Javier Pérez Campos y los misterios de la noche: "El gran terror que todos compartimos es el miedo a la muerte"

El periodista y escritor recopila en 'Nocturnos' (Planeta) un catálogo de seres e historias aterradoras que suceden al caer la noche
Javier Pérez Campos y el miedo a los ‘Immaturi’: "En el fantasma del niño vemos reflejada nuestra propia fugacidad”
Cuando cae la noche, el mundo se transforma. Las luces se apagan, las sombras se alargan y, en el silencio, comienzan a oírse los ecos de historias que pocos se atreven a contar. El periodista de investigación Javier Pérez Campos es uno de esos exploradores de ese territorio incierto, entre la realidad y la ficción, poblado por presencias imposibles y verdades ocultas tras el velo de lo inexplicable. En su nueva obra, 'Nocturnos' (Planeta), recopila misterios, crímenes, biografías extrañas e historias aterradoras que -avisa el autor- deben ser leídos en las horas posteriores al anochecer.
En tus libros siempre mezclas investigación, historia y una sensibilidad casi poética. ¿Qué nos vamos a encontrar en ‘Nocturnos’?
Mi idea con 'Nocturnos' es proponerle al lector un viaje a través de la noche, un viaje literal y un viaje metafórico. Literal porque el libro está estructurado en las diferentes partes de la noche que estableció San Isidoro de Sevilla en el siglo VII, asociándolas, por ejemplo, a la posición de los planetas y la luna. Él utiliza la palabra véspero refiriéndose al planeta Venus, o la palabra gallicinio hablando de la actividad de los gallos cuando ya está cerca de despuntar el alba.
Y digo metafórico porque propongo también al lector que, al igual que yo lo escribí plenamente en las horas de la noche, él me acompañe sólo en las horas de oscuridad. Hay una especie de juego en el que yo le digo que está prohibido leerlo de día.

Si tuvieras que elegir la historia más cinematográfica del libro, ¿cuál sería?
Sin ninguna duda sería la del jinete sin cabeza, que es uno de mis capítulos favoritos porque lo he documentado hasta niveles casi enfermizos. Es una historia que me interesa mucho desde la propia 'Sleepy Hollow' que rodó Tim Burton con Johnny Depp. Yo me adentré en la historia real, en la leyenda en la que se basa del jinete decapitado en un pequeño pueblo de EEUU, North Tarrytown, que cambió su nombre en 1996 porque la fábrica de coches de la que vivía cerró sus puertas y más de 2.000 personas se quedaron sin trabajo. Pasar a llamarse 'Sleepy Hollow' en referencia al relato de Washington Irving le dio una nueva vida al pueblo.
A día de hoy son miles y miles de turistas los que en estas fechas viajan hasta allí para visitar el molino, el árbol del mayor André, la tumba del supuesto soldado hessiano que perdió la cabeza durante una batalla contra las tropas de George Washington. De alguna manera ese lugar ha adquirido una nueva vida basándose en una leyenda del siglo XIX que es la del jinete sin cabeza.
¿Y cuál sería la más espeluznante, aquella que te deja en un silencio sepulcral al terminar de leerla?
Sin duda sería la historia de lo que ocurrió en Enfield, uno de los casos de los Warren, los de la saga cinematográfica. Me refiero al espeluznante caso de una niña de 12 años, Janet, que hablaba con la voz de un anciano llamado Bill Wilkins. Yo he podido documentar la historia real de ese anciano que vivió en esa casa donde ocurrían fenómenos extraños. En el libro hay unos códigos QR para el lector valiente que quiera escuchar directamente esas voces de la niña.
Lo más desconocido del caso, aquello en lo que no profundizaba la película, es la historia de Maurice Gross, uno de los principales investigadores británicos que documentó algunos fenómenos extraños. Pues bien, Gross llegó a esa casa porque un año antes había muerto su hija en un accidente de tráfico. Su hija también se llamaba Janet y poco después de su muerte recibieron una misteriosa postal que yo muestro en el libro y que parecía anticipar la muerte de la niña. Desde ese momento Maurice Gross se preguntaba dónde estaba su hija y si realmente había un más allá.

La historia más gastronómica, en la que el sabor, el olor o la comida tuvieran un papel inquietante o revelado
Inevitablemente al hacerme esta pregunta pienso en unos pasteles de carne que aparecen en el libro y que es una historia que conecta también con la ficción. Muchos lectores recordarán la historia de Sweeney Todd, el barbero en Fleet Street en Londres, cuya película también dirigió Tim Burton. La leyenda decía que afeitaba de una manera muy apurada a sus clientes, tanto que acababa rebanándoles la garganta y lanzándolos por una trampilla a un sótano para que después los pasteleros que vivían abajo hicieran pasteles de carne con sus entrañas.
Poca gente sabe que esa es una historia real que también documento en el libro. Hay algunos recortes de prensa de 1800 y no sólo en Inglaterra, también en Francia y Alemania, por ejemplo, donde se hablaba de los salchicheros de carne humana. Incluso en España tenemos varios casos. Uno de ellos en Valencia, donde todavía se sabe en qué casita del barrio viejo actuaba uno de estos pasteleros.
¿Hay alguna historia más luminosa, que nos reconcilie con el lado bueno de la noche?
Me cuesta mucho encontrar historias luminosas en 'Nocturnos', porque es un libro profundamente nocturno, como su nombre bien indica. Si tuviera que destacar la más luminosa, literalmente, sería la historia de las misteriosas luces que se vieron en los montes Urales durante la excursión de unos diez jóvenes que desaparecieron un mes de enero y aparecieron poco tiempo después, en fila india, sus cadáveres totalmente destrozados, como si alguien hubiera incluso roído sus lenguas. Es uno de los grandes misterios de la Unión Soviética.
Algunos noches, cerca de este lugar conocido como la Montaña Muerta, muchas personas vieron misteriosas luces sobrevolando los cielos oscuros. Algunos hablaban de extraños objetos voladores, y otros de luces vinculadas con la radiación, lo que podría explicar las misteriosas quemaduras que algunos de estos jóvenes tenían en el cuerpo.
Has recorrido medio mundo buscando relatos insólitos. ¿Cuál es el lugar más surrealista o inesperado en el que encontraste una historia para el libro?
Ya que os he hablado de la historia del jinete sin cabeza de Washington Irving. Documentándola me di cuenta de que menos de 50 años después, hubo un capitán del ejército norteamericano, Mayne Reid, que se dedicó a escribir novelas y relatos breves, siendo el más famoso el bautizado como 'El jinete sin cabeza'. En él, recuperaba una historia real que había ocurrido en la localidad texana de Corpus Christi, protagonizada por Arturo Vidal, un famoso cuatrero que fue a robarles los caballos a quien no debía, a los Texas Rangers, que en aquella época no se andaban con chiquitas. Consiguieron localizarle, lo decapitaron y ataron su cadáver a un imponente mustang negro.
Durante varias semanas y meses, indios y vaqueros dispararon balas y flechas flechas contra un jinete sin cabeza que cabalgaba durante muchas noches cerca de esta localidad de Corpus Christi. Finalmente le dieron caza y descubrieron que no era un fantasma como creían, sino que era un cuerpo, en ese momento ya momificado, atado a un pobre caballo. Lo interesante es que después de enterrar a este hombre, durante mucho tiempo muchas personas que iban camino a San Diego seguían encontrándose, ahora sí, con el fantasma del jinete sin cabeza que procedía de México.
Si ‘Nocturnos’ tuviese banda sonora, ¿qué canción sonaría de fondo?
Hay muchas canciones que he escuchado para la escritura del libro y de manera casi compulsiva. Por ejemplo, para la historia de las luces misteriosas que se vieron en los Urales escuché mucho 'Radioactivity'' de Kraftwerk. Otro que no podría faltar es Danny Elfman, que hizo una banda sonora preciosa para el 'Sleepy Hollow' de Tim Burton.
Después de tantos años recopilando historias de miedo, ¿qué te sigue quitando el sueño?
Sin duda alguna creo que el gran terror, el miedo que todos compartimos, es el miedo a la muerte, ¿no? Y en el fondo 'Nocturnos' habla precisamente de eso. Es un viaje a través de la noche, el momento en el que las alimañas y los depredadores aprovechan la oscuridad para alimentarse de sus víctimas, para acabar con ellas y en ocasiones incluso para torturarlas o para descuartizarlas. Creo que ese terror al mal humano que habita a veces en la noche es lo que me ha impulsado a escribir este libro.
