La historia de Carlos con el cannabis: “Fumaba para no estar nervioso, pero estaba nervioso cuando no fumaba”

Carlos tenía 17 años cuando empezó a consumir cannabis, aunque en aquel momento se trataba de algo ocasional. Tres años más tarde, durante la carrera, todos los días fumaba como mínimo dos porros. “Estaba convencido de que no me hacían ningún daño, pero mi novia se enfadaba porque fumaba, empecé a tener problemas con mis amigos de toda la vida y me afectó mentalmente”, comparte.

Ansiedad, depresión y ataques de agresividad: las secuelas del consumo

Su peor momento, comparte con Yasss, llegó a los 19 años. En ese momento estudiaba el grado de ingeniería informática y su vida parecía normal: salía de fiesta, iba a clase, quedaba con su novia y jugaba al ordenador. Sin embargo, empezó a experimentar mucha ansiedad. “Los porros eran una vía de escape, fumaba para no estar nervioso, pero estaba nervioso cuando no fumaba”, recuerda. “Me acuerdo que tenía muchas discusiones y yo pensaba que era por mi manera de ser o por culpa de la gente, pero ahora que no fumo veo que eran los porros. Me volví muy impulsivo, todo me sentaba mal, tenía ataques de ira que pagaba conmigo mismo o a veces daba golpes a las cosas. También había momentos que me sentía muy deprimido, que no sentía nada. Y la gente lo veía, me lo decía, pero yo me enfadaba o le quitaba importancia”.

En esa etapa de su vida, surgieron las amistades de consumo: “había amigos con los que quedaba y sabía que sí o sí fumaría porros, y luego estaban los amigos con los que intentaba controlarme un poco y no fumar. Adivina quienes siguen en mi vida hoy”, ironiza. “Tuve la suerte de que los amigos de toda la vida me apoyaron y que mi novia ha estado ahí siempre. Por ella fui al psicólogo, pero luego seguí la terapia por mí”.

La ansiedad y la depresión que acompañaban a Carlos desde hacía meses comenzaron a mejorar cuando redujo el consumo, pero no fue fácil. “Hay muchas cosas que cambian en tu cabeza. Perdí la ilusión incluso hacia mi novia, no me apetecía hacer planes con ella. Solo quería quedarme en casa. También perdí la ilusión por la carrera, tuve que dejarla un curso entero. Luego la recuperé y al final conseguí el título, pero me costó mucho. Me costaba más estudiar. Pero lo peor fue la ansiedad. Desarrollé una fobia social y ansiedad generalizada. Con la terapia mejoré mucho pero todavía tengo miedos”.

“No esperes a que te pegue un brote psicótico o a que te entren ganas de suicidarte para dejar los porros”

Ahora, con 27 años, Carlos quiere dejar dos cosas claras: “hay que quitarse de la cabeza los estereotipos de las drogas. En serio, nos pensamos que para tener un problema hay que estar en la mierda y no. En mi peor momento parecía que todo iba bien y yo me aferraba a eso. No esperes a que te pegue un brote psicótico o a que te entren ganas de suicidarte para dejar los porros”, recomienda a quienes se encuentran en la misma situación que vivió él.

“Y también me gustaría hablar de la imagen que te venden. Si tú quieres información positiva sobre el cannabis, la encuentras. Esto es así. Hay muchísimas webs en las que te cuentan sus beneficios y te convencen de que no hay riesgos porque es natural o porque es mejor que otras drogas. Ahora que ya no fumo, lo único que le puedo decir a la gente que sí lo hace es que no se fíe tanto de internet ni del que les vende la droga. Escuchad a la gente que os quiere y paraos a pensar si realmente habéis cambiado desde que fumáis. Si estáis más nerviosos, más tristes o más agresivos, no compensa seguir, lo digo de corazón”, reflexiona.

¿Cómo dejar el cannabis?

  • Sé consciente de sus efectos. Analiza tu salud mental, tus cambios emocionales desde que consumes y el impacto del cannabis en tus relaciones sociales. Aunque sean leves, piensa que no tienes que soportar esas secuelas.
  • Realiza actividades que te permitan distraerte y que sean positivas para tu salud mental. Haz deporte, apúntate a clases de música, pinta, escribe o vete a un concierto con tus amigos, pero intenta construir una vida en la que la diversión y el placer no dependa de una droga.
  • Evita información que idealiza el consumo. Si sigues a gente que fuma con asiduidad o visitas webs sobre cannabis, intenta reducir el acceso a esta información. Así disminuirán tus ganas de consumir.
  • Apóyate en las amistades de no consumo. Es decir, en las personas con las que no te apetece tanto fumar o que te animan a evitar los porros. Piensa que ellos quieren lo mejor para ti y para tu salud mental, no están en tu contra ni quieren cambiarte.
  • Si experimentas ansiedad o sospechas que padeces depresión, busca ayuda psicológica. Coméntale que consumes cannabis y poco a poco podrás aprender herramientas para afrontar el malestar sin recurrir a los porros.