Desde 1974 hasta ahora cambiamos la hora para adaptarnos bien al horario de verano o de invierno. En este caso al del deseado verano. Como ya sabes, vamos ganando horas de luz: amanece antes y anochece más tarde. Precisamente para aprovechar el sol se aprobó durante la Primera Guerra Mundial esta medida, para ahorrar energía durante la crisis del petróleo.
¿Por qué seguimos haciéndolo? Jugamos con el tiempo para que las horas de luz solar coincidan con nuestro horario laboral, es decir, podría decirse que el trasfondo sigue siendo el ahorro de energía. Repetimos que el cambio de hora será la noche del sábado al domingo (lo sabemos, te pilla de fiesta o durmiendo): a las 2:00 de la mañana (en Canarias a la 1:00) serán las 3:00.
Si odias cambiar la hora te gustará saber que con la reciente aprobación de erradicarlo, la UE nos da de plazo hasta 2021 para comunicar qué horario preferimos, el de verano o el de invierno. Hagan sus apuestas.
Por ahora, el horario de verano será el que dirija nuestras vidas hasta el próximo octubre, cuando la atrasaremos para aprovechar las cada vez más escasas horas de sol. No tenemos ninguna prisa.
Si eres de los que sufre 'jetlag' cuando viaja, robarle una hora al reloj podría también dejarte un poco desubicado. No a todo el mundo le pasa (al fin y al cabo qué es una hora), pero es cierto que el organismo se 'marea' y a algunas personas les puede trastocar el sueño, los hábitos alimenticios y el estado de ánimo. Es decir, si es tu caso, estarás más cansado, irritable y podría costarte más concentrarte, aunque será tan solo por tres días aproximadamente.