Historia

María Reig, sobre las nueve reinas que cambiaron el mundo: "Si Cleopatra viviera hoy sería Ángela Merkel"

María Reig, autora de Eternas
María Reig, autora del libro 'Eternas'. NoeliaJGP
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Hay mujeres que pasaron a la historia por nacer con una corona sobre la cabeza. Y otras, por saber qué hacer con ella. En Eternas (Lunwerg Editores), María Reig, autora de novelas superventas como Papel y tinta o Los mil nombres de la libertad, da un paso firme en la no ficción para retratar a nueve reinas que marcaron el rumbo de sus épocas. Cleopatra, Teodora, Isabel la Católica, Sisi... Desde los confines del Egipto helenístico hasta las tensiones previas a la Gran Guerra, recorremos de la mano de estas ilustres jerarcas varios siglos de Historia, despojándolas del mito y devolviéndoles la voz, la ambición, los matices.

Reig las presenta como nunca antes: humanas, contradictorias, estratégicas, vulnerables. Mujeres que gobernaron, resistieron o lo perdieron todo en un mundo que rara vez estaba hecho a su medida. Y lo hace con un estilo narrativo que empieza cada capítulo con un instante íntimo, casi cinematográfico, que invita al lector a habitar su piel. Hablamos sobre los entresijos de estas vidas majestuosas y los secretos que aún hoy guardan bajo sus joyas.

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¿Por qué decidiste dar voz a estas reinas en concreto y no a otras?

A la hora de buscar a las que serían las nueve reinas de ETERNAS, tuve claro que quería que fueran mujeres reconocidas de la Historia Occidental y que, gracias a ellas, el lector pudiera viajar en el tiempo a través de diferentes épocas, desde la Antigüedad hasta la Edad Contemporánea. Quería que cada una, a través de su vida, pudiera contar no solo cómo contribuyó a hacer Historia, sino también los avatares de su tiempo. Además, quise que sus orígenes fueran variados para dar una imagen más diversa, dentro de un marco más bien europeo.

¿Qué tiene en común Cleopatra con Sisi, más allá de la corona?

La principal semejanza que tenemos entre estas dos mujeres nos la da el mito que se ha creado en torno a ellas y su belleza, por ejemplo. Ambas tuvieron vidas sumamente interesantes: por lo que sabemos, Cleopatra estaba muy interesada en gobernar e hizo todo lo posible por hacerlo bajo sus propios términos; Sisi, por su parte, aunque tuvo un papel político importante en el Compromiso de 1867 entre Austria y Hungría, rehusó cumplir muchos de sus deberes de representación y se dedicó a cultivar su mente y su cuerpo, a veces de forma obsesiva. Sin embargo, es frustrante ver cómo, en ocasiones, lo único que parece importar de ellas es si eran guapas o no, así como su capacidad de enamorar o seducir. 

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La principal semejanza que tenemos entre Sisí y Cleopatra nos la da el mito que se ha creado en torno a ellas y su belleza

NoeliaJGP

Cada capítulo arranca en primera persona, como si ellas hablaran. ¿Qué buscabas con esa voz íntima?

Buscaba humanizarlas y subrayar uno de tantos momentos en sus vidas en los que la realidad supera cualquier ficción que podamos inventarnos. Las biografías de estas mujeres se sostienen solas, con sus vicios y virtudes, así que han sido una fuente de inspiración maravillosa para imaginarme en sus zapatos y, de algún modo, terminar de conectar con ellas. 

Cleopatra suele asociarse con la seducción, pero en tu libro aparece también como estratega. ¿Qué rasgo suyo crees que más hemos olvidado?

Cleopatra es un personaje fascinante. Sobre todo, por lo tergiversada que está su figura. Hay una parte que se la podemos achacar a Octavio, que orquestó una campaña de propaganda atroz contra ella para justificar una nueva guerra que, principalmente, era contra Marco Antonio, con quien había estado compartiendo el poder. Gran parte de los datos que han sobrevivido al paso del tiempo sobre Cleopatra proceden de esta imagen negativa que se le dio en Roma. Sin embargo, Cleopatra es mucho más: hablaba varios idiomas, comandaba barcos, logró gobernar Egipto sin el yugo de sus hermanos varones y escribió una obra de medicina y farmacología. 

Teodora, Cleopatra y Catalina la Grande

Julia Domna, la gran desconocida para muchos lectores: ¿qué la convierte en “eterna”?

Con Julia Domna conocemos el papel de una mujer en la cúspide de la sociedad romana del siglo III y nos damos cuenta de que su vida estaba supeditada a la de los hombres que la rodeaban. Domna es un personaje muy interesante, pero del que no hay mucha información. Aun así, conocemos su complicado rol en torno a la nefasta relación de sus dos hijos, Geta y Caracalla; también que lidió con una posición espinosa, compitiendo por la influencia y confianza de su marido, el emperador Septimio Severo, así como el hecho de que se la utilizó propagandísticamente para vender el proyecto dinástico de su marido. 

Teodora, emperatriz bizantina, ¿sería la más feminista avant la lettre?

No sé si feminista. Teodora es una superviviente. Imagino (y esto es una licencia personal porque no lo sabemos) que ni ella se debió de creer hasta dónde había llegado desde lo más bajo de esa sociedad de la Constantinopla del siglo VI. Creo que en ella actúan dos motivaciones: la religiosa, pues es ferviente seguidora del monofisismo, y una cierta solidaridad o, incluso, venganza. En la vertiente religiosa encontramos la explicación a esas iniciativas para ayudar a las mujeres que han ejercido la prostitución a tener una nueva vida, pues hay una idea de salvación, de redención. En la solidaria, esa posible influencia en Justiniano para mejorar la situación de las actrices en la legislación; también los matrimonios que se encargó de arreglar entre antiguas compañeras y hombres bien posicionados para ayudarlas. 

Leonor de Aquitania: reina, duquesa, madre de reyes… ¿la más poderosa de todas?

No diría que fue la más poderosa; Isabel la Católica o Catalina la Grande tuvieron mucha agencia en el gobierno de sus territorios. Pero, sin duda, es una de las vidas más llamativas. Poca gente puede decir que ha sido reina de Francia y de Inglaterra en un lapso de apenas veinte años. Tras descubrir su vida, me parece que Leonor supo moverse con astucia en un tiempo complicado. Pensemos que estamos en la Plena Edad Media, en el siglo XII. Da la sensación de que la primera parte de su vida la decidieron otros, no ella; su segundo matrimonio, aunque tampoco fue feliz, sí parece de su elección (no sabemos si por gusto o solo por necesidad). También todos los pasos que da para apoyar a sus hijos que, en la última etapa de su vida, se convierten – especialmente Ricardo Corazón de León – en su prioridad. A costa de su propia libertad...

Poca gente puede decir que ha sido reina de Francia y de Inglaterra en un lapso de apenas veinte años

NoeliaJGP

Isabel la Católica: ¿más política astuta que beata? ¿Cómo se llevaba con Fernando realmente?

Diría que Isabel, en lo religioso, es hija de su tiempo. Tiene una educación muy completa, en la que se incluye un cristianismo que, en ese momento, es parte fundamental de la identidad de los reinos del norte de la península. La reconquista está a punto de terminar, es uno de los grandes proyectos de Castilla, pospuesto constantemente por su hermano Enrique IV. Sin embargo, la habilidad que demuestra en el terreno político, incluida la instrumentalización de la religión cuando le conviene (sin dudar, por supuesto, de sus profundas creencias), es lo realmente fascinante del personaje. Y esto conecta con la relación con Fernando. 

Parece que, en un inicio, hubo cierta pasión; el resto de su vida, sobre todo, hubo entendimiento. Y no era sencillo que lo hubiera. La propia Isabel se debatía entre la defensa del poder que sabía suyo por derecho y su rol de esposa -recordemos que estamos en la segunda mitad del siglo XV-. Pero consiguió equilibrar ambos. Se sabe que Isabel pasó las últimas semanas de su vida con Fernando; estuvieron, a su modo, juntos hasta el final.  

Cristina de Suecia: reina excéntrica que abdicó. ¿Qué la hace tan fascinante hoy?

Cristina es, sin duda, un gran personaje. Quizá, de todas, es la más adelantada a su tiempo. Era provocadora, voluble y muy cabezota. Ingredientes magníficos para poner de los nervios a media Europa. Es muy refrescante porque en ella vemos un modo distinto de ser mujer que, quizás, no pensemos posible si imaginamos el siglo XVII. Ella era la hija única del rey de Suecia y, como tal, tuvo que empezar a gobernar muy joven, pues su padre murió en el campo de batalla. 

Suecia era un país luterano en el que, además, se había prohibido la entrada de católicos que quisieran hacer proselitismo –la Reforma había dividido Europa el siglo anterior -. Esto a Cristina le dio igual y se acercó al catolicismo, en gran medida, para conseguir aliados que la ayudasen a abdicar, huir de Suecia y llegar a su destino soñado, Roma. Su vida es un compendio de intrigas, osadías y traiciones. ¿Qué más se puede pedir para una historia fascinante?  

Teodora y Catalina la Grande

Catalina la Grande: ¿la más ambiciosa, la más lista, la más temida?

Una de las grandes virtudes de Catalina, que demuestra desde muy pequeña, es su don de gentes, su capacidad para relacionarse. Esto será su bote salvavidas en la corte rusa, cuando la anterior emperatriz, la tía de su marido, luche por aislarlos para que nada los distraiga de su cometido: engendrar un heredero. Me da la sensación de que su esposo, que gobernó brevemente como Pedro III, le dio las pautas para saber cómo no debía comportarse o tratar al pueblo ruso. Eso, sumado a su inquietud y perspicacia, le abrió las puertas del poder de un imperio que pisó por primera vez con 15 años. Sin duda, creo que era ambiciosa y lista; aunque no sé si la más temida. Si algo vemos en la biografía de Catalina es que muchos de sus amantes se terminaron aprovechando de ella, que parece que siempre buscó sentirse querida y valorada, más allá del poder que ostentaba. 

María Antonieta: ¿víctima de su tiempo o frivolidad en estado puro?

Una mezcla de ambas. María Antonieta tiene responsabilidad de sobra en cómo la percibió el pueblo, pues lo infravaloró, también la propaganda que se orquestó en su contra desde el propio palacio de Versalles, de manos de miembros de la corte que se sintieron, de un modo u otro, amenazados u ofendidos por ella. Pero sí que pienso que, como ella, había habido otras reinas (y reyes): superficiales, poco reflexivas, derrochadoras, con un cierto egocentrismo. En parte por su posición privilegiada, en parte por su educación y en parte también por su personalidad desenfadada y despreocupada, sobre todo en sus primeros años. La diferencia fue que la crisis del Antiguo Régimen se convirtió en el caldo de cultivo perfecto para convertirla en la madre de todos los males de Francia. 

Era una reina extranjera, austríaca, no olvidemos. Esto fue motivo suficiente para cargar en sus espaldas toda la culpa. Pero María Antonieta no la tiene toda, ni mucho menos: su marido, Luis XVI, no fue capaz de gestionar la situación; el descontento no se había ocasionado en dos días, estos procesos históricos se van cociendo poco a poco. María Antonieta fue cómo echar gasolina a un fuego que ya se ha iniciado.  

María Antonieta fue cómo echar gasolina a un fuego que ya se ha iniciado

NoeliaJGP

Sisi: ¿la reina más melancólica y moderna a la vez?

Sin duda, la más melancólica. Pero quizá Cristina de Suecia fue más moderna. Sisi es un personaje bastante oscuro, aunque las tradicionales películas sobre ella han endulzado bastante su figura. En ella vemos un conflicto interno que dura toda su vida: se ha casado muy joven y, cuando se percata de las responsabilidades que se le vienen encima, su mundo se viene abajo. A pesar de su comportamiento huidizo y obsesivo, creo que podemos decir que, de algún modo, tuvo suerte de que se le permitiera, una y otra vez, ausentarse de Viena para dedicarse a sus pasatiempos. Me da la sensación de que buscaba una paz que nunca llegó a encontrar al completo, pero sí tuvo la oportunidad, lo que la convierte en una privilegiada, más allá de las complejidades y tragedias de su vida. 

Si Cleopatra viviera hoy, ¿sería más Beyoncé, Shakira o Angela Merkel?

Angela Merkel sin duda. Fue una reina y debemos poner en valor su rol político. 

¿Quién sería la “influencer” del grupo? ¿Y quién la “CEO”?

La influencer sería María Antonieta: un personaje que no deja indiferente a nadie; sería del tipo que da muchos titulares y siempre está al filo de la cancelación. La CEO sería Isabel la Católica: tiene las ideas claras, es buena diseñando estrategias para conseguirlas y no le da miedo un poco de riesgo (véase, financiar una expedición para llegar a las Indias por el oeste). 

La más guerrera, la más seductora, la más lista, la más incomprendida: ¿cómo repartirías esas etiquetas?

La más guerrera Teodora, pero en el sentido de pelear por sobrevivir, pues nació en lo más bajo de la pirámide social bizantina y llegó a ser emperatriz. La más lista, entendido como astuta, diría que Cristina de Suecia, pues dio un vuelco a su vida, se zafó de coronas y matrimonios y, aun así, es una de las pocas mujeres enterradas en San Pedro del Vaticano. La más incomprendida fue María Antonieta porque los rumores sobre ella fueron más poderosos que lo que era de verdad. 

Eternas

¿Cómo se llevaban realmente estas reinas con sus maridos? ¿Había amor, política o supervivencia?

Los sentimientos, a no ser que nos los hayan dejado de puño y letra en alguna misiva (cosa rara), se nos escapan con el paso del tiempo. Pero, por lo poco que sabemos, hay contados casos en los que el matrimonio tuviera amor. Quizá el más claro es el de Teodora y Justiniano, pues no era una unión interesada, al contrario, pero él hizo todo lo posible por rehabilitarla y casi equiparla a él. Entre Marco Antonio y Cleopatra, además de grandes dosis de política (y de pasión, dados sus varios embarazos), puede que hubiera sentimientos entre ellos. Como decía, Isabel y Fernando parece que se quisieron a su manera; también Sisi y Francisco José. Pero el resto de los casos son matrimonios infelices y turbulentos, con mucha frustración acumulada y fundados, únicamente, en intereses políticos o de estatus. 

¿Quién tuvo los amantes más célebres? ¿Y quién los secretos mejor guardados?

De todas, a la única que se le conocen varios amantes comprobados es a Catalina la Grande. Se explica por una búsqueda constante de sentirse querida y acompañada en un papel que, aunque poderoso, debía de ser muy solitario. Entre los más conocidos tenemos al último rey de Polonia, Stanislaus Poniatowski, o al famoso Gregory Potemkin, con el que se sospecha que pudo llegar a casarse.  

En cuanto a los secretos, todas se llevaron muchos consigo. Quizá, por la distancia temporal y lo mucho que dificulta el hecho de que tengamos escasas fuentes directas, diría que Cleopatra es una de la que tiene más incógnitas por resolver. 

¿Hay alguna anécdota sorprendente que hayas descubierto investigando y que te parezca de película?

¡Muchísimas! Las vidas de estas mujeres superan la ficción. Por ejemplo, el filósofo René Descartes (el de “pienso, luego existo”) fue a la corte de Cristina de Suecia en Estocolmo porque ella le aseguró que quería recibir lecciones de filosofía. Pero Cristina se aburría bastante rápido de las cosas, así que, cuando llegó, empezó a darle largas, a distraerlo con regalos y a encargarle tareas menores. Al final, accedió a recibir algunas clases a eso de las cinco de la mañana en la biblioteca, pero se cansó enseguida y se marchó a otro palacio a pasar varias semanas. La cuestión es que Descartes, que había dudado muy mucho si ir a Suecia desde su residencia en Holanda, enfermó y murió en Estocolmo mientras esperaba a que la jovencísima reina se dignara a dispensarle el trato prometido.  

Si pudieras invitar a una de ellas a cenar, ¿a cuál elegirías y de qué hablaríais?

Me encantaría cenar con María Antonieta para que me contase todo acerca de cómo vivió ella la Revolución Francesa. También para que me explicase algunos de esos movimientos que terminaron por condenarla. Seguro que muchos tienen una razón, aunque no la lleguemos a comprender. 

Más allá de los retratos oficiales, las estatuas o los tópicos heredados, las reinas de Eternas emergen como mujeres que supieron hacerse hueco en la Historia. No fueron perfectas ni ejemplares en todo, pero sí decisivas. Y gracias a la mirada de María Reig, ahora también son cercanas. Quizá no podamos viajar en el tiempo, pero leer este libro es lo más parecido a compartir una velada con ellas. O, al menos, a escuchar cómo al fin se cuentan su propia historia.