Fito Páez: "El rock es Borges, Oscar Wilde, la cultura trans, la libertad de verdad"
El artista argentino improvisó un concierto y leyó los poemas de su nuevo libro en la librería La Mistral
Nominado a dos Latin Grammys, ahora lanzó una recopilación de poesías con el título 'El hombre del torso desnudo'
“No soy un genio, no es lo que me tocó”. Fito Páez puede intentar mantener los pies en la tierra todo lo que quiera, pero lo tiene difícil. Nada más bajar del coche que lo llevó hasta la librería La Mistral, ubicada a pocos metros de la Puerta del Sol, recibió una ovación. Cerca de 200 personas hacían fila para entrar a la presentación de su libro de poesía “El hombre del torso desnudo”. Seguidores que muy probablemente no estaban allí por su obra literaria, que con esta publicación suma cinco libros, sino por su música, pero que estaban dispuestos a engullir sus poemas y escucharlo filosofar acerca de su escritura durante una hora y media, y más si él lo pedía. Es, en suma, una estrella, y como tal, lo terrenal le queda lejos.
“Me da miedo lo que está pasando últimamente. En el mundo, claro. Pero también se está juntando mucha gente a escucharme, y eso es un signo de que algo no está bien”, dijo risueño y casual, de camiseta y zapatillas pero con gafas de sol incluso bajo techo. Lo dicho, intenta ser “un rosarino” que vive en el presente. Pero cuando entra en la librería y ve que hay un piano de cola, va y se sienta a tocar. Ensaya, improvisa, aparece en su cabeza una partitura clásica, la ejecuta y se pone de pie, como si solo hubiese estado tamborileando sobre la mesa, haciendo tiempo para lo realmente importante: hablar de su libro.
En la presentación de ‘El hombre del torso desnudo’, una compilación de poemas con la que busca demostrar que la música también está en las palabras, Aitana Mendioroz lo guió por los recovecos de algunos de sus textos pero Fito Páez, quizás por deformación profesional, tomó pronto la batuta. Se debía a su público, ese que quiere saber de qué material está hecho. Y así fue que se puso a desmenuzar sus pensamientos más recientes.
“Cada día aprecio más estar y respirar, por cómo está el mundo. Que parece una tontería pero no lo es”, dijo. El artista se mostró muy preocupado por el mundo que estamos creando. Es más, regañó a los presentes por tener el móvil en la mano (la mayoría lo estaba filmando, seguramente para sus redes sociales). “El teléfono nos aleja de las cosas lindas de la vida, del beso, del sexo”, cuestionó.
“No soy genio, soy pícaro y canalla”
“Genio no. Tengo una suerte. Soy pícaro. Me daba cuenta rápido cómo estaba planteado el partido y eso me sirvió muchísimo en la vida. Genio no, no me tocó eso. Me tocó estar en primera fila en la sala de Charly García y Luis Alberto Spinetta. Eso y criar hijos me pagó el viaje. Eso fue todo. He hecho discos. No están mal. No soy un genio. Soy muy canalla, estoy muy orgulloso de eso. Estoy muy contento de no ser un genio y de haber estado donde estuve”. Con estas palabras Fito Páez define su carrera y lo que dice tiene mucho sentido. Nacido y criado en Rosario, una de las ciudades más populosas de Argentina y con una rica y prolífica tradición musical, su carrera despegó cuando comenzó a tocar en la banda de Charly García, reconocido como el máximo ídolo del rock nacional argentino. Acompañó en los teclados a Charly durante años y grabó con él una de las obras maestras de la música contemporánea en español, el álbum ‘Clics Modernos’. Con el tiempo se abrió paso en su carrera solista con la que sigue regalando hitos musicales y cosechando premios. Hace pocas semanas, de hecho, supo que había recibido dos nominaciones a los Latin Grammys (mejor álbum de rock por ‘Novela’ y mejor canción de rock, por ‘Sale el sol’). Pero Fito no pierde ocasión para reconocerle el mérito a García por la influencia que tuvo en su música.
“La cultura rock es Borges, Oscar Wilde y la cultura trans”
Con las gafas oscuras puestas, con el micrófono a mano para cantar a capella ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’, uno de sus himnos más famosos, Fito Páez siguió intentando bajarse del pedestal ante la audiencia de La Mistral. Dijo que no tenía “falsa modestia” y reivindicó la “cultura rock” como el camino para la libertad.
“Hay gente que necesita el reconocimiento como si fuera la heroína del yonki. Yo de ahí salgo corriendo, porque me crié en la cultura rock. La cultura rock es Borges, es Oscar Wilde, es la cultura trans, es la libertad de verdad, no lo que andan diciendo ahora gente en extremo conservadores. En la cultura rock eso de buscar el reconocimiento no existe porque te echan del bar”.
Además, aclaró cuál era su búsqueda artística: “Lo más lindo de las emociones es cuando son honestas. Y cuando no tienen un peso. Cuando los artistas no saben lo que están haciendo. Mi intención es producir emoción”.
Fito Páez y el paso del tiempo
“Mi relación con el paso del tiempo es pésima”, dijo para risas de la audiencia. Una coquetería inesperada para un tipo con el discurso de Fito Páez, pero necesaria para la pincelada de humanidad que tanto buscaba dar: “Lo que veo en el espejo cada vez me gusta menos. Pero no, también hay cosas que me encantan como clavar la mirada, o cómo fumás un cigarrillo y mirás al otro y lo atravesás. Cómo sacas de un plumón 60 páginas de un libro. Hay una seguridad que está buena. El balance es muy positivo. Todavía no estoy tomando viagra. Para la vida que he tenido, el balance es positivo”.
El último parlamento de la charla fue casi una respuesta a la canción de Andrés Calamaro, con quien Páez colaboró en el pasado, ‘No se puede vivir del amor’.
“Creo que no se puede vivir sin amor”, dijo pero al instante matizó: “Lo decimos desde nuestras casas, de clase media, clase baja, desde la burguesía. Cuando se nace en las turbulencias de la marginalidad a lo mejor el amor desaparece porque hay otras necesidades. Pero a mí, lo único que me interesa, es el amor. Es una energía que hace bien. No lo digo como un cura lo digo con toda la salvajura que he vivido. Cómo el amor me ha cuidado, mis tías mis abuelas. Esas mujeres me apoyaron en sus tetas, me hicieron un guiso y me llevaron a la escuela. Eso es el amor. Después está el enamoramiento que tiene muy buena prensa, pero no es el amor”.
A los aplausos por este discurso siguió la lectura de los tres primeros poemas del libro, más aplausos y lo que quizás todos los presentes esperaban: un concierto improvisado. Fito Páez subió casi dando saltitos las escaleras hacia el piso superior de la librería donde todos los que no entraron en el espacio destinado a la presentación habían estado siguiendo la charla por una pantalla gigante. Al piano y rodeado por una multitud (no cabía un alfiler), tocó ‘Carabelas nada’, ‘Polaroid de locura ordinaria’, ‘Desarma y sangra’ (de Charly García) y el tango ‘La última curda’.
El público le pedía canciones a gritos pero él fue claro, porque una estrella de verdad sabe marcar los límites: “¿Me dejan tocar lo que yo quiera?”
