El desastre que deja la erupción volcánica de La Palma visto desde el aire: un camino de destrucción y desolación

  • El volcán de La Palma está en una nueva fase, más explosiva

  • Las imágenes grabadas desde un helicóptero muestran el desastre que deja la lava

  • El camino de las coladas de lava tiene una longitud de casi 4 kilómetros de terreno

La espectacular erupción del volcán de La Palma está ahora en una nueva etapa, una fase más explosiva, expulsando una mayor cantidad de lava y creando una nube gris de gases y cenizas, aún más densa y más alta, una masa de material volcánico que poco a poco va cubriendo toda la isla.

Con una imagen, grabada desde un helicóptero, se aprecia perfectamente el recorrido completo de la lava desde la misma boca del volcán hasta el frente de la colada. Les mostramos así la auténtica magnitud del desastre que azota La Palma. Un camino de destrucción y desolación que, de momento, tiene una longitud de casi 4 kilómetros de terreno.

La lava cubre más de 180 hectáreas de la isla de La Palma que destruye 390 edificaciones y 14 km de carreteras

La lava que sale del volcán ha cubierto desde que comenzó la erupción este domingo, 19 de septiembre, un total de 180,1 hectáreas destruyendo hasta el momento 390 edificaciones, además de 14 kilómetros de carreteras, según el seguimiento por satélite del programa Copérnicus de la Unión Europea.

De este modo, la lava ya cubre 14 hectáreas más que hace 11 horas, mientras que las edificaciones arrasadas a su paso también han crecido en 40 en relación al miércoles, 22 de septiembre.

A última hora de este jueves, la directora del Instituto Geográfico Nacional (IGN) en Canarias, María José Blanco, ha expuesto que el volcán de Cumbre Vieja en La Palma mantiene los fenómenos explosivos, una velocidad estable en las deformaciones y una sismicidad de bajo nivel, indicando que una colada de lava prácticamente se ha detenido --la orientada más al norte--, mientras la otra avanza "muy lento", a unos 4 metros por hora, algo que matiza es normal al alejarse del centro de emisión, a lo que se une que además debe arrastrar el material previo, parte de él frío, y adaptarse a la topografía del terreno.