Cuando David Bowie se llevó a Iggy Pop a Berlín para desengancharle de las drogas y le salvó la vida
'La Iguana' y el 'Duque Blanco' llegaron al gris y deprimente Berlín de los 70 para librarse de sus adicciones y en busca de inspiración creativa
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A sus 78 años Iggy Pop sigue ofreciendo conciertos explosivos y llenos de energía. Y, por supuesto, con el torso desnudo. Puede que ya no tenga la movilidad de antaño y que su masa muscular no sea la misma, pero su actitud de punk superviviente sigue intacta en el escenario, como se podrá comprobar este jueves en la primera jornada del madrileño festival Mad Cool. Lo curioso es que la historia de 'la Iguana' podría haber sido mucho más corta si David Bowie no llega a cruzarse en su camino en los años 70 para sacarle de una peligrosa espiral de drogadicción, paranoia, delirios y comportamientos erráticos. El propio Iggy ha reconocido que el 'Duque blanco' ejerció de hermano mayor y le salvó la vida.
Los dos iconos del rock se conocieron en 1971. Bowie era una estrella emergente y un fan absoluto de The Stooges, la banda de Iggy, cuando coincidió con su ídolo en el legendario club Max’s Kansas City. Al autor de 'Space Oddity' le fascinaba la energía salvaje del cantante de 'I wanna be your dog', y a este le sedujo el carisma e inteligencia del músico británico.
Bowie se propuso reactivar la carrera de Iggy & The Stooges (como también lo haría con la de Lou Reed) y les produjo el mítico álbum 'Raw Power', con una criticadísima mezcla que en el futuro el propio Iggy alteraría. Pero aquella colaboración marcó el inicio de una amistad que llevaría al 'Duque Blanco' a acudir al rescate del de Michigan en su peor momento, cuando tuvo que ser internado en un hospital psiquiátrico de Los Ángeles para recuperarse de su adicción a la heroína y su colapso mental.
Bowie, que en aquel momento también transitaba por su propia travesía cocainómana tras 'Young Americans' y 'Station to Station', no solo sacó a Iggy del hospital, sino que se lo llevó con él a pasar una temporada en Berlín Occidental con la esperanza de desintoxicarse e iniciar una nueva etapa artística.
Renacer en una ciudad en ruinas
Berlín en 1976 era una ciudad gris, todavía en ruinas por las bombas de la Segunda Guerra Mundial, y en ella se respiraba un clima tenso y opresivo, un ambiente ideal para la introspección y la creación artística, que era justo lo que Bowie andaba buscando.
Las dos estrellas del rock se instalaron en un modesto apartamento en Schöneberg, cerca del Muro, y exploraron juntos como dos tipos anónimos la escena underground de la ciudad, con sus galerías de arte, bares y cines. "Era un apartamento de siete habitaciones, sobre un taller de recambios de automóvil. Salíamos tres noches a la semana (...) Pero la mitad del tiempo estábamos allí poniendo discos, escribiendo cosas, leyendo, pintando, tomando un par de cervezas y comiendo comida alemana", contaba el propio Iggy en una entrevista en 'El País'.
El rock del futuro
Ese entorno desolado y alienado fue el que inspiró los discos de Bowie 'Low', 'Heroes' y 'Lodger', producidos junto a Brian Eno y popularmente conocidos como 'la trilogía berlinesa', unos trabajos experimentales, plagados de sonidos minimalistas y existenciales. Pero 'el duque blanco' no trabajó solo en su propia música, también se encargó de producir y coescribir los dos primeros álbumes como solista de Iggy, 'The Idiot' y 'Lust for Life'. Hoy todos ellos están considerados clásicos absolutos del rock más desafiante y arriesgado, precursores del post-punk, la new wave y la música electrónica de los 80.
“Básicamente este tipo me salvó de una aniquilación segura de mi persona y mi carrera. Me resucitó (...) Era más un benefactor que un amigo, si pensamos en la forma común en que la gente concibe la amistad. Hizo todo lo posible por traspasarme el mejor karma", concluía Iggy sobre Bowie en una entrevista a 'Rolling Stone'.
