Rusia abruma a Holanda

ÁLVARO GONZÁLEZ 21/06/2008 21:40

Hay que remontarse veinte años atrás, hasta 1988, para recordar una selección rusa que jugase como los ángeles. Eran los tiempos de Valery Lobanovsky, cuando la Unión Soviética ganó el oro olímpico frente a Brasil y quedó subcampeona de Europa, precisamente, contra Holanda. En Basilea ha vuelto el hechizo. Un equipo joven, conjuntado y con detalles de calidad sobrada. Una máquina perfecta.

Actualmente no cuentan los eslavos con una leyenda como Oleg Blokhin, el jugador que en más encuentros vistió la camiseta de la URSS y máximo goleador de la liga soviética. Pero en nada se echa de menos el liderazgo de un jugador de esta clase cuando se tiene a un delantero como Andrei Arshavin, el joven ariete del Zenit de San Petersburgo. Un delantero fascinante.

Pero sería injusto destacar a un jugador, pese al partidazo que ha realizado, en una escuadra que hace un lema del ‘uno para todos y todos para uno’. Y encima, descarados. Al igual que hicieran contra España, los rusos salieron enchufados. Buscando descaradamente el gol, mordiendo por cada palmo de terreno. Y esa dinámica la mantuvieron en la medida de lo posible todo el partido hasta que, al final, en la segunda parte de la prórroga, sencillamente borraron a Holanda.

Sin noticias de la 'Orange'

Como era de esperar, Rusia se adelantó en el 53. Y, si acaso, fue a partir de ahí cuando los holandeses se acercaron más a la portería de Afinkeev. Pero no exhibieron grandes argumentos. Disparos lejanos, balones al área buscando al delantero centro del Real Madrid… Todo ello con la creciente frustración de una realidad cada vez más patente: los rusos no se cansaban; los rusos saben mover el balón; los rusos tienen delante a Pavlyuchenko y Arshavin, dos jugadores de máximo nivel.

Sin embargo, y siguiendo con la tónica de uno de las Eurocopas más estimulantes de los últimos años, Holanda igualó el partido en el último minuto. Fue Van Nistelrooy quien, por fin, enganchó de un remate de cabeza uno de los muchos balones que sobrevoló el área y empató. Pocos minutos antes, los rusos habían perdonado en media docena de ocasiones. Se esperaba entonces que el equipo de Van Basten se armase de valor, pero lo que siguió fue un arranque de rabia rusa como pocos se recuerdan.

Crecidos ante la adversidad

Holanda no existió en la prórroga. Y el gol de Rusia llegó tal y como el equipo llevaba toda la noche advirtiéndolo. Velocidad de Arshavin, cambio de ritmo dentro del área, centro por encima de la línea de gol para que Torbinski simplemente levantase el pie. Tras esta exhibición, Holanda ya no podía ni con las botas. Pero el detalle es que, temerariamente, sin pensar en lo que les había ocurrido al final del tiempo reglamentario, los rusos siguieron atacando y, lo que es más sorprendente, corriendo tras dos horas de partido como auténticos gamos.

Fue así como Arshavin cerró la cuenta. Esta vez por el lado contrario, otra jugada ratonera que culminó con un gran remate. Hiddink lo ha vuelto a hacer. Y asusta.