7 consecuencias de dormir poco y mal: Ataques cardíacos, pérdidas de memoria y ansiedad son algunas de ellas

Dormir bien es crucial para la salud mental, el funcionamiento cognitivo o el sistema inmunológico, entre otras cosas, pero tendemos a descuidar los hábitos de descanso o bien durmiendo poquitas horas a diario y pegándonos atracones de sueño el fin de semana.

Si por la mañana sientes que no has descansado, te notas cansado físicamente, te cuesta mantener la atención, estás irritable o incluso te notas decaído, presta atención a tu descanso. ¿Por qué? Porque seguir durmiendo poco y mal puede acarrear graves problemas de salud.

1. Dificultades de memoria

Mientras dormimos, nuestro cerebro descansa y se repara del exceso de actividad que ha tenido lugar durante el día. También procesa toda la información y se fija la que es más importante. Este proceso tiene lugar gracias a las sinapsis neuronales (es decir, las conexiones entre las células del cerebro), que a su vez se produce gracias a una concentración óptima de neurotransmisores (que son las sustancias mensajeras del cerebro). La falta de sueño altera esos niveles de neurotransmisores y, en consecuencia, a las conexiones neuronales. ¿El resultado? Pérdidas de memoria de información importante y dificultades para fijar nueva información.

Por eso es mejor no quedarte sin dormir el día antes de un examen para estudiar… Corres el riesgo de olvidar lo ya aprendido y retener bastante mal la nueva información.

2. Alteraciones en las relaciones interpersonales

Según un estudio de la universidad polaca de Gdansk, la falta de sueño reduce la asertividad, la empatía y el pensamiento positivo, lo que puede dar lugar a una tendencia a la frustración, irritabilidad y agresividad. En otras palabras, dormir poco nos pone de mal humor y podemos pagarlo con quienes nos rodean, aumentando los conflictos y empeorando la calidad de nuestras relaciones.

3. Mayor sensibilidad al dolor

El mismo estudio encontró una relación entre el insomnio y la tendencia a somatizar (experimentar el malestar psicológico a través de sensaciones físicas). Además, puede aumentar la sensibilidad al dolor, algo que afecta especialmente a aquellas personas que padecen una enfermedad como la fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, hipotiroidismo, migrañas, síndrome del intestino irritable, etc.

4. Desajustes hormonales

Las hormonas afectan al sueño y el sueño afecta a las hormonas, es una relación circular. ¿Cuál es el problema? Que en situaciones de estrés o en momentos puntuales en los que tu calidad del sueño es mala, se produce un efecto dominó: duermes peor y tus hormonas se desajustan, y como tus hormonas están desajustadas, te cuesta volver a dormir bien.

Una de las hormonas implicadas en este círculo vicioso es el estrógeno, que está presente en mujeres y en hombres, aunque en niveles más bajos. Es responsable de la salud sexual, del estado de ánimo (ya que es una hormona que aumenta la sensibilidad a la serotonina) o de la densidad de los huesos. Si se desajusta, puede provocar dolores musculares o articulares, cambios de humor, cambios en el apetito sexual, desajuste menstrual o insomnio.

Otra de las hormonas es la testosterona, presente en hombres y en mujeres, pero en niveles más bajos al revés de lo que sucedía con el estrógeno. Una de sus funciones más importantes es regular la masa muscular, así que la falta de sueño y los consecuentes problemas de testosterona, pueden provocar que pierdas músculo con gran facilidad.

Finalmente, nos topamos con la insulina, hormona responsable de regular los niveles de azúcar en sangre. Los problemas de sueño pueden desajustar drásticamente su concentración, lo que aumenta el riesgo de diabetes y, en casos más leves pero igualmente preocupantes, afectar al metabolismo, aumentar las ansias de atracones o provocar un estado de cansancio generalizado.

5. Problemas cardiovasculares

Numerosas instituciones han encontrado que dormir poco aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca, aunque algunas investigaciones ponen el límite en seis horas y otras en siete horas. Lo que sí está claro es que la falta de sueño puede provocar aterosclerosis (se acumulan placas en las arterias), hipertensión (aumenta la presión arterial), accidentes cerebrovasculares (no llega suficiente oxígeno al cerebro) y enfermedades cardíacas.

6. Deterioro del sistema inmune

El hecho de que cuando estás enfermo te apetezca dormir no es casual, nuestro cuerpo necesita el descanso para repararse.

Poco sueño o de mala calidad puede afectar a los niveles de citoquinas, más concretamente de las interleucinas, pequeñas proteínas cruciales para el sistema inmunitario. Esto deriva en un peor funcionamiento del sistema linfático, sobrecrecimiento bacteriano y mayor predisposición a padecer enfermedades infecciosas, entre otras consecuencias.

7. Depresión y ansiedad

Todo está relacionado en nuestro cuerpo. La falta de sueño nos hace estar más irritables, lo que deteriora las relaciones y nuestro estado de ánimo. A mayores, entran en juego las hormonas, que provocan dificultades en la síntesis de neurotransmisores. También influyen las dificultades cognitivas: cuando tenemos peor memoria, peor atención o peor capacidad de concentración, podemos acabar desarrollando síntomas de ansiedad o episodios depresivos. Este riesgo parece ser mayor en adolescentes y adultos jóvenes, ya que el descanso a edades tempranas es mucho más importante.