Educación

Álvaro Bilbao, neuropsicólogo: "Veo adolescentes que todavía duermen con la madre y entran en crisis si ella viaja"

Álvaro Bilbao, autor de 'El cerebro del niño explicado a los padres'. Plataforma Editorial
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Diez años después de la publicación de El cerebro del niño explicado a los padres -casi medio de millón de ejemplares vendidos y traducido a 25 idiomas-, Álvaro Bilbao (Bilbao, 1976) repasa el impacto de un libro que “ha envejecido muy bien” y que se lee con el mismo éxito y el mismo impacto en culturas tan distintas como la española, la china, la americana o la polaca. El neuropsicólogo era fiel defensor del equilibrio en la educación y del concepto de la familia hace una década y lo es aún más (si cabe) en la actualidad. Además, se enorgullece (desde la modestia) de cómo la sociedad se ha ido adaptando a su obra en lugar de haber tenido que modificarla él: “La sociedad se ha ido adaptando al libro, no al revés”. Su aspiración, dice, es sencilla y ambiciosa a la vez: “ojalá mis hijos salgan en el futuro con alguien educado con estos valores”.

¿Cómo te imaginabas hace 10 años que impactaría tu libro? ¿Te imaginabas este éxito y la fama que ha conllevado?

No, para nada. Tenía una plaza en un centro de rehabilitación de daño cerebral y estaba convencido de que me jubilaría allí. Llevaba 15 años en el mismo puesto y pensaba que quizá seguiría escribiendo porque me gusta mucho, y que con suerte algún libro funcionaría en ventas. Pero nunca imaginé el recorrido y las traducciones de este libro. Ayer mi mujer me recordaba cuando, tras publicar Me falla la memoria, oíamos por los altavoces de El Corte Inglés: “Ya tiene en la sección de librería el libro del método Dukan”. Yo pensaba: “Ojalá un día suene mi libro”. Y ha pasado, y además con una vida muy larga, que es lo mejor que le puede ocurrir a un libro.

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¿Cómo ha envejecido el libro en estos 10 años? Un libro con ciencia puede caducar pronto.

Eso ocurre con otros títulos; Cuida tu cerebro lo hemos actualizado varias veces por nuevas investigaciones. Pero este se centra en cómo funciona el cerebro de forma sencilla: ideas básicas, no últimos avances, lo que sabe cualquiera tras uno o dos años de Psicología. Y como el cerebro no cambia de una generación a otra, ha envejecido muy bien. Además, funciona en culturas muy distintas: China, Polonia, Italia, Corea, Japón… porque el cerebro es común a todos.

Por ejemplo, en 2015 yo ya explicaba que los niños no debían usar pantallas interactivas hasta los seis años. En octubre o noviembre de 2024, la Sociedad Española de Pediatría pasó de recomendar “hasta los 2” a “hasta los 6”. La sociedad se ha ido adaptando al libro, no al revés.

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Con el ritmo actual —pantallas, IA—, ¿habría que llevar tus propuestas más al extremo? ¿Quizá no 6 sino 8 años?

Sí, en el tema de las pantallas sería más contundente: cada vez se ven más efectos negativos y a partir de los seis años el perjuicio es claro. Las pantallas nos han desbordado y, además, muchos adultos perdemos tiempo de juego con los niños por el móvil.

Las pantallas nos han desbordado y, además, muchos adultos perdemos tiempo de juego con los niños por el móvil

¿Te gustaría que este libro lo leyeran también los niños según crezcan?

Mi sueño es que mis hijos lo lean cuando sean padres y aprendan lo que yo sé como psicólogo. Sería bonito que los niños vieran el cariño y la atención que sus padres pusieron en educarles. El libro une a padres e hijos, invita a ponerse en su lugar, ayudarles y, sobre todo, a disfrutar: tener un niño en casa es lo más bonito; disfrútalo.

No solo es tenerlo, es disfrutarlo todos los años siguientes.

Sí. Si disfrutas del niño, hay ventajas emocionales y cognitivas: conversas más, juegas, hablas de lo vivido… y eso beneficia al cerebro.

Diez años después, tus primeros lectores ya tienen hijos adolescentes. ¿Qué te dicen?

Muchos cuentan que el libro les cambió la forma de educar. A veces el padre no estaba implicado y el libro le enganchó. En Amazon hay más de 7.000 reseñas y muchas hablan de “un antes y un después”. Ha dado enfoque y herramientas para problemas cotidianos.

¿Y quienes lo leyeron entre un hijo y otro? ¿Cambian con el segundo?

Estoy seguro. Incluso recibo mensajes de abuelas diciendo: “Ojalá lo hubiera tenido para no cometer errores”. Otras ven cómo sus hijas ahora escuchan, atienden y tienen herramientas que ellas no tuvieron. Es un mensaje muy bonito.

¿Y el contrario? Abuelos que digan “son chorradas”. ¿Para cuándo Explicar el cerebro del niño a los abuelos?

De momento no han venido abuelos a quejarse, pero sí hay veces que viene un padre: “Mi mujer lleva tiempo diciéndome que me lea tu libro y no lo he hecho”. Se lo compra tras la conferencia, le entusiasma, me pide que se lo firme y decide leerlo. Cuando conocen el mensaje, engancha. También he oído: “Estoy harto, este es don perfecto”. Soy muy estructurado y eso se nota, pero en redes y en los libros aclaro que todos tenemos derecho a enfadarnos, gritar, equivocarnos y rectificar.

Insistes en el equilibrio y en el concepto de familias.

Exacto. Los niños deben respetar a los padres y viceversa. No puede ser que todos los fines de semana sean parques y cumpleaños si los padres no tienen tiempo para comprar unos zapatos o visitar a sus propios padres. Equilibrio: todos importan.

Los niños deben respetar a los padres y viceversa. No puede ser que todos los fines de semana sean parques y cumpleaños

¿Cómo se explica a los niños que papá o mamá tienen un mal día?

Habrá decisiones equivocadas: no dejar ir a un cumpleaños, no permitir cierta ropa, estallar por estrés o cansancio… Si te equivocas, luego hay que ir a los niños y no pasa nada por pedir perdón. Con una de mis hijas trabajo que acepte la disculpa y se le pase pronto: es una habilidad útil. Hay que decir: “Me he equivocado; intentaré hacerlo mejor; estoy cansado”. Los niños tienen egocentrismo cognitivo: ven todo desde su perspectiva. Cuando tú te enfadas, pueden sentirse culpables y “los peores del mundo”. Hay que aclarar: “No eres el peor; yo estaba estresado o cansado y no te merecías ese tono”, con normalidad y cariño.

En estos 10 años, ¿la sociedad ha ido a mejor o a peor en educación? El tema de los límites se malinterpreta.

Veo polos opuestos en consulta: padres que asfixian con normas “porque siguen todo” y otros que no ponen ninguna. Hay que buscar equilibrio. 

La permisividad extrema no es buena. Me llegan chicos de 14 ó 15 años sin normas básicas y que aún usan pañal por la noche. Descartas causas médicas y ves que nadie le ha dicho: “Hay que quitar el pañal; si te mojas, cambias la sábana”. Hasta los 6 puede ser madurativo; desde 7 suele apuntar a factores emocionales (miedos, ansiedad, necesidad de contacto); pero más tarde es un problema de otro tipo. 

También veo adolescentes que aún duermen con la madre y entran en crisis si ella viaja. La sobreprotección reduce autonomía, afrontamiento, resolución de problemas y calidad de decisiones. Los niños necesitan afecto, sí, pero después: trabajo, normas, disciplina y libertad para espabilar.

Dices que no te atreviste a escribir hasta ser padre. Si lo escribieras ahora, con hijos mayores, ¿cambiaría?

Lo defendería igual, pero quizá no lo escribiría tan bien. Entonces tenía la frescura del día a día (baños, acostarles…). Yo venía de la clínica con niños con problemas de conducta, muchos neurológicos, y no había leído libros de crianza; sí formación universitaria, artículos del doctorado y congresos. Hoy las posiciones están más polarizadas y quizás me darían más miedo los ataques por defender el equilibrio.

Este libro en concreto te dio la fama y a menudo cuentas que te paran mucho por la calle, ¿cómo lo llevas?

Soy tímido, pero bien. Varias veces me ha pasado que alguna mujer me ha reconocido y, mirando a sus hijos, les ha dicho: “Ese es el señor que dice que no podéis ver la tele”, y se me clavan dos miradas.

Hay mucho niño por ahí que te odia entonces…

[Ríe] Puede ser. Pero también vienen a conferencias con niños y abuelos: “Este es el señor del libro de mamá y papá”. Muchas familias ‘cenan conmigo’.

Me haría ilusión que, el día de mañana, mis hijos salieran con alguien educado con cosas normales como las del libro: límites, normas, valores, buen apego.

Me haría ilusión que, el día de mañana, mis hijos salieran con alguien educado con cosas normales como las del libro

¿Detectas en grupo quién ha sido educado de una u otra forma?

Sí. En consulta se ve: chicos de 12 ó 14 con padres que han dado cariño, límites y normas, frente a otros con negligencias por exceso o defecto. En mi grupo anual de ocho niños con problemas de comportamiento distingo casos con demasiada exigencia y poco afecto (problema distinto) y casos muy queridos pero impulsivos por falta de límites.

¿Te llevas el trabajo a la familia: otros padres, profes, amigos de tus hijos?

No. Si un padre me pregunta algo menor, bromeo: “Dale con la zapatilla”, para marcar que ahora soy padre, no terapeuta. Si me cuentan abusos, conductas graves o de drogas, ya ayudo o derivo.

En el WhatsApp del cole siempre aparece el debate del profe “duro” y los deberes. Me piden que vaya porque soy Álvaro Bilbao, pero yo soy un padre más. Mi hijo también ha llorado, pero creo que en dos o tres semanas se adaptan a dos horas de deberes y llegan al instituto más preparados. ¿Es bueno que lloren? No, pero hay que enfrentar dificultades con el apoyo de los padres. Sí, tiran de mí.

Si alguien descubre tarde el libro con un hijo ya de ocho o diez años, ¿se puede reconducir sin que el niño diga “estos no son mis padres”?

Sí. Tras los primeros años muchos padres se relajan porque el niño madura y mejora autocontrol y frustración, y ellos pueden ser más amables. El cerebro es plástico: cuanto antes trabajes autocontrol, paciencia, gestión de la frustración y lenguaje, mejor. 

¿A veces cambia antes el niño que los padres?

Sí. Hay adultos que dan por perdidos a sus padres y eligen una vida distinta y si tienen hijos, deciden educarlos de otra manera y no repetir errores. Y ponen límites a los abuelos si antes no los hubo.

¿Cómo ves el libro en 10 años?

Ojalá siga siendo referencia. El cerebro lleva miles de años con las mismas estructuras y así seguirá. Principios como empatía para calmar o poner palabras a emociones seguirán vigentes. Reviso cada tres o cuatro ediciones: añado o quito algún párrafo sin tocar la esencia. Me gustaría que, si ya ha marcado a una generación, siga haciéndolo.

El cerebro lleva miles de años con las mismas estructuras y así seguirá. Ojalá el libro siga siendo referencia

¿Sigue siendo el cerebro “el gran desconocido”? ¿Puede aparecer algo que lo cambie todo?

Desde Vygotsky (años 20) sabemos que el cerebro del niño se desarrolla a través de la interacción y la conversación con los padres. Podría llegar un chip o IA implantable que altere el aprendizaje, pero lo veo lejos. La crianza seguirá parecida, con un componente natural invariable y un componente cultural que pasa de padres a hijos. Este libro habría sido útil a principios del siglo XX —y quizá en el XV— porque propone ideas sencillas y respaldadas desde los 60–70: refuerzos, límites… que mucha gente no conocía.

¿Deberían leerse tus libros en las escuelas? ¿También por profesores que no son padres?

En muchos grados de Educación y Magisterio ya es material de clase, como los de Dan Siegel. La parte más valiosa, aunque menos popular, es la de desarrollo cognitivo (lenguaje, memoria, atención), que es el área que más he trabajado como neuropsicólogo. La memoria y la atención han sido mi principal campo, aunque también abordo problemas de conducta. Esas páginas, para mí, son las de más valor.