Cómo culminaron la investigación al "resquebrajar" la solidez de 'El Chicle'
José Enrique Abuín fue el sospechoso a los tres meses de la desaparición de Diana, cuando por descarte su coche se situó en el puente de Taragoña a la hora que el teléfono de Diana dejó de funcionar. Pero no tenían “pruebas suficientes” para acusarle. Un año después supieron que seguro tenía que ser él porque el GPS del móvil de Diana, desbloqueado, lo situaba en una gasolinera donde lograron encontrar una imagen nocturna compatible con el coche de El Chicle. Todo eso, junto con sus cambios de versión, no era suficiente para detenerlo pero sí para convencer al juez para reabrir el caso. Y a pesar de la certeza no podían controlarlo todo el tiempo como ha contado el Coronel de la UCO, Manuel Sánchez Corbí. “No podemos seguir a una persona 24 horas, todos los días”. Mantuvieron la vigilancia “visible” disuasoria para que 'el Chicle' se sintiera vigilado y no se atreviera a actuar. Pero volvió actuar en Boiro el día de Navidad y llegó el miedo, significaba que estaba descontrolado. Subieron 30 guardias de la UCO para hacer seguimientos y vigilancias mientras apuraban las horas haciendo informes para el juez. Le pensaban detener en enero porque no sabían dónde escondía el cuerpo. Y esa era una obligación para ellos, para restaurar a la familia. En ese tiempo quizá habrían averiguado que Abuín trabajó en la nave de Asados. No la revisaron durante los rastreos porque desconocían ese dato y pasaron cerca pero no entraron. Quizá lo habrían encontrado porque ayer el Coronel de Coruña explicó que el perro, entrenado en búsqueda de cadáveres, se sentó delante del tanque nada más entrar. Pero una filtración dio al traste con todo. Había que detenerlo y doblegar a su mujer, su coartada. Abuín la había convencido de ser inocente hasta el punto de pasearse con ella en las fiestas de A Pobra, en el aniversario del rapto de Diana, sabiendo por supuesto que los agentes les vigilaban. En el diseño del nuevo plan, que no tenían más remedio que poner en marcha en horas, uno de los hombres más expertos en interrogatorios de la UCO planificó cómo conseguir la confesión. La falta de cobertura de la mujer fue la clave para quebrar la solidez de 'el Chicle' que ya estaba dañada por los meses de presión mediática y policial. Diseñaron un interrogatorio extenso y dividido en partes pero sin darle tregua. Reconoció el atropello accidental pero siguieron presionándole. Abuín se defendió con mentiras sobre el paradero del cuerpo. Pero la puntilla final que lo “resquebrajó” fue saberse sin la coartada de su mujer que, acusada de coautora, cambió su versión. Les llevó al tanque de agua. Su abogado también tuvo mucho que ver en asesorarle para que colaborara. Beneficioso para José Enrique Abuín, porque antes había tenido un gran desliz, y les había contado que quería violar a Diana y la estranguló.