Silvia Grijalba y las noches eternas en la Costa del Sol: "Hasta en Londres habría sido impensable"

Silvia Grijalba nos presenta su novela 'Aquellas noches eternas', ambientada en una España de contrastes: modernidad frente a tradición
Por ella desfilan los artífices de los años de esplendor de Marbella y Torremolinos, como Alfonso de Hohenlohe, Gunilla von Bismarck o José Banús
Cuando Eduardo Sánchez Junco, mítico director de la revista ¡Hola!, usó la metáfora de las burbujas que suben de la copa de champán para definir su publicación, debió de pensar en la Costa del Sol de los años 60 y 70 y en sus personajes tan llenos de glamour y belleza, tan etéreos y a la vez visuales. Es decir, la espuma de la vida que hoy reproduce la periodista y escritora Silvia Grijalba (Madrid, 1967) en 'Aquellas noches eternas' (Ediciones B).

Por sus páginas desfilan los promotores de aquella Marbella dorada, como el príncipe Alfonso de Hohenlohe, que, sin ser un adonis, tenía "una personalidad arrebatadora", suficiente para enamorar a Ira von Fürstenberg, hija del aristócrata austro húngaro Tassilo von Fürstenberg y nieta del fundador de FIAT, Giovanni Agnelli. Elegante, pero no aseñorada, sino independiente y capaz de forjar su propia fortuna.

En su crónica hecha novela, no podían faltar Jaime de Mora, hermano de la reina Fabiola, con su "inteligente frivolidad" y extravagante donde los haya; Sean Connery, "imponente con su abundante mata de pelo en el pecho"; Gunilla von Bismarck, reina de la jet set cuando en Marbella los burros empezaban a ceder el paso a los Rolls Royce; o el refinado conde Rudi, primo de Hohenlohe, "con su pelo rubísimo siempre bien peinado".
Torremolinos era San Francisco; Marbella, Palm Beach
Este noble, legendario director del Marbella Club, se había formado en la escuela de hostelería de Lausana y entendió el punto diferencial de Marbella en la Costa del Sol. Como dice Grijalba en boca de uno de sus personajes femeninos, Torremolinos era San Francisco; Marbella, Palm Beach.
"Torremolinos -nos confirma la escritora desde Albuquerque (Nuevo México), donde dirige el Instituto Cervantes- simbolizaba la contracultura, el movimiento hippie y el espíritu libre. Marbella atrajo el lujo y la sofisticación de una aristocracia que enseguida entendió el potencial de la ciudad desde el punto de vista económico y empresarial". Maite, su protagonista, viajó a esa Marbella aún en ciernes "con el ojo hecho a lo extravagante, la liberación y el desenfreno" de Torremolinos.
Fue importante que, desde el punto de vista periodístico, imperase una discreción que hoy habría sido imposible. Un fotógrafo era contratado para captar el ambiente de las veladas durante la primera media hora. Lo que ocurría en las célebres fiestas del Marbella quedaba a buen recaudo en el archivo de sus corazones.
Una de las fiestas que revive 'Aquellas noches eternas' es la inauguración de Puerto Banús, construido por el promotor más importante de la época, José Banús. La celebración duró una semana y culminó con una cena para mil personas en la que cantó Julio Iglesias. El fundador de Playboy, Hugh Hefner, se presentó rodeado de mujeres y un solo hombre, Roman Polanski.

Hubo muchos nombres que consolidaron esa imagen de lugar exclusivo: Brigitte Bardot, Ava Gardner, Kirk Douglas o Frank Sinatra, visitantes frecuentes del Hotel Pez Espada en Torremolinos, donde empezó a trabajar la protagonista como recepcionista, antes de trasladarse a una Marbella que encuentra en plena efervescencia social y cultural.
Entre sus cameos literarios, pero con fundamento real, están John Lennon y su manager, Brian Epstein. El cantante encontró en Torremolinos el remanso de paz que necesitaba, mientras que, a su compañero, abiertamente gay, le atrajo el libertinaje, algo impensable en Londres. Miraban sin ser vistos y Epstein disfrutaba puntuando la belleza de los hombres que paseaban.
Inspirada en su madre
El hilo conductor de la novela es Maite, una joven asturiana que, tras ser presionada por su prometido para abortar, decide huir de Vetusta. Este apodo, que ya usó Leopoldo Alas Clarín en 'La Regenta', lo usa Silvia para referirse a la ciudad de Oviedo, por su espíritu conservador.
Con ella plasma el contraste de esta ciudad tradicional con esa avanzadísima Costa del Sol que en los años 60 y 70 daba color a la España (incluso Europa) en blanco y negro bajo un régimen dictatorial. "Era el epicentro de la transformación social, un destino internacional de lujo, diversidad libertad y modernidad. Torremolinos, por ejemplo, fue un punto de encuentro para la comunidad LGTBI y para quienes buscaban un ambiente cosmopolita".
Mezclando ficción y realidad bien documentada y vivida, en 'Aquellas noches eternas', la autora rinde homenaje a las mujeres que decidieron vivir de acuerdo con sus propias normas y abrirse camino burlando los convencionalismos hipócritas de la época. "La idea me la inspiró mi madre. Se había criado entre Logroño y Madrid y siempre contaba que no le dejaban usar pantalones ni fumar. Cuando llegó a la Costa de Sol, se quedó fascinada porque podía llevar bikini y gozar de una libertad que ni siquiera sospechaba".

Una infancia privilegiada
Silvia Grijalba, que ha hecho de la escritura su forma de meditación más personal, debutó en el mundo de la literatura en 2002 con 'Alivio rápido' y, desde entonces, ha publicado varios libros y ensayos. Dice que esta última novela era una especie de deuda biográfica pendiente.
"Aunque nací a finales de los 60, mi niñez y adolescencia estuvo marcada por ese contraste entre la España tradicional y el ambiente de modernidad y libertad de la Costa del Sol. Fui testigo privilegiada de esa vida social y nocturna de los años de esplendor de Marbella y Torremolinos". Guarda un recuerdo especial para su padre, cubano, que fue quien le enseñó a ser hija de Torremolinos. "Es decir, a ver y aceptar todo como normal. Desde la homosexualidad al espíritu bohemio de aquellos aristócratas que conocí".

