¿Pensando en sumarte al 'dry january'? Los grandes alcohólicos de la literatura podrían convencerte

Günter Grass, Dos Passos, Walter Hollerer y Heinrich Boll
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"Debe ser todo un récord", dicen que alcanzó a decir Dylan Thomas antes de entrar en coma tras beberse 18 wiskis seguidos. Para mayor gloria del poeta galés, dicen también que en realidad no lo mató el alcohol, sino una neumonía que se le había hecho crónica y que le produjo delirios que los médicos interpretaron como parte de su borrachera. Como sea, de leyendas como esta está lleno el universo literario, algunos de cuyos autores (y autoras) más legendarios escribieron muchas de sus obras entregados a los efluvios del alcohol. ¿Era necesario?

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"La civilización empezó con la destilación"

Decía William Faulkner, gran escritor y mejor borracho, quien según sus biógrafos era un bebedor sosegado y tranquilo, pero que confesamente no podía escribir sin tener su botella de wiski al lado, lo que lo llevaba a encontrar, por la mañana, cosas que no recordaba haber escrito por la noche.

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¿Habita la musa en el fondo de la botella? Ciertamente no. La relación del alcohol con las grandes obras de la literatura no es ni mucho menos de causa efecto, a pesar de lo que aseguraron en su momento los grandes bebedores de las letras. "Escribe borracho, corrige sobrio" decía Hemingway, aunque lo escondía su alcoholismo era, más probablemente, la depresión que termino llevándolo a volarse la tapa de los sesos.

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Machos que beben mucho

La leyenda de bebedor de Hemingway es tal que si vas al Floridita, en La Habana, todavía te puedes tomar un daiquiri con él: se bebió tantos allí que terminaron haciéndole una estatua. Pero en su caso también está rodeada de un aura machirula. Al autor de 'El viejo y el mar' le gustaban los toros, el boxeo y el trago. También las historias en las que el significado profundo no sale a la superficie sino que brilla implícitamente, pero ese es otro tema.

Lo cierto es que muchos escritores han asociado el beber a una conducta salvajemente machista, como Charles Bukowski, ese viejo indecente, que aseguraba, según reconocida frase, que "si algo malo pasa, bebes para intentar olvidar; si algo bueno pasa, bebes para celebrar; y si nada pasa, bebes para que hacer que algo pase". Bukowski solía acudir a cualquier lugar (incluidos platós televisivos) con una botella de buen tinto que muchas veces se bebía a pico. Y escribió mucho sobre eso.

Y es ese beber para que "algo pase" lo que precisamente está en la común idealización del alcohol como convocador de las musas ("el camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría" afirmaba William Blake) y, más aún, de la genialidad. En realidad, como sustancia desinhibidora puede generar cierto entusiasmo al principio, pero lo cierto es que ninguno de los efectos conocidos del alcohol garantiza, ni ha garantizado nunca, una buena frase.

Y en realidad esa idealización del exceso es una tendencia promovida desde el romanticismo del s. XVII, consolidada por las vanguardias del s. XIX y exacerbadas por grupos como los beatniks ya en el s. XX. A propósito de beatniks, Jack Kerouac aseguraba que, como era católico, no podría suicidarse, pero que planeaba "beber hasta matarse".

Ella, la botella

Hace poco la actriz Emma Suárez, protagonista de la película 'Desmontando un elefante', en la que interpreta a una mujer alcohólica, aseguraba que el beber está mucho más estigmatizado en el caso de las mujeres. Y tiene razón. La leyenda de Lucia Berlin, extraordinaria autora y alcohólica funcional, tiene mucho que ver con ese 'morbo'. “Nuestra vida nunca fue aburrida, a menudo divertida y a veces trágica”, dice ahora uno de sus hijos al recordar su infancia entre botellas y, a menudo, yonquis.

Y sin ir muy lejos, en nuestro país, la escritora Natalia Carrero ha descrito en 'Otra' (Tránsito) ese beber silencioso y casi minimalista de las amas de casa desesperadas de la realidad. La argentina Sofía Balbuena ha reflexionado por su parte, en 'Borracha menor' (Caballo de Troya), acerca del alcohol como dinamizador y perturbador de sus propios procesos creativos y sociales.