¿Cómo se traduce el ahorro de energía en tu factura de la luz?

  • Aprender a leer tu factura de la luz es básico para comprender hasta qué medida tus cambios en consumo energético se dejan notar en la suma final que pagas a fin de mes

  • En ocasiones algunas partidas fijas de tu factura pueden incrementar el precio innecesariamente y hacer que tu esfuerzo por ahorrar no se note demasiado

  • ¿Cuánto dinero deberías tener guardado en la cuenta corriente?

Llegar a fin de mes se ha convertido en todo un reto para miles de familias en España: la inflación sigue sin dar tregua, las hipotecas y préstamos se encarecen debido al alza de los tipos de interés y cada vez más personas se ven obligadas a recurrir a instrumentos como la reunificación de deudas. En este contexto, ahorrar en cada partida presupuestaria posible es prioritario y una de las que más se deja notar en nuestro bolsillo, especialmente durante los meses de frío, es la factura de la luz. En ella se recoge gran parte de nuestro consumo energético y, en caso de que utilicemos calefacción a través del sistema eléctrico, los meses que vienen prometen suponer un ascenso en el montante total. ¿Cómo se manifiestan las medidas de reducción de consumo que podemos poner en práctica? ¿Cómo se traduce el ahorro de energía en tu factura de la luz?

Cómo se traduce el ahorro de energía en tu factura de la luz

Ahorrar luz y llevar a cabo un consumo responsable (siempre sin dejar de lado nuestras necesidades básicas) es siempre buena idea: no solo nos lo agradecerá nuestra economía doméstica, sino también el medio ambiente. Situaciones de crisis como la actual nos empujan a ser creativos y a valorar qué consumimos y por qué, así como a evitar cualquier gasto prescindible. Y, aunque resulta mucho más relajado y placentero no tener que valorar cuánto gastamos y en qué en todo momento, lo cierto es que estas lecciones pueden ayudarnos a gastar de forma más responsable y sostenible en el futuro, así como a ahorrar en mayor medida para hacer frente a nuestros proyectos o simplemente para contar con un colchón adecuado.

Existen muchas medidas que nos permiten ahorrar luz: un buen aislamiento en tu casa, el reemplazo de las bombillas tradicionales por bombillas de bajo consumo, el uso de cortinas y alfombras para mantener la temperatura, el sencillo y útil acto de desenchufar aquello que no estés utilizando, darte duchas cortas y usar también el agua fría cuando sea posible (además, es muy bueno para tu salud), apagar las luces a medida que cambies de habitación, lavar tu ropa con agua fría cuando sea posible, reducir la temperatura del calentador de agua… También es importante saber qué electrodomésticos consumen más luz.

Sin embargo, no siempre notaremos grandes cambios en nuestra factura de la luz, y ello puede deberse a distintos motivos. Por ejemplo, puede que tengamos contratada una potencia superior a la que necesitamos y que, simplemente ajustando esta partida, la suma total se vea reducida sensiblemente. También es posible que estemos realizando consumos importantes fuera del horario recomendable y que, por tanto, el precio que se aplique a este tipo de consumo sea más elevado de lo que podría en caso de optar por una franja horaria más económica. A veces existen, además, productos asociados que pagamos sin darnos cuenta y que podemos eliminar si no son necesarios. Así, reduciendo la parte fija de tu factura notarás más la diferencia cuando reduzcas tu consumo real.

Para todo ello, es importante que sepas leer en detalle tu factura de la luz. Toma nota de estos consejos:

  • Tómate tu tiempo para comprender cómo funciona la factura de la luz. Se trata de un documento muy poco intuitivo y por eso muchas veces posponemos indefinidamente la tarea de comprender el desglose de gastos que pagamos. Es importante que saques un hueco en tu agenda para aprender a leer tu factura y, de paso, para realizar un estudio de mercado que te permita cambiar de contrato y/o de compañía suministradora si es conveniente. Conceptos como la potencia contratada o término fijo, la energía consumida o término variable, los impuestos aplicables y otros servicios, el IVA o IGIC aplicable… resultan clave para comprender el precio final.
  • Estudia distintas ofertas. Valora que cada compañía ofrece distintos precios por potencia contratada (que es una cuota fija relacionada con tus necesidades energéticas) y por energía consumida (precio por kWh). Además, conviene controlar que no estés recibiendo (y pagando) ningún servicio que no te interese y que resulte opcional.
  • Aprende a distinguir entre importe fijo e importe variable. Desde OCU nos recuerdan que el recibo de la luz está formado por dos importes: un coste fijo por disponer de electricidad (se paga por cada kW de potencia contratada) y otro por la electricidad consumida. Ambos varían en función de la tarifa que tengamos contratada. A todo ello se le suman impuestos, alquiler de contador, tras servicios…
  • Conoce el desglose de tu factura. En el mercado regulado, todas las compañías estructuran de la misma manera las facturas. En el libre, se pueden hacer las facturas como quieran. Esto es algo que puedes y debes tener en cuenta a la hora de elegir compañía eléctrica. En el mercado regulado, tu factura contendrá, como mínimo, el nombre de la compañía (permite saber si nos encontramos en el mercado libre o regulado); el periodo de consumo que recoge (mensual, bimestral…); referencia del contrato de suministro (dato clave para identificarte, aunque a veces es más útil el número CUPS o Código Unificado de Punto de Suministro, que identifica tu instalación y se mantiene aunque cambies de comercializadora); el peaje o tarifa de acceso (se determina en función de la potencia contratada); la potencia contratada; la facturación por potencia contratada (se paga sí o sí, aunque no haya consumo; facturación por energía consumida (aquí pagas por lo que efectivamente consumes, siendo lo que la compañía cobra por cada kWh de energía consumida); impuesto sobre la electricidad; alquiler de equipo a medida (lo regula la Administración y se calcula multiplicando el número de días por el precio del alquiler del contador, salvo que sea tuyo); y el IVA (o IGIC en el caso de Canarias).

Si tienes dudas, coméntalas con tu compañía y elimina de tu factura todo lo que sobre. Siempre puedes cambiar de empresa suministradora si crees que estás pagando más de lo que debes y existe otra compañía que te ofrezca mejores condiciones. Eso sí, ten cuidado con los descuentos temporales si implican permanencia y penalización en caso de desistir antes de su finalización.