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La increíble historia del tenedor: este utensilio de uso diario fue considerado "diabólico" durante siglos

Así ha evolucionado el tenedor hasta hoy. Unsplash
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Madrid¿Qué sucedería si al sentarnos a la mesa notáramos que no tenemos tenedor? No hay duda de que enseguida intentaríamos conseguirlo, puesto que es una herramienta esencial para poder comer, salvo que el menú consista exclusivamente en caldos o cremas. Ahora nos parece impensable comer sin tenedor, pero hubo un tiempo en el que no lo fue tanto, de hecho durante un tiempo la Iglesia lo prohibió por considerarlo un símbolo de vanidad y lujo.

Por suerte para todos, eso forma parte del pasado y en el presente no tenemos problemas para pinchar la comida que tenemos en el plato y, si tenemos la suficiente confianza, puede que algo de la comida de nuestro compañero de mesa (si es que tiene buena pinta).

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La increíble historia del tenedor

De los tres cubiertos que empleamos habitualmente en la mesa, la cuchara, el cuchillo y el tenedor, este fue el último cuyo uso se popularizó. Antes de la existencia del tenedor, ya existía un utensilio parecido (en Grecia, Roma o Egipto), que se empleaba para pinchar la carne y poder cortarla o para sacarla del fuego o de la cazuela cuando estaba muy caliente. 

Similar, pero no idéntico, porque en ese caso solo tenía dos pinchos y su uso era general, no se empleaba de manera individual, es decir, había uno para su uso general, no tenía cada comensal el suyo. Antes de la llegada del tenedor, cada uno comía con el cuchillo que llevaba y con las manos, pero a partir del siglo VII las cosas cambiaron gracias al imperio Bizantino. Hasta el siglo X su uso se fue popularizando entre las clases altas

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Su llegada a Europa no fue fácil, el clero rechazaba su uso por sus similitudes con la orca del diablo, lo que hacía que consideraran usarlo como una afrenta a dios (recordemos que en ese momento solo tenía dos puntas). Se consideraba que comer con las manos era lo natural y el tenedor interfería en ello, siendo considerado un instrumento de vanidad y relacionado con el pecado. 

Tuvieron que pasar trescientos años hasta que pudo regresar a las mesas europeas, gracias a la boda de Catalina de Médici con Enrique II de Francia. Su uso quedaría restringido a las altas esferas y en 1582 se usó por primera vez de manera pública en París. A lo largo de los siglos su uso se fue extendiendo, dejando de ser exclusivo de las clases altas en los siglos XVIII y XIX. 

Con la evolución de la metalurgia se fueron abaratando costes en su fabricación y en 1880 pasó de tener dos puntas a las cuatro que conocemos actualmente. Este pequeño cambio permitía que fuera más sencillo y cómodo sujetar la comida y evitar que se cayera. En el siglo XX el tenedor ya formaba parte de la mayoría de las mesas en Occidente. Es aceptado y utilizado en la mayoría de las culturas, aunque algunas como las asiáticas lo cambian por palillo, cucharas o por las manos en función del contexto. 

No ha sido un camino fácil, pero ahora no podríamos pensar en un cubierto más práctico que este (junto con los otros dos, claro).