Cómo evitar que la empresa familiar corra peligro: "El 70% pierden su riqueza en la segunda generación y un 90%, en la tercera"
Analizamos cómo, para muchas empresas, supone un gran riesgo el momento de la transición generacional
Extra: ¿Se puede reclamar una herencia ya repartida?
En el imaginario colectivo, el hecho de heredar una fortuna o de tomar el relevo al mando de un imperio familiar puede parecer un golpe de fortuna comparable a que te toque la lotería. Pero en la práctica, en lugar de una bendición, puede convertirse en una bomba de relojería.
Los datos son tan contundentes como recurrentes: según diversos estudios internacionales, más del 70% de las familias pierden su patrimonio en la segunda generación. Para la tercera, la cifra escala al 90%. Y no se trata solo de dinero, sino de valores, propósito y de la sensación de continuidad. ¿Qué está fallando? La respuesta no está tanto la cantidad que se hereda, sino en cómo se forma ese patrimonio y las personas que lo acaban recibiendo.
Heredar, sí; saber gestionar, aún más
“Heredar sin preparación es como entregar un avión a alguien que no ha aprendido a pilotarlo”, resume Ramón Alfonso, socio fundador de Norz Patrimonia y director del programa ‘Estrategias de inversión y gestión de patrimonio’ en ESADE. Su diagnóstico parte de la experiencia: sin educación financiera, sin una hoja de ruta clara y sin acompañamiento emocional y estratégico, la riqueza se convierte en un riesgo, no en una oportunidad.
Para evitar ese escenario, los expertos destacan cinco pilares fundamentales que conforman lo que llaman un plan de acción efectivo:
- Formación patrimonial temprana y educación financiera.
- Planificación patrimonial estructurada (con protocolos, testamentos, consejos familiares).
- Desarrollo de mentalidad empresarial independiente.
- Acompañamiento generacional mediante coaching y mentoría.
- Transmisión consciente de la cultura y valores familiares.
El objetivo no es solo preservar activos, sino formar individuos con criterio, propósito y autonomía. Herederos que no solo reciban, sino que comprendan la misión del legado, el esfuerzo que lo originó y el horizonte al que debe dirigirse. “No se trata de enseñar a gastar, sino a multiplicar, proteger y decidir con responsabilidad”, insiste Alfonso.
‘Succession’ y la realidad
No hace falta irse a la ficción para entender lo que está en juego. Aunque Succession, la aclamada serie de HBO, ha llevado al extremo la lucha por el poder en una familia multimillonaria, su retrato de egos, rivalidades y estrategias emocionales resuena con fuerza en muchas empresas reales. Heredar puede ser tan caótico como traspasar una herida abierta si no se ha cultivado una relación saludable entre la familia y el negocio.
En España, los datos hablan claro: el 88,8% de las empresas son familiares, según el Instituto de la Empresa Familiar, y generan más de dos tercios del empleo y el 57,1% del PIB. Sin embargo, solo un tercio logra sobrevivir al paso a la segunda generación, y apenas un 13% a la tercera. El riesgo de colapso patrimonial no está tanto en los mercados como en las relaciones humanas mal gestionadas.
La psicóloga Syra Balanzat, lo explica con precisión: “Las empresas familiares pueden ser espacios de confianza y flexibilidad, pero también un terreno fértil para la confusión de roles, los favoritismos y los conflictos soterrados”. Por eso, separar los ámbitos, es decir, saber cuándo se habla con el jefe y cuándo con el padre, resulta tan esencial. La claridad en las funciones y la definición de límites dentro y fuera del negocio son claves para evitar que el legado emocional termine contaminando la viabilidad económica.
Del apellido al propósito: profesionalizar la herencia
En este aspecto debe quedar claro que no existen soluciones universales, pero sí que hay principios clave que seguir. “Muchas veces, el problema no es que los herederos sean irresponsables, sino que nunca se les ha dado la oportunidad de entender el porqué de lo que reciben”, advierte Alfonso. De ahí la importancia de trabajar con acompañamiento constante, evaluar los progresos y, sobre todo, no imponer el relevo generacional como un mandato, sino como una posibilidad que debe ser deseada.
Porque el legado no se sostiene solo sobre bienes. Se sustenta sobre ideas, principios, visión. Como recuerdan desde la consultora estadounidense The Family Business Consulting Group, transmitir la misión fundacional (el porqué del negocio, la historia que lo sostiene) es lo que genera cohesión en las generaciones futuras. “Los hijos deben conocer no solo los balances, sino las raíces”, explican.
