A lo largo de la historia las epidemias mortales se suceden. Es lo que ocurrió con la gripe, pero no es el único caso. Bill Gates, obsesionado con la mejora de la sanidad en el mundo (su último hallazgo es un retrete que no necesita agua para paliar enfermedades en Africa, fundamentalmente) ha confesado en un encuentro epidemias organizado por la Sociedad Médica de Massachusetts y el New England Journal of Medicine, que no estamos listos.
Y eso que Bill Gates se considera un optimista por naturaleza. No en vano reconoce que aunque no ocupe las portadas de todos los diarios, se está sacando a los niños de la pobreza en todo el mundo y mejorando en la eliminación de enfermedades como la polio y la malaria. Y mucho se debe a su fundación, aunque él no lo diga expresamente. Pero Gates cree que hay un área que no está cubierta: las pandemias.
La probabilidad de que aparezca tal enfermedad sigue aumentando. Los nuevos agentes patógenos emergen todo el tiempo a medida que la población mundial aumenta y la humanidad invade los ambientes salvajes. Cada vez es más fácil para personas individuales o grupos pequeños crear enfermedades que podrían propagarse como un incendio en todo el mundo.
Según Gates, un pequeño actor no estatal podría construir una forma aún más letal de viruela en un laboratorio.
Y en nuestro mundo interconectado, la gente siempre está saltando en aviones, cruzando de ciudades en un continente a las de otro en cuestión de horas.
Gates presentó una simulación del Institute for Disease Modeling dejó claor que una gripe como la que mató a 50 millones de personas en la pandemia de 1918 probablemente ahora mataría a 30 millones de personas dentro de los seis meses. Gates cree que no se presta atención a las amenazas biológicas. “Nos debemos preparar para ellas como para la guerra”.