Merche reivindica el amor romántico a los 50: “Soy demisexual”

La cantante y compositora gaditana estrena el tema ‘Tengo fe’ y una minigira de seis fechas en la que repasará sus grandes éxitos.
“Por la música me he perdido muchas cosas”, admite. “He vivido, pero me ha faltado emborracharme con mis amigos”.
Tiene una hija de 14 años, adoptada. “Nunca quise tener hijos con mis parejas. Algo me decía que mi hija iba a ser para toda la vida y ellos no”.
Es corriente entre personas de más de 50 años, tras media vida de formidables batacazos sentimentales, dejar de creer en el amor. Podrán creer en otras cosas: en relaciones breves, superficiales, cómodas, prácticas… Pero sin implicarse demasiado, para no sufrir. Tal vez los nuevos códigos de las aplicaciones para citas, idóneos para idilios de una noche, dan pie a ello. ¿Para qué seguir confiando en el amor? Nadie quiere volver a experimentar la decepción y el amargo vacío de una ruptura, la dolorosa sensación de pérdida. Nadie o casi nadie; hay quien, como Merche, sigue teniendo fe en el más bello sentimiento que sale del corazón del ser humano.
Mercedes Trujillo (50 años) ha publicado estos días un nuevo sencillo titulado “Tengo fe”, en el que proclama su indestructible confianza en el amor. “Es cierto —dice— que cuando la vida te da zarpazos, piensas en tirar la toalla. Es como si estos últimos años nos hubiéramos vuelto bastante insensibles. Parece que la empatía, la solidaridad y el pensar en el de enfrente está pasado de moda. En el amor, o te vuelves una desconfiada y piensas que todo el mundo es malo, lo cual para protegerte está muy bien, o coges el camino, para mí más difícil pero que me hace más feliz, que es lo contrario”.
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La cantante y compositora gaditana no tiene actualmente pareja, de ahí lo interesante del mensaje de la canción. “Las rupturas que he vivido no las considero fracasos. Son etapas que se acaban. He querido y me han querido mucho. Nuestra generación ha pretendido encontrar un compañero o una compañera con quien envejecer. Siempre me quedo mirando a las parejas mayores y pienso: ‘Qué bonito’. Quiero seguir teniendo fe y pensando que la gente es sana, y por qué no, todavía nos queda mucha vida. ¿Por qué no puedes encontrar a alguien que quiera darte la mano y estar en las buenas y en las malas? Si la vida me depara a alguien…”, dice.
Coincide en otra idea habitual en estas edades, que es considerar cada vez más difícil poder congeniar con otras personas. Mientras de jóvenes madurábamos a la vez que nuestras parejas, ahora tenemos personalidades arraigadas que no estamos dispuestos a cambiar. “No sé lo que quiero, lo que sé es lo que no quiero”, explica. “Lo bonito que nos da la edad es la experiencia. Los años te hacen más sabia. Con 20 años lo que hay, sobre todo, es atracción física”. Relaciona el desencanto actual con la inmediatez y superficialidad de la sociedad; al primer desacuerdo, las parejas rompen. “El compromiso es como que no existe”, razona. “Cuando algo empieza a ponerse complicado, la gente sale corriendo. ¡Si ahí es cuando debemos estar! Yo sigo creyendo en eso. Creo que hay gente que siente lo mismo que yo”.
Para encontrar a esa gente, ¿crearía un perfil en Tinder? “Creo que no. ¿Piensas que ahí la gente va a buscar pareja o el ratito? Yo he de tener sentimientos, sentirme especial, que la otra persona me ronee… Yo no tengo piel si no tengo sentimientos. Creo que se llama demisexual: no tienes relaciones íntimas si no estás enamorado [la tendencia define a personas incapaces de sentir atracción sexual sin forjar vínculo emocional]. Soy demisexual, a mí no me mola otra cosa. Hoy se le ha quitado la importancia al sexo, y para los de nuestra generación era algo más profundo”.
Por su condición de personaje popular, el público ha tenido noticia de algunas relaciones de Merche; en especial, de las más recientes. Durante cinco años salió con el también cantante Álex Casademunt, de Operación triunfo —tristemente fallecido en un accidente de tráfico en 2021—, y siete años estuvo unida a Arturo Requejo, participante de Gran hermano. “He sido de relaciones muy largas —dice—, y cuando terminaban, a los dos meses iniciaba otra igual de larga”.
Mamá de una niña de 14 años
Asegura que en la actualidad se siente completa, más aún desde que adoptó a Ambika, niña india que ahora tiene 14 años. “Soy mamá, y aunque siempre he tenido novio, mi hija es adoptada. Nunca quise tener hijos con mis parejas. Algo me decía en el fondo de mi alma que mi hija iba a ser para toda la vida y ellos no. Soy una mujer soltera y me siento realizada, en lo personal y en lo profesional. No necesito una pareja, y para los de nuestra generación es algo que te hace libre. No depender de una persona emocional ni económicamente”.
“Mi sueño era tener cinco hijos”, añade. “Mi hermana mayor, que me lleva cinco años, siempre ha soñado con casarse vestida de blanco. Yo no. Nunca he tenido esa ilusión, no sé por qué. Pero sí quería tener cinco hijos, tres adoptados y dos míos. Pero como el proceso de adopción fue tan largo y no puedes quedarte embarazada en ese intervalo, al menos en esos días… A lo mejor si no hubiera puesto remedio, me habría quedado embarazada, pero di prioridad a la adopción. Y con la última pareja que tuve, ni por asomo”.
“No he tenido problema con los egos”, afirma sobre sus noviazgos con hombres del mundo del espectáculo. “Cuando comencé con Álex Casademunt [lanza beso al cielo], era el boom de OT, y a mí no me conocía ni Peter. Mis canciones se conocían, pero mi cara no. Siempre he sabido quién era yo y dónde estaba. Luego la cosa cambió, y la gente me decía: ‘¡Merche, te queremos, deja a ese mamarracho!’. No he sentido ese tipo de ego, ni tampoco Álex. ¿Es más fácil entender esta profesión? Probablemente, pero también te aburres más, porque no hablas de otra cosa. El novio anterior a Álex era bombero, y me encantaba que lo fuera. Lo conocía de antes de cantar. A mí no se me acerca nadie. Me gusta la gente normal. Para mí esto es un oficio como otro cualquiera, y no creas que me siento tan a gusto en la farándula. Si voy a un evento, a lo mejor me pongo a charlar con los camareros”.

Al contrario que otras personas, que aprovechan el periodo en soledad para llevar a cabo actividades que antes no podían realizar (viajes soñados, cursos), Merche está volcada en su trabajo; aunque no será así siempre. “Me quedan muchas cosas por hacer y muchas experiencias por vivir. Por ejemplo, quiero ir al Machupichu; he viajado a Perú, pero no lo he visitado. Pues iré con mi hija. Mi trabajo es tela marinera: estás de promoción, de gira, grabando… Y el tiempo que me queda se lo dedico a mi niña. No soy como Raphael, que quiere morirse en un escenario: yo quiero vivir”.
Admite que la música le ha dado mucho, pero también le ha quitado otro tanto. “Me perdido muchas cosas. Me ha faltado vivir, desde los veintipocos hasta ahora. He vivido, pero me ha faltado emborracharme con mis amigos. No he hecho eso, ni me he ido de viaje con una mochila. He trabajado demasiado y muy intensamente. Salí del conservatorio y empecé a estudiar ADE; desde los 18 años estoy trabajando. Y salía del trabajo y me iba a la Escuela Oficial de Idiomas a aprender inglés. Luego salió el primer disco… Siento que me ha faltado un poco vivir. Me encanta el escenario, pero poco a poco iré haciendo menos cositas, bajaré el ritmo; quiero estar en mi casa, en el campo, con mis gallinas, un huerto ecológico, tomar un café leyendo el periódico… Ese es mi sueño”.
Pero ahora lo que está en su mente es la breve gira (Tour Deluxe Abre tu mente) que sigue el lanzamiento de “Tengo fe”: seis fechas, con puesta en escena para la ocasión, en las que repasa sus grandes éxitos con arreglos nuevos. “Recuperaré temas que hace muchísimo que no canto, y habrá una parte muy especial de versiones, una de un cantaor de Cádiz, Juanito Villar; habrá mucha interacción con el público, con el que siempre me gusta hacer algún juego. Habrá bailarines, para esa parte más de discoteca, porque soy muy de cortarme las venas pero también me gusta mucho el cachondeo”.
Una cantautora con minifalda
Mi sueño, el primer disco de Merche, se publicó en 2002 y de él se vendieron más de cien mil copias. Su single “No me pidas más amor” fue banda sonora de Gran hermano. Pero su gran éxito llegó en 2004 con el tema “Abre tu mente”, que le aportó reconocimiento general. Ha publicado hasta ahora diez álbumes, el último de los cuales, 20 conmigo, de 2022, celebraba sus primeras dos décadas en la música. En los últimos meses ha lanzado varios singles, cuya letra continuaba las historias de canciones anteriores como “Abre tu mente” o “Te deseo”, y se ha centrado en una extenuante gira por toda España.
Es sus inicios le costó convencer a medios y público de que una mujer despampanante como ella escribía sus propias canciones, noción, afortunadamente, cada vez más apartada. “Ahora sale una chica con 20 años compositora, con minifalda, y nadie la cuestiona. A mí, cuando empezaba, no dejaban de preguntarme si escribía yo mis canciones. En la compañía me decían: ‘Igual es por la minifalda, igual es por el pelo largo y rubio’. Pues más corta me ponía la falda y más largo me dejaba el pelo. Era una manera de reivindicar: me cago en la leche, ¿con 20 años no puedo componer mis canciones y ponerme minifalda? ¿Tiene que haber un señor con corbata a mi lado dirigiendo el proyecto?”.
“Alguna vez me habré equivocado —prosigue—, pero era mi manera de rebelarme. Me nominaron a los Grammy con ‘Si te marchas’, y me preguntaban: ‘¿Quién te ha hecho este temazo?’. Yo decía: ‘Llevo diez años’. La conclusión que siempre sacaba la compañía es que era por la estética. Te dicen ‘cantautora’ y te vienen a la cabeza Mari Trini y mujeres que en aquel momento tenían otra estética. Eso me costó mucho. Pero siempre he dirigido mi carrera”.
Su trayectoria ha tenido altibajos en cuantro a resonancia comercial. “El éxito depende de todo un poco. Yo he seguido formándome, estoy atenta a las nuevas tendencias, porque no te puedes quedar obsoleta, aunque manteniendo tu esencia. Hay artistas que me han gustado mucho y después me han aburrido un poco porque se repetían. He tratado de ir creciendo y que el público no se aburra. Ir sorprendiendo, lo que es complicado. La suerte interviene muchísimo: he conocido a artistas increíbles, y la vida no les había deparado el vivir de esto. Son muchas cosas. La clave es que tengas la suerte de que el público te abrace, y en mi caso son los únicos que no me han abandonado nunca desde que empecé. Eso sí que es amor en mayúsculas”.