La veleta: instrumento a merced del viento

Nica Cero 12/04/2016 09:53

Todos hemos visto muchas veletas en lo alto de los tejados, forman parte del paisaje urbano y nos permite conocer la procedencia de los vientos desde tiempos inmemorables. Es un instrumento muy sencillo: en su base lleva asociadas cuatro aspas metálicas que nos indican los puntos cardinales y, sobre las aspas, una flecha nos señala la dirección de donde viene el viento.

El origen de las veletas lo encontramos en los banderines de guerra. Los banderines de tejido eran los que mostraban la dirección del viento en las batallas, una información indispensable para facilitar la puntería de los arqueros. Esas banderas de tela fueron reemplazadas por elementos de metal decorado, con escudos de armas o insignias.

Con todo este bagaje, no es de extrañar que haya sido protagonista de muchas anécdotas curiosas, e incluso ha dado nombre a monumentos, algunos tan famosos como la Giralda. La torre sevillana está coronada por una cúpula sobre la que descansa la más famosa de sus veletas o giralda (llamada así por su movimiento circular sobre su propio eje), que, a su vez, dio nombre a la edificación completa después de que los sevillanos comenzaran a llamar a la veleta Giraldillo y a la torre simplemente Giralda. Esta veleta representa la Victoria de la Fe y está construida en bronce. La Giralda es un símbolo de la capital andaluza, aunque, paradójicamente, Sevilla no es precisamente una ciudad que sepa de vientos.

(La Giralda y su famosa veleta. | Foto: Reuters)

Si retrocedemos en la historia, la veleta más antigua de las que se tiene conocimiento es la que estaba ubicada en el Faro de Alejandría, una de Las Siete Maravillas del Mundo y el primer faro arquitectónico de nuestro planeta. Algunas crónicas del momento señalan que este emblemático faro estaba rematado por una estatua en honor del rey Ptolomeo I, de más de siete metros de altura, que se movía con el viento.

El símbolo más representado por las veletas, tradicionalmente, ha sido el gallo. Esto tampoco se debe a una casualidad, sino a una decisión papal que se remonta al siglo IX, cuando el Papa Nicolás I ordenó colocar en iglesias y monasterios la figura de esta ave que simboliza la triple negación de San Pedro a Jesús antes de que cantara el gallo y, al mismo tiempo, se muestra como vigilante del pueblo. Así se convirtió en tradición universal.

Precisamente es un gallo lo que corona otra de las veletas más antiguas de España: la de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro, en León. La prueba del carbono 14 ha atestiguado que este gallo de cobre plomado recubierto de oro, e instalado desde el siglo XI como veleta en este templo leonés, data del siglo VI.

Y de una de las más antiguas a la más grande. Según el Libro Guinness de los Récords, la veleta de mayor tamaño en funcionamiento del mundo está en España, en concreto, en Jerez de la Frontera, en la cima del edificio Tío Pepe.