La lluvia y sus encantos: el motivo por el que huele tan bien

  • La lluvia debe su olor principalmente a una sustancia llamada geosmina que libera la bacteria Streptomyces

  • Después de un periodo de sequía, este olor es más intenso

  • El motivo por el que nos gusta cómo huele, según los antropólogos, está en la parte más antigua de nuestro cerebro

¿Tú también abres las ventanas cuando llueve para que entre el olor? Entre el golpeteo de las gotas y el frescor en el ambiente, los días de lluvia casi parecen días de spa en verano. A la mayoría nos conquista su aroma, pero ¿sabes por qué huele el agua que cae del cielo?

El olor de la lluvia tiene nombre: petricor. El término se acuñó en los años 60, y es también la palabra que define el aceite que ‘sudan’ algunas plantas durante periodos de sequía y que queda adherido en la superficie de ciertas rocas. Pero no es hasta que llueve cuando este aceite huele. También se mezclan en el ambiente el ozono y la geosmina, una sustancia química del suelo que produce un aroma cuando se humedece.

Dato: cuando más huele la lluvia es después de un periodo de sequía meteorológica. Esto es porque, para ser exactos, este compuesto orgánico que llamamos geosmina es producido por una serie de microbios del suelo, como las bacterias Streptomyces coelicolor. Los diminutos artrópodos del suelo lo tienen más fácil durante para diseminar las esporas de las Streptomyces cuando no llueve, y por tanto están más presentes. De modo que cuando llueve, liberan más la geosmina que a nuestro parecer huele de maravilla.

¿Por qué nos gusta su olor?

Aunque en realidad el misterio no es tanto “por qué huele bien la lluvia”, sino “por qué nos gusta tanto su olor”. Por tontería que pueda parecer, los antropólogos lo han estudiado y tienen una respuesta para ello.

Nuestro antepasados asociaban el olor de la lluvia a un fin de la estación seca, es decir, un regalo del cielo después de una época de escasez. El agua aumentaba sus posibilidades de supervivencia. Lo que nos pasa en la actualidad tiene que ver con nuestra parte más natural, ya que activa las estructuras más ancestrales de nuestro cerebro.

Los animales también lo perciben. Avisa a los peces de agua dulce de que es momento de poner sus huevos, e indica el camino a los camellos, que pueden percatarse de a disponibilidad de agua a decenas de kilómetros de distancia.