Pedro Simón, escritor: "Hay ejemplaridad en la gente rota, siempre trabajo con materia prima averiada"

El periodista madrileño presenta su último libro, 'Peligro de derrumbe', una radiografía del drama del desempleo y sus miserables consecuencias
No es un autor complaciente y de nuevo nos agarra por dentro con una historia que duele
Pedro Simón (Madrid, 1971) es uno de esos periodistas que antes se decían "de raza", de los que meten los pies en el fango y se deja empapar por cualquier corazón que encuentre sangrando para contar la historia con autenticidad y desde una perspectiva interna y profundamente humana. Hasta en lo cotidiano descubre un relato que merece ser contado, una herida que nadie más vio. Le atrae lo marginal, lo incómodo, lo que nadie quiere ver, el dolor sin nombre. Y lo retrata tanto en sus columnas de El Mundo como en sus libros con toda su crudeza, aunque duela. Quien busque una lectura que apenas le roce deberá buscarse otro autor, porque este tiene el don de abrirse en canal y, de paso, atravesarnos también a nosotros, como si en lugar de palabras usase bisturí.
Después de varias novelas –'Los incomprendidos', 'Los ingratos' y 'Las malas notas', nos presenta 'Peligro de derrumbe' donde vuelve a dejar claro que su compromiso con la verdad es innegociable. Nueve personajes, cada uno con su propia historia marcada por la crisis económica de 2008, coinciden en una sala de espera para una entrevista de trabajo en una sociedad al borde del colapso. Y de nuevo, otro pellizco.

¿El título, 'Peligro de derrumbe' revela la fragilidad de la sociedad? ¿Cuál es la peor amenaza como sociedad?
Cuenta la historia de nueve personas que están buscando empleo y se encuentran en una sala de espera para una entrevista. Está ambienta en una crisis económica anterior. Quizá de mis novelas es la que más debe al periodismo. En aquella España la situación económica era una especie de película de 'Mad Max'. En 2009 llegó a haber 800.000 parados más. En 2013 el paro llegó a un 27%, había 500 desahucios al día. En esta barbarie nace la novela. Muchos personajes están inspirados en gente yo conocí haciendo reportajes.
Todos estamos a un milímetro de que nos atropelle un tren, a una llamada de teléfono que nos revienten la vida
Todos estamos a un milímetro de que nos atropelle un tren, a una llamada de teléfono que nos revienten la vida. Vivimos en época de incertidumbre ahora mismo. La peor amenaza tiene que ver con lo de siempre, que es el dinero. Rafael Chirbes, que leyó 'Peligro de derrumbe' antes de que saliera y con el que tuve cierta relación, decía que "vivimos de lo que matamos". En situaciones de crisis es así. Lo único que ocurre es que en la depredación animal casi siempre la causa responde al hambre, en la depredación humana la causa casi siempre tiene que ver con el miedo. La gente cuando tiene miedo muerde y es lo que estas personas que están buscando empleo pueden hacer en cualquier momento.
El clickbait está ganando el pulso al periodismo, pero tú te desquitas retratando de forma muy minuciosa a los personajes.
Cuando uno escribe un reportaje siempre estás abriendo en canal a la persona que tienes delante y también a ti mismo. 'Peligro de derrumbe' es una mezcla. Creo en las historias pausadas, en las historias contadas a segunda velocidad. Creo en el slow food literario y en el periodismo que tiende puentes para llamar a gentes que vive en zonas donde hace mucho frío a zonas calientes. Creo en el periodismo que desetiqueta. Tendemos a etiquetar porque nos tranquiliza decir esta es una puta, este es un yonqui, este es un loco, este es un rojo y este es un facha. El periodismo tiene que explicar. 'Peligro de derrumbe' tiene mucho aliento periodístico, pues hay mucho de desetiquetar al otro, de tratar de explicar todas esas vidas quebradas y tremendas.
¿Cómo has evolucionado en cuanto a sensibilidad periodística a lo largo de tu carrera?
No se puede hacer de otro modo. La verdad y la belleza siempre están muy juntas, aunque la verdad sea muy dura, aunque sea terrible. Eso tiene que ver con la dignidad. John Steinbeck, en su discurso de aceptación del Nobel, en 1962, dijo algo así como que el novelista tiene que contar la probada capacidad del hombre para la dignidad en la derrota. Me gusta que mis protagonistas tengan luz, incluso en la derrota. Estoy pendiente de eso.

¿Cómo consigues equilibrar la crudeza que hay detrás de la noticia con la dignidad que merecen sus protagonistas?
Una evoluciona con lo bueno y con lo malo. Me marca la gente rota. Siempre trabajo con materia prima averiada. Con gente que lo está pasando mal. Allí donde hay una herida siempre hay una historia que contar. En el periodismo he hecho muchas cosas. Disfruto entrevistando a Zapatero, Felipe González o Rajoy. Disfruto escribiendo una columna sobre mi Atlético de Madrid o sobre el rugby, que me encanta. Pero al final siempre vuelvo al lugar del crimen, a la gente que está rota. Hay mucha ejemplaridad en la gente que está rota, porque es el momento en que te levantas después de la hostia. Me encanta esa instantánea de foto polaroid en la que alguien se está levantando después de caerse.
Allí donde hay una herida siempre hay una historia que contar
Describes al director de recursos humanas desde una mirada compasiva. ¿Puede ser peor un desgaste continuado que una tragedia puntual?
Todos tenemos un lado oculto. Todos podríamos ser protagonistas de una historia. Esto es lo fascinante en el periodismo y la literatura. Cualquiera que va sentado en el autobús podría ser protagonista de una novela. Desde ese punto de vista, el director de recursos humanos, que aparentemente es una cosa, cuando hurgamos en su vida, es otra diferente. Nuestro pasado nos explica, nuestra mochila, nuestro trastero… Las cosas que nos han pasado. Somos nosotros y nuestras circunstancias.
Individualmente, ¿qué nos hace vulnerables?
Nos hace vulnerables mostrar debilidad en un mundo de depredadores. Vivimos en un mundo de carnívoros y tú no puedes mostrar que eres un herbívoro. Esto lo que provoca es que vivamos detrás de una coraza o una careta. Hay un canon ético que tiene que ver con lo virtual y con las pantallas, con una especie de Biblia líquida que nos dice que no podemos estar solos. Lo dicen las redes sociales, como nos dicen también está prohibida la tristeza, el fracaso y que nos exige pureza. Bienaventurados los impuros porque la pureza da bastante asco.
Bienaventurados los impuros porque la pureza da bastante asco
Ante las grietas de la sociedad, los líderes alaban la resiliencia de los ciudadanos. ¿Tanta resiliencia puede tener su punto de saturación?
Sí, creo que la felicidad es la ausencia de dolor y eso lo sabemos cuando suena el teléfono y nos cuentan algo terrible que nos destroza la vida. Las palabras se gastan, pero el dolor muchas veces es interminable. Y la palabra resiliencia no deja de ser una palabra vacía. Hay muchas cosas en la sociedad que nos cuesta comprender porque no estamos en la piel del otro. Maksim Gorki dice en 'La madre' "métete en mi piel, maldito sabio, y muévete dentro y veremos lo que tú serías". Muchas veces hablamos de los demás sin tener ni idea de lo que anida en ese pecho. Y conviene no olvidar que siempre somos o deberíamos ser los otros.