Las mejores anécdotas de Simeone y Luis Aragonés: “Son leyendas del Atlético pero los dos pudieron ir al Real Madrid”
Rubén Uría e Iván Vargas han hecho un ejercicio de memoria y periodismo para recopilar docenas de anécdotas de dos figuras irrepetibles del fútbol español y mundial en ‘Eternos’ (Roca Editorial)
Luis Aragonés y Diego Pablo Simeone comparten más que los colores del Atlético
Luis Aragonés y Diego Pablo Simeone comparten más que los colores del Atlético: un mismo instinto competitivo, un liderazgo forjado en vestuarios -primero calzándose las botas y más tarde como líderes de los que fueron sus compañeros- y un patrimonio de frases que resumen su forma de entender el fútbol. Rubén Uría e Iván Vargas han hecho un ejercicio de memoria y periodismo para recopilar docenas de anécdotas de dos figuras irrepetibles del fútbol español y mundial en ‘Eternos’ (Roca Editorial).
Lo han escrito juntos, pero cada uno a su manera, en lo que puede resultar un paralelismo con las vidas y las personalidades de los protagonistas de la obra: Luis, imprevisible y vehemente; Simeone, metódico pero implacable. Rubén se explica: “No tengo la constancia de escribir todos los días. Lo que sí me pasa es que empiezo a escribir, me noto bien y me puedo tirar escribiendo cuatro días seguidos”. Iván, por su parte, trabaja en el polo opuesto: “Soy muy de Excel porque si no, me vuelvo loco. Si no voy cumpliendo, me vuelvo loco”. Ambos reconocen que se han quedado docenas de anécdotas en el tintero.
Así, a cuatro manos, se ha forjado ‘Eternos’, las páginas en las que confluyen algunas de las anécdotas que mejor definen a estas dos figuras icónicas. Desde un motín hasta el ‘no’ a Guardiola pasando por Romario, Maradona, Etoo, un sexador de pollos, ‘Wallace’, Kiko, Gil y Gil… Dos jugadores con un entrenador en la cabeza, dos entrenadores con un jugador en el corazón. Luis Aragonés y Diego Pablo Simeone, leyendas con estilo propio. “Luis fue mejor entrenador. Simeone es mejor líder”, apuntan.
Luis fue mejor entrenador. Simeone es mejor líder
Y como buenas leyendas, cada una con su carácter bien marcado. “Al Cholo le falta el sentido del humor castizo de Luis, pero no tiene problema en meterse en fuego cruzado. A Luis, aunque era de barrio, le faltaba a veces ese valor de denuncia, de mojarse. Luis se mojaba menos en esas cuestiones, aunque podía zarandear a Jesús Gil padre si hacía falta. El Cholo dice lo que piensa a Gil Marín, pero en privado. Esa es la diferencia”.
Rubén describe con franqueza la diferencia de temperamento entre uno y otro: “Luis era un volcán siempre. El Cholo ya no lo es, aunque de jugador tenía su carácter -sólo unas semanas después de llegar al Atlético, reunió a los capitanes en su habitación tras perder un Trofeo Colombino de pretemporada para decirles que él había llegado para ganar, no para perder “como gilipollas”-. Simeone me parece ahora entrañable y muy emocional; se emociona en el vestuario y no puede seguir. Los propios jugadores te cuentan que más de una vez le brillan los ojos y tiene que parar las charlas”.
La Copa de Europa
La Copa de Europa del 74 y las finales de Champions de Lisboa y Milán marcaron en cierto modo el carácter de ambos. Rubén recuerda que “Luis perdió la final del 74 y eso le formó desde el césped para ser entrenador. Le enseñó a gestionar grupos”. Por su parte, la historia reciente habla de las dos finales de Champions perdidas por el Atlético del Cholo.”Perdió dos finales, pero ganó muchas cosas que se olvidan. Le duele todo aquello, pero la realidad es que ha cambiado al Atleti. Se le compara consigo mismo y eso es complicado porque ha creado unas expectativas tan altas que ahora es fácil criticarle”, explican.
Al Cholo le falta el sentido del humor castizo de Luis, pero no tiene problema en meterse en fuego cruzado
La transición de jugador a entrenador fue fulminante para ambos. Luis lo definió con crudeza: “Un día me acosté jugador y al siguiente me levanté entrenador”. Fue de rojiblanco y allá por los 70, cuatro décadas antes de que a Simeone le sucediera exactamente lo mismo. El Cholo vivió ese salto en su querido Racing. “Los dos fueron jugadores. Sabían los códigos del vestuario. Eso se mama con los años”, apunta Rubén. Iván remata la idea asegurando que “si tú dejas mal al jugador, pierdes el respeto del grupo. Luis y el Cholo nunca traicionaron la confianza del vestuario, incluso aunque les perjudicara”.
Del césped al banquillo
Obviamente, ambos cambiaron radicalmente de la noche a la mañana. “Luis, desde el primer momento, marcó una distancia brutal, tratando de usted a sus jugadores. Y el Cholo también, pero sobre todo con los medios. Luis tenía amigos entre los periodistas y los mantuvo. El Cholo llegó al Atleti y se olvidó del pasado. Ni una cerveza ni una confidencia con un periodista. Una postura muy inteligente. Luis tenía más poso, podía separarse más de las situaciones”, explican Iván y Rubén.
En sus vestuarios sonaron mantras distintos pero con idéntico filo: Luis será recordado para siempre por el famoso “ganar, ganar y volver a ganar”, mientras el Cholo escogió la bandera del “partido a partido” y jamás ha renunciado a ella. Iván subraya que “los dos son igual de ambiciosos. Van en la misma dirección”. Rubén, por su parte, rescata lo excepcional que supone el hecho de tener el cariño de tantas hinchadas como tiene Luis. “Es el padre de muchas aficiones. En Oviedo le tienen cariño, en Mallorca es un ídolo, en Sevilla le adoran y en el Atlético es leyenda… Ha ido a mil sitios y le quieren en todos lados”.
Haciendo un ejercicio de fútbol ficción proponemos a Rubén e Iván que imagen a Simeone dirigiendo al Atlético en la época de Luis. Rubén no duda: “Sin multimillonarios y diferencias abismales en los presupuestos, en los años 60-70, habría sido considerado el mejor entrenador del mundo. En ese fútbol con menos desigualdad habría sido el mejor, sin duda”. Tampoco olvida que Luis, por su parte, también llevó a cabo pequeños milagros: “Fue un nómada de los banquillos. Consiguió cosas que para otros serían ciencia ficción: llevar a Champions al Mallorca, ganar títulos con el Betis o ser subcampeón con el Valencia”.
Sin multimillonarios y diferencias abismales en los presupuestos, en los años 60-70, Simeon habría sido considerado el mejor entrenador del mundo
¿Y si, continuando con el fútbol ficción, las finales que marcaron a ambos en la Copa de Europa hubieran caído de su lado? Rubén e Iván lo tienen claro: “Si Simeone hubiera ganado en Lisboa se habría ido al Inter y no hubiera tenido la historia que tiene en el Atlético. Y Luis, si llega a ganar contra el Bayern, al revés. Se habría quedado mucho más tiempo y a lo mejor habría alargado su leyenda como jugador”.
Rubén matiza: “A Luis jamás le habría engañado Diego Costa como engañó al Cholo para jugar la final de la Champions. Eso lo tengo clarísimo. Simeone pecó de ingenuo”.
Trato cínico
Ambos tienen claro que tanto a Luis como al Cholo se les trata con cierto cinismo. “La misma gente que despreciaba a Luis en vida ahora lo venera póstumamente”, reivindica Rubén. Iván vislumbra que “el día que muera Simeone le darán todo el reconocimiento. Nadie soñó con dos finales de Champions en tres años en el Atlético”.
Lo aseguran tanto mirando a las gradas como a los papeles. “La prensa les ha maltratado a los dos. Luis supo ver el talento de Xavi cuando no se veía, cambió la forma de jugar de España y nos hizo campeones. Se le reconoce mucho porque se murió, pero lo de no llevar a Raúl a la selección fue matador para él. Recuerdo un periódico en el que entrevistaron a Maradona s ólo para que dijera que Raúl tenía que ir. Fue una portada vergonzosa”, rememora Iván.
La prensa les ha maltratado a los dos
Cierto es, pese a que el escudo del Atlético está grabado a fuego en ambos protagonistas, que los dos pudieron (y tal vez quisieron) vestir de blanco. Eso nunca ocurrió y nunca ocurrirá: “Luis estuvo cerca de llegar al Madrid en el 90 y no escondió su deseo incluso en público”. Aquella no fue la única ocasión, ya que de jugador pasó por la cantera blanca y, como entrenador, estuvo también a punto de cambiar el rojiblanco por el blanco en el 85.
Por su parte, “El Cholo quería ir para allá cuando vino al Atlético, pero al final no se dio y terminó convirtiéndose en el gran líder de un equipo que logró el doblete (95-96)”. Tanto es así que siempre ha asegurado que no cambiaba su camiseta rojiblanca al terminar los partidos con los rivales: “Me tenían que dar dos porque la mía valía más”. Genio y figura.
