Jubilación

Mi pareja y yo, jubilados 24/7: manual de supervivencia para que la convivencia no desgaste el amor

La comunicación es clave para una jubilación feliz en pareja. Freepik
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La llegada de la jubilación trae consigo multitud de cambios, no todos bienvenidos. En una etapa tan disruptiva con el modo de vida al que nos habíamos acostumbrado durante décadas, puede también minar las relaciones sentimentales debido a una multitud de causas, para las cuales hay que trabajar en pareja para solucionar y emprender una vejez fortalecida y unida entre ambas partes.

Por qué la jubilación puede provocar crisis de pareja

La jubilación puede tensar las relaciones de pareja por una combinación de factores psicológicos, emocionales y prácticos. El primero y más importante es uno común a todas las inestabilidades que trae consigo el retiro de la vida laboral activa, la pérdida de la identidad individual asociada al trabajo. La sociedad actual en la que vivimos da una importancia extrema a la asociación entre quiénes somos y a qué nos dedicábamos.

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Cuando desaparece nuestro oficio, suele esfumarse esa sensación de propósito, lo que suele dar pie a sentimientos de vacío, ansiedad, depresión o “el síndrome del jubilado”, que a su vez pueden manifestarse como irritabilidad o retraimiento, afectando la relación.

El principal punto de fricción llega con la nueva realidad, en la que, sobre todo si tu compañero sentimental también está jubilado, pasamos todo el tiempo juntos, lo cual puede ser demasiado. Puede parecer que pasar más tiempo juntos va a ser una nueva situación idílica, pero no siempre “el roce hace el cariño”, sino que puede dar lugar a la situación contraria. Hay que encontrar nuestros espacios personales, encontrando un nuevo equilibrio entre el tiempo compartido y el individual.

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Además, la ausencia de la obligación de trabajar también rompe con ciertos horarios y rutinas establecidas por décadas, haciendo que lleguen otras nuevas que pueden no ser del todo satisfactorias para ambas partes. Sobre todo, tener horarios de sueño distintos, lo cual puede hacer desaparecer ciertos momentos juntos, lo que puede crear conflictos de interés.

La liberación de la carga laboral trae consigo una reorganización de las tareas domésticas que también puede ser un foco de conflicto. En este caso, si ambos cónyuges están jubilados, será más sencillo hacer un reparto equitativo de las responsabilidades del hogar, como limpieza, hacer la compra, etcétera. Sin embargo, si solamente una de las partes está jubilada, la otra puede asumir que a partir de ahora se debe encargar de todas las tareas, lo que puede hacer surgir cierta saturación al haber sustituido la carga laboral por echarse la casa a la espalda en exclusiva y sin apoyo de la otra parte.

Otro posible foco de conflicto puede ser la reducción de ingresos y la consecuente preocupación financiera. Muchas parejas experimentan una caída de ingresos, lo que requiere un ajuste en su estilo de vida y presupuesto. Esto puede generar frustración y resentimiento, sobre todo si ambos tenían expectativas diferentes sobre cómo sería su vida en esta etapa de mayor libertad a la que el presupuesto no deja tanto margen de maniobra.

La comunicación debe ser más intensa que nunca

Llegados a esta etapa de la vida, que puede ser tan tensa, hay que tener una comunicación muy fluida que deje claro nuestro punto de vista, expectativas o metas en la nueva etapa. Las expectativas no discutidas pueden llevar a la frustración y la distancia, por lo que hay que poner las cartas sobre la mesa y hacer saber al otro cuál es nuestro plan de vida como jubilado, para poder llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos.

Además, esta etapa puede ser crítica porque aparecen problemas de comunicación y conflictos no resueltos que antes estaban enmascarados por las distracciones del trabajo y las rutinas diarias. Sin esas distracciones, los problemas pueden intensificarse si no se abordan de manera efectiva.

Por ello, es fundamental que ambos miembros de la pareja se esfuercen activamente en mantener el diálogo abierto y sincero, buscando maneras de adaptarse juntos a la nueva etapa. La empatía y la capacidad de escucha resultan claves para afrontar los retos que surgen y fortalecer el vínculo, permitiendo que cada uno exprese sus inquietudes y necesidades sin temor a ser juzgado. Por supuesto, es muy importante, se podría decir que crucial, encontrar un equilibrio entre la interdependencia y la independencia. Cada persona necesita tiempo y espacio para sus propias aficiones, amistades e intereses. Fomentar la autonomía individual reduce la sensación de invasión y enriquece la relación.

Además, puede ser muy beneficioso establecer nuevas rutinas compartidas, como realizar actividades en común o practicar alguna afición juntos. Estas acciones no solo ayudan a recuperar la complicidad, sino que también contribuyen a crear recuerdos positivos en esta fase de la vida, reforzando la unión y el respeto mutuo. Adoptar una actitud proactiva ante el cambio y mantener la mente abierta a nuevas formas de convivencia facilitará una adaptación más positiva y enriquecedora a esta etapa vital.