Mario Vaquerizo se 'resetea' tras su caída: “Soy heterosexual en la práctica y bisexual en teoría”

Tras su caída de un escenario, lanza con Nancys Rubias el single ‘Reset’, en el que proclama que tras una ruptura empieza lo mejor
Habla sin tapujos de política, su hermano fallecido, paternidad, espiritualidad y sexo: "No estoy en contra de las drogas, sí de un mal uso"
“Creo que todos los cambios climáticos que hay se dan porque el planeta está hasta el coño de cómo nos estamos comportando”
Nancys Rubias han sacado un tema (no un disco entero, solo un sencillo) titulado 'Reset'. La letra lanza un mensaje positivo: después de una ruptura sentimental hay que resetearse, porque empieza lo mejor. En octubre, Mario Vaquerizo, cantante del grupo, se cayó de un escenario en Cáceres y tuvo graves lesiones de vértebras y visión. Decidió ampliar el recado de la canción: también después de esa “ruptura” había que resetearse.
Más ancho que largo se sacó de la manga el concepto de “reseteísmo” y proclama que ha vuelto a empezar. Poco más se puede decir del nuevo trabajo de Nancys Rubias, por lo que es mejor dejar hablar a Vaquerizo de esa corriente filosófica acuñada por él, y de sexo, drogas, política, muerte, paternidad y espiritualidad.
MÁS
Alaska cumple 60 fiel a su 'A quién le importa': "Estoy hasta el coño de que todo sea de izquierda o derecha"
Alaska y Nacho Canut (Fangoria): “No fuimos de la Movida, ni nos acordamos de nada de esos años”
Luis Miguélez, el punk de la movida: “Cuando dejé Alaska y Dinarama me decían que mi música era muy gay"
Si no hubieras sufrido el percance, no estarías hablando de reseteísmo a pesar del título de la canción.
El reseteísmo es un concepto universal, se puede aplicar a una caída o a una ruptura. Si no llego a tener el accidente, cosas que ahora he solucionado no las habría solucionado. Por ejemplo, mi ritmo laboral no era normal. Antes me ponía nervioso porque no iba a un programa de televisión a hacer promoción; ahora pienso: ‘Si no vamos, pues no vamos’. Me he dado cuenta que hay muchas cosas más. No soy un nuevo Mario: soy el mismo marciano y el mismo maricón viejo. Pero el reseteísmo me da templanza y tranquilidad; antes rozaba el paroxismo y la demencia.
Tienes 50 años. ¿La edad ha influido en esa visión madura de la vida?
Si ese accidente lo hubiera tenido a los 20, me habría lo tomado de una manera diferente. No habría hablado de reseteísmo, sino que habría dicho: ‘Bah, no pasa nada’. Son esas cosas tan tontas que decimos en la juventud que no dejan de ser literatura. O que es la mejor forma de morir sobre un escenario. Lo que pasa es que yo no me quiero morir. Con 50 años lo contemplas con madurez. Por eso estoy siempre a favor de cumplir años.
¿Qué es lo mejor y lo peor de tener 50?
Me encuentro mejor que nunca, y lo peor, que cada vez me queda menos. Hay una verdad absoluta que me dijo una vez mi suegra: lo único que tenemos claro en esta vida es que nacemos y nos morimos. Pero no queremos pensarlo, por una cuestión de supervivencia. El cumplir años es siempre para mejor, siempre que lleves una vida ordenada y no estés loca pirulera. Has de tener una base, que viene dada de fábrica. Vengo de una estructura familiar muy establecida y muy tradicional. Eso de que mi padre fuese mi colega… pues no, mi padre es mi padre; nos llevamos bien, pero hay partes que corresponden a cada uno. Tengo amigos que dicen: ‘Mi madre es mi mejor amiga’. Pues chico, qué quieres que te diga. Ni a mis 50 años le cuento todo a mi madre, y tenemos una relación estupenda. Todo esto me hace más sano, aunque tenga ese punto alocado.
¿Piensas a menudo en la muerte?
Sí, primero porque he tenido, como todo el mundo, muchos casos cercanos últimamente. Lo que pasa es que han sido muertes muy prematuras. Pienso más ahora que antes no sé si por la edad o porque estoy muy feliz, muy pleno. Esa plenitud que siento ahora me da pena que se vaya, y por eso estoy cogiendo más miedo a la muerte.
¿Te ayuda tu conocida espiritualidad?
Sí, pero lo que conocemos es esto. Me iré tranquilo, sé que el ciclo habrá llegado hasta ahí y empezará un ciclo en otro lado. El cuerpo desaparece, pero el alma sigue existiendo. La putada es que me gustaría saber si nos reconoceremos o no. Me gusta pensar que sí. La fe mueve montañas. He tenido experiencias que desde un punto de vista científico te diría que son normales, porque tu cerebro lo está proyectando.
¿Qué tipo de experiencias?
Despedirme de mi hermano después de su muerte [Ángel Vaquerizo falleció atropellado en 2004, con 32 años]. Sentir que mi hermano se despedía de mí, sentir su abrazo, aunque no lo vi físicamente. Lo fuerte es que mi mujer, que estaba durmiendo a mi lado, se despertó y dijo: ‘Ya te has despedido de Angelito’. Es importante rezar, pensando en lo que estás diciendo. A mí me encanta, me da tranquilidad. No pienso que esto se acabe aquí.
¿Habría que aplicar el reseteísmo también a nivel colectivo?
Si no estás reseteado, no estás vivo, y eso se puede aplicar a la sociedad. La que tenemos ahora, a nivel mundial, necesita un reseteo; no es normal esta polarización a la que estamos asistiendo. El individuo no puede ser ni blanco ni negro y hay que respetar las opiniones de unos y otros. No podemos vivir en ese estado de enfado continuo ni empeñados en culpabilizar, señalar, condenar y cancelar. Si no, esto va a explotar por otro lado. Creo que todos los cambios climáticos que hay se dan porque el planeta está hasta el coño de cómo nos estamos comportando. No estamos abiertos a un debate. Hay familias que se dejan de hablar por la política. Ha llegado a ser coñazo. Yo no me caso con nadie y me caso con todo el mundo, porque todos tenemos siempre algo bueno.
Parece como que se han implantado ciertos clichés en los que hay que encajar.
Yo no es que rompa los esquemas de la gente, es que no soy dogmático. He sido criado en un ambiente taurino y no soy taurino, pero tampoco soy anti. A mi padre le gustaban los toros y es de izquierdas. Hay maricones a los que le gusta el heavy metal; si solo les pueden gustar Mónica Naranjo y Alaska, pues, cariño, qué maricón más tonto también, ¿no? Eso lo puedes extrapolar a todo. Como que si eres motorista no puedes ser gay. No solo existe un pensamiento oficial. Debajo de este cardado, hay mucha coherencia. Para empezar, porque llevo cardado; si no lo llevara, no tendría coherencia. Estas reflexiones se pueden hacer con personas que están a favor del diálogo, como tú. Habrá cosas que no te gusten de mí, pero lo hablamos. Hay que estar abierto de orejas, como yo de orto [risas].
Hay gente que piensa que tiras más a conservador.
Tiro al centro, que es el sentido común. Si ser conservador es querer tener una casa, ser feliz, disfrutar de un bienestar, no depender de nadie y trabajar como un loco para conseguir lo que quieres, soy conservador. ¿Qué es ser conservador, que no dejes que te ocupen la casa? Pues también soy conservador. Quiero que la gente honrada viva bien; la que es sinvegüenza, no.
¿Le das menos importancia al sexo a los 50?
Mira, yo es que ya he follado mucho. El sexo es importantísimo, lo que pasa es que no me creo a esa gente que dice que está todo el día follando con 60 años. Dime de qué presumes… Aparte, cuando estás casado es diferente a cuando estás soltero. Cuando en una relación no hay sexo, apaga y vámonos, pero lo tenemos muy mitificado: mi relación también está basada en reírme con mi mujer y hacer otras muchas cosas. Puedes estar todo un día follando y luego tirarte tres sin hacerlo, y no pasa nada.
¿Se banaliza a veces el sexo?
Cuando tienes relaciones sexuales plenas no es solo porque la chica que tienes al lado tiene unas tetas estupendas, sino también porque hay una conexión. Puedes echar un polvo con la primera que te encuentres, que tampoco viene mal según el momento en que te pille. Ya hemos sido pequeños y hemos jugado. Cuando lo tienes todo en casa, no echas nada de menos. También hay gente que es más sexual que otra.
¿Tú eres demisexual, pansexual, sapiosexual…?
Soy heterosexual en la práctica y bisexual en teoría. Una putada, porque creo que la bisexualidad es la opción perfecta. Es que no sé qué es sapiosexual; ¿qué es, de los homo sapiens? [se lo explico: se da cuando lo que dispara el deseo es la atracción por la inteligencia]. Si a alguien solo le interesa el intelecto, muy bien, bienvenido sea todo. Mira, cada maricón es un mundo. Cada uno tiene derecho de sentirse como quiera. Yo creo que hay bisexualidad, homosexualidad, heterosexualidad y transexualidad. Las personas somos compendio de todo. Por mucha cabeza que tenga mi mujer, si no está buena, no me acuesto con ella.
¿Nunca has sido bisexual en la práctica?
Lo he sido mentalmente. Eso me lo enseñó mi mujer. Dije: ’Qué guapo es Alessandro’. Y me respondió: ‘Piensa en él en esa situación’. Y dije: ‘Uy, no’. Y me dio una rabia…
¿Has tenido sexo con alguna trans?
Tengo muchas amigas trans, que son mujeres. Nunca he estado con ninguna. Si la chica trans me gusta, no tendría ningún problema.
¿Por qué no has tenido hijos?
Me habría gustado, pero como escuché muy bien los consejos de mi mujer, si hubiera sido padre me habría perdido muchas cosas. Creo que habría sido un buen padre. Pero mi mujer no tiene instinto maternal, aunque le encantan los niños. Si soy padre es para tener una paternidad compartida. Pero no lo veo como asignatura pendiente. Además, viendo como está el mundo, tener un hijo me habría puesto nerviosísimo. Eso de darle de comer con la tablet…, ni hablar del peluquín. Lo habría llevado al colegio [percibe mi gesto de escepticismo]. Que sí, todos los niños quieren al tito Mario. Mi padre me llevaba a mí al colegio, y me veo muy reflejado en mis padres, y me habría gustado dar a mi hijo lo que me dieron mis padres.
¿Qué papel tienen o han tenido las drogas en tu vida?
No sé… No estoy en contra de las drogas. Estoy en contra de las personas que hacen un mal uso de las drogas. Hay que contemplarlas desde un punto de vista antropológico e incluso de la antigua civilización: han estado presentes en todo momento. Son cosas muy importantes como para tomártelas solo como algo lúdico. Las drogas tienen mucho de introspección y de descubrirte. Por eso, si tomas peyote y te vas a bailar bakalao, pues acabas loca. Pero si vas a tu reserva india y lo tomas con un gurú, a lo mejor puedes tener experiencias que te salvan la vida.
¿En ese terreno también ha habido reseteo?
Tampoco he sido muy adictivo, solo con la cerveza. He ido a los after, pero con 25 años, y después de dos veces, ya no te apetece ir más. Ha salido mucho y me he divertido mucho por la noche, pero no hay que hacerlo como una imposición. Y hay drogas y drogas; algunas son muy adictivas y degenerativas, como la cocaína y la heroína. Yo he tenido amigos yonquis que se iban a Las Barranquillas a pillar y robaban los televisores de su casa. Eso no pasa con todas las drogas. A veces el problema no está en las drogas, sino en las personas. Mi amigo Fabio McNamara es dependiente: antes lo fue de la heroína y ahora lo es de la religión, y lo prefiero así.
¿No crees que Nancys Rubias evocan la alegría de los ochenta, de la movida, que quizá se había perdido?
Está bien pensado. Es la no pretensión, que también se daba en los grupos de la movida con los que me siento reflejado: Pegamoides, Almodóvar y Fabio… Los Zombies menos, porque creo que Bernardo [Bonezzi, fallecido en 2012] era un poco más pretencioso. Mandaba el ‘háztelo tu mismo’ del punk: no sabes cantar, ni tocar, pero sales ahí. El reconocimiento no está en los demás, está en ti. En ese aspecto las Nancys nos vemos identificadas. Antes pagábamos por tocar y ahora nos pagan. Ahora podríamos dejar nuestros trabajos, pero tenemos dos dedos de frente. Somos conscientes de que nada es para siempre. En la vida todo es sentido común. Que está también para perderlo, pero sabiendo que lo debes recuperar. La vida es muy fácil. Bueno, a ver; la vida es muy jodida, pero no hay que recrearse en el drama. Hay que pensar: ‘Esto conmigo no va a poder’.