mayo comienza para los musulmanes, el Ramadán. Durante este periodo, que termina el 14 de junio, justo el día que da comienzo el Mundial de Rusia, los musulmanes se deben abstener de comer, beber y tener relaciones sexuales durante las horas de luz: del alba hasta la puesta de sol. Durante ese mes sagrado, los jugadores solo podrán comer de manera estricta antes del amanecer y después del atardecer.
Aunque no afectará a su rendimiento en el Mundial, si que influirá en la preparación para la Copa del Mundo que todas las selecciones arrancan en a penas unas semanas. Jugadores de primerísimo nivel como Salah, Mané, Pogba o Özil se encuentran en la disyuntiva entre seguir esta tradición religiosa o no, estando en juego la forma física en la que llegarán a la cita mundialista.
El entrenador de Egipto, Héctor Cúper, ya señaló hace unos meses que le suponía un gran desbarajuste a la hora de preparar el Mundial. El Ramadán 'afecta' en su mayoría a las selecciones africanas como Marruecos, Túnez, Irán, Nigeria, Senegal, Egipto o Arabia Saudí aunque también hay jugadores musulmanes en las selecciones de los otros continentes. Incluso algunas selecciones africanas pidieron antes del sorteo estar en los últimos grupos para así poder tener cierto margen de recuperación entre el final del Ramadán y sus primeros partidos.
Al igual que hiciese la selección argelina en el Mundial de 2014 o Mesut Özil en la pasada Eurocopa, los jugadores de Arabia Saudí renunciarán a llevar a cabo el Ramadán para poder preparar al 100% el partido inaugural ante Rusia el próximo 14 de junio. Varios especialistas han señalado que el Ramadán influye notablemente en el estado físico de los jugadores. Una opinión que contradice los informes publicados por la FIFA que señalan que, llevado a cabo de buena manera, el Ramadán no tendrían que suponer una desventaja para los juradores que decidan hacerlo.