La obsolescencia prematura, el problema que desde Europa quieren erradicar

  • El Eurobarómetro estima que el 77% de los usuarios preferirían reponer sus electrodomésticos que desecharlos

  • La calidad de los materiales, el montaje de los productos y la programación del dispositivo para que falle pasado un numero de ciclos, en el foco de los eurodiputados

La Unión Europea estudia establecer unos criterios mínimos de resistencia para los productos, las empresas deberán informar mejor a los consumidores sobre la durabilidad de lo que fabrican y animar a reparar. Estas medidas se estudian por la llamada obsolescencia prematura de los productos, que supone un desperdicio de dinero, energía y recursos, que los eurodiputados quieren erradicar.

Desde Informativos Telecinco hemos preguntado hoy a los consumidores si notan en su día a día la obsolescencia prematura, algo que la mayoría nos ha confirmado. Principalmente, justificaban su respuesta por el hecho de que antes los productos duraban mucho más, uno de ellos decía que se debía al hecho de que las empresas “los hacían mejor”.

En la otra cara de la moneda los empresarios cuyos negocios se dedican a hacer reparaciones, los hermanos De Pablo tienen un comercio especializado en reparar principalmente electrodomésticos. Hoy, nos enseñaban un molinillo de café que fue comprado hace más de 45 años y que han podido reparar, por otro lado, mostraban una batidora moderna por la que no pueden hacer nada. Esto se debe a que la batidora está fabricada de forma hermética, por lo que no pueden repararla sin romperla. Además, declaran que las reparaciones no suelen salir rentable al cliente, al coste de la pieza que normalmente hay que reponer, hay que sumarle la mano de obra y el IVA, lo que hace que los consumidores se decanten por desechar su antiguo electrodoméstico y comprar uno nuevo.

Desde la OCU advierten que los productos están “fabricados para que no sea accesibles ni reparables”. La Organización de Consumidores y Usuarios ha iniciado una campaña para concienciar del consumo de productos que dejan de funcionar o tienen problemas al poco tiempo de su adquisición coincidiendo, en ocasiones, con el fin del periodo de garantía y obligando al consumidor a comprar uno nuevo. "Ya no se centra en la durabilidad, sino en incitar al consumidor a cambiar o hacer lo antes posible su próxima compra", declaran sobre el mercado de electrodomésticos.

Esta situación se puede deber, según los expertos, a una calidad inferior de los materiales o a que el montaje del propio producto convierta la reparación en una opción imposible, como ocurría en el caso de la batidora, también se da el caso de que el software del producto este programado para hacer que el dispositivo sea inutilizable pasado un lapso de tiempo o que no haya recambios disponibles.

Estos hechos suponen un problema, tanto para el coste que tienen que asumir los consumidores como para el impacto que tiene en el medio ambiente y en la economía. La OCU pide que los usuarios colaboren remitiendo los fallos y averías de los productos para evaluar su durabilidad y la capacidad de repararlos. "Cuantas más quejas recibamos mejor podremos documentar el fenómeno haciendo visible un problema que nos afecta a todos, pero que es difícil de probar de manera individual", explica la organización.

Los eurodiputados ya estudian medidas para erradicar la situación, algunas de ellas son el establecimiento de unos criterios de resistencia comunes para los productos, una mejora en la información hacia los consumidores, especialmente sobre la durabilidad, y facilitar la reparación de los objetos que venden. Para ello estudian la aplicación de un informe en el que se pidan medidas concretas para hacer frente al desperdicio de dinero, energía y recursos, exigen unas normas mínimas que podrían establecerse con la ayuda de las organizaciones europeas de estandarización.

Una posible medida para mejorar la situación seria la construcción modular de los productos, para que sean fácilmente reparados, como proponían desde el grupo francés de los verdes en el Parlamento. Otras posibilidades radicarían en la inserción de materiales y técnicas que permitan reparaciones. Según el Eurobarómetro el 77% de los consumidores preferiría reparar un producto roto a comprar uno nuevo.

El Parlamento Europeo quiere abordar a su vez otro de los aspectos más insidiosos de la obsolescencia programada, la construcción de un dispositivo para que se convierta en inutilizable tras un número de ciclos o para que su uso expire en una fecha determinada. Los eurodiputados piden a la Comisión que establezca un sistema independiente para determinar si se producen este tipo de trampas, por lo difícil que es probar su existencia. Otro de los aspectos a estudiar es el etiquetado, ya que piden que se indique la durabilidad de los productos.

Esta iniciativa europea se ajusta al modelo de economía circular respetuoso con el medio ambiente, cuyo objetivo principal es reducir la cantidad de residuos fomentando la reutilización, recogida, reciclado y además, en la medida de lo posible, la reparación de los productos.