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El verano es el mejor momento para ahorrar en la calefacción del invierno: consejos para aislar bien tu hogar

Preparando la calefacción para el invierno. Telecinco.es
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Mientras la mayoría huye del calor en busca de sombra y brisa marina, el verano ofrece, paradójicamente, la mejor ventana temporal para construir el confort térmico del invierno. Aislar nuestro hogar no es una batalla que deba librarse con la urgencia de un frío que ya ha llegado, sino que debe ser una estrategia planificada desde mucho antes, en tiempos cálidos. No se trata solo de confort o eficiencia, sino de ahorro tangible y sostenido, en un contexto energético que sigue siendo cada vez más inestable.

El aislamiento doméstico es el caballo de batalla invisible del ahorro energético. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), más del 50% de la energía de calefacción se pierde a través de un aislamiento deficiente. Hablamos de fachadas porosas, ventanas incapaces de retener el calor, o de techos mal sellados. El coste de toda esta ineficiencia es una fuga térmica que no solo tiene un coste económico, sino también estructural. El sistema se sobrecarga, se emite más CO2, y el confort climático interior se desdibuja.

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El primer paso para solucionarlo es optar por aislamientos exteriores tipo SATE (aislamientos adhesivos exteriores), que se colocan sobre la fachada sin suponer una molestia para quienes viven en el interior de la vivienda. Otra alternativa son los sistemas de insuflado para cámaras de aire en los muros de los edificios, que mejoran radicalmente la resistencia térmica de la vivienda sin tener que realizar reformas invasivas. Sin embargo, este método no es una alternativa en edificios más antiguos, que por lo general no cuentan con ningún tipo de cámara de aire. 

Además de estas alternativas, es recomendable revisar las ventanas, y sustituirlas si fuera necesario por modelos con doble o triple acristalamiento y rotura de puente térmico puede reducir en más de un 40% las pérdidas energéticas asociadas a cerramientos. El verano es el momento idóneo de tomar estas decisiones y de realizar las reformas necesarias, ya que habrá mucha menos lluvia y humedad para retrasar la ejecución de las obras. 

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De radiadores dormidos a termostatos que piensan

No solo el envoltorio importa, ya que también hay que prestar atención a nuestros equipamientos interiores. El sistema de calefacción, aunque esté silente en julio, es una maquinaria que necesita revisiones periódicas para no fallar en el fragor invernal. Debemos asegurarnos de purgar radiadores, limpiar posibles acumulaciones de polvo que reduzcan la convección y reajustar la presión de la caldera. Son operaciones sencillas que, ejecutadas durante la serenidad del verano, previenen el caos térmico de los meses más fríos.

También se puede valorar cambiar el equipamiento por completo y dar el salto hacia calderas de condensación o bombas de calor aerotérmicas. Se trata de alternativas que pueden requerir de una inversión considerable, pero son fácilmente amortizables en un plazo medio gracias al ahorro energético y las subvenciones asociadas (como las del Plan Ecovivienda o los fondos Next Generation). Si queremos poner la guinda, no podemos olvidarnos de contar con termostatos programables que aprenden de tus rutinas, y te permiten evitar calentar la casa para nada, ajustando el consumo a las necesidades reales de nuestra familia.

Energía pasiva: la revolución silenciosa

Frente a la hiperdependencia tecnológica, resurgen estrategias de sobriedad energética inspiradas en la arquitectura bioclimática. Por ejemplo, podemos aprovechar la radiación solar directa durante las horas centrales del día y reforzar el aislamiento nocturno mediante cortinas térmicas o persianas tradicionales para tratar de mantener el interior del hogar entre 4 y 7 grados más cálido sin necesitar de una sola chispa eléctrica. Los aislamientos reflexivos tras los radiadores, como las láminas de aluminio o paneles con cámara de aire, devuelven el calor al interior en lugar de dejarlo perderse por los muros exteriores.

Este tipo de soluciones, aunque parezcan rudimentarias en apariencia, sirven para multiplicar la eficacia de la calefacción cuando forman parte de una optimización lógica de esta necesidad. Es decir que van acompañadas del sellado de juntas, corrección de infiltraciones, uso estratégico del mobiliario o de la colocación de alfombras que corten el puente térmico del suelo.

De esta manera, queda claro que planificar durante el estío la estrategia energética invernal es, más que un consejo práctico, una postura política frente al despilfarro. No se trata únicamente de sobrevivir al frío, sino de reconfigurar nuestra relación con la energía doméstica. El calor nos concede tiempo, luz, disponibilidad técnica y estabilidad atmosférica: todo lo que el invierno suele negar. Aprovecharlo es sensatez, pero también rebeldía frente a un sistema que nos empuja a consumir sin pensar. El mejor momento para calentar tu hogar no es cuando tiritas: es ahora.