El patriarca del clan Montoya cuenta que estuvo con el asesino hasta más o menos las 17:00 de la tarde, después no supo nada más de él. "No sospechabamos de él, si lo ha hecho que lo pague, que esté en la cárcel los años que dicte la justicia. Es mi hijo, soy su padre, le quiero mucho pero yo renuncio a que sea mi hijo", asegura. "Lo siento mucho por la familia de Laura, estamos sintiendo más por su familia que por la nuestra. La pobre llevaba cuatro días en el pueblo, vino a trabajar y el trabajo ha sido su muerte", dice sobre la víctima.
Manuel Montoya cuenta que no tenía relación con Bernando y que le cedió su casa en El Campillo para que se marchara de Cortegana. "Mientras estaba en la cárcel estabamos muy tranquilos y vivíamos muy bien, cuando ha vuelto han cambiado las tornas. Yo no creí que ese niño iba a hacer otra vez eso. Como si no quiere salir de la cárcel, estoy mas a gusto con el allí que en la calle, no queremos saber absolutamente nada de él", deja claro. "Los padres no tenemos la culpa de lo que los hijos hagan", añade.
Bernardo Montoya contaba con un amplio historial delictivo. En 1995 asesinó a Cecilia, una anciana octogenaria, a la que intentó robar. La apuñalo en el cuello, pero sobrevivió. Ella lo denunció y estando en libertad a la espera del juicio, Montoya regresó a su domicilio y le arrebató la vida. Durante un permiso en 2008 intentó asaltar a una peluquera de El Campillo, el perro de la joven la defendió y él apuñaló al animal. En 2010 fue condenado por quebrantamiento de condena, salió gracias a un permiso y no regresó. En 2016 cometió dos robos con violencia. Sin embargo, su padre asegura que "la prisión no le sirvió para nada". "Cuando salga de la cárcel no voy a hablar con él, como si no existiera. Nos ha destrozado la vida y estamos amargados por su culpa", añade.