"Me he hecho adicto al sexo a los 50"

Las apps para ligar también tienen muchos usuarios seniors
La adicción al sexo afecta más a hombres maduros que a los veinteañeros, según los estudios.. Getty Images
  • Se estima que un 5% de la población española está diagnosticada con este tipo de adicción

  • “Siento ansiedad cuanto se acerca un fin de semana”, reconoce David. “Necesito quedar con una chica el viernes, otra el sábado y otra el domingo”

  • “Una persona es adicta al sexo cuando sus pensamientos y actos relacionados con la sexualidad afectan a la vida cotidiana y generan angustia ”, indica el psicólogo Juan G. Castilla

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David (nombre ficticio) tiene 52 años y tocó techo (o fondo, según se mire) la tarde que mantuvo relaciones con dos mujeres, una después de otra, en su propia casa. En cuanto la primera salió por la puerta, y ducha mediante, salió para recoger a la segunda. Asegura que esa semana se acostó con tres más. Divorciado hace dos años y padre de una pareja de adolescentes, aprovecha los días que no está con ellos para tirar compulsivamente de agenda y redes sociales. “Siento ansiedad cuanto se acerca un fin de semana”, reconoce. “Necesito quedar con una chica el viernes, otra el sábado y una tercera el domingo”.

Me recibe amablemente en su casa, la cual asegura que acaba de adecentar. Espero que no le moleste que cuente que no lo está: con el rabillo del ojo veo platos, vasos y sartenes que se amontonan en la cocina, y sobre un sillón del salón se apilan prendas de ropa que quiero pensar que está limpia pero no ha podido guardar. Las colillas rebosan el cenicero. Suponía que iba a encontrarme con un George Clooney español, pero no: sin ser feo, David es un tipo corriente, ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco, ni gracioso ni antipático. Ostenta una buena mata de pelo gris.

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Este esfuerzo de quedar, admite, le roba tiempo para sus verdaderas obligaciones cotidianas. Por la mañana dedica un buen rato a dar los buenos días por WhatsApp, Facebook e Instagram a quince mujeres, y el desorden de la vivienda da muestras de que antepone el estar con el móvil en la mano a ocuparse de las tareas del hogar. “En el trabajo [es informático en una multinacional] estoy distraído, desconcentrado, pendiente de escribir a una u otra más que de terminar un proyecto. Mi jefe se ha dado cuenta de que estoy con la cabeza en otro sitio y ya me ha lanzado algún comentario para que vuelva a centrarme. Pero no puedo”, revela.

Hace unos meses comenzó a preguntarse si lo que estaba experimentando podía merecer el marchamo de “adicción”. Su dependencia del sexo no se reduce a yacer con mujeres: el poco rato libre que su desenfreno le deja lo dedica a visionar páginas web de contenido para adultos.

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Me habla de una en concreto en que, en directo y con el acicate de recibir “propinas” de los espectadores, streamers se van desvistiendo de forma sugerente hasta que, finalmente, y para solaz de sus fans, se entregan a momentos de placer solitario que aderezan con utensilios diseñados para agilizar la operación. David no paga, explica. Solo abona cantidades en concepto de suscripción a aplicaciones como Tinder. Tiene perfiles en cuatro de ellas, incluida la gratuita Facebook Parejas.

La soledad tras un divorcio

Todo empezó hace un año. “Me casé muy joven, llevé una vida ordenada, y al final, aburrida”, explica. “Cuando me divorcié, me sentí muy solo. Traté de reactivar mi vida social, pero mis amigos están felizmente casados y no podía hacer muchos planes con ellos. Echaba de menos el sexo, escaso en la última etapa de mi matrimonio”.

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Sorprendentemente, se define como un romántico. “Deseo encontrar a una mujer con la que empezar un proyecto. Pero no aparece. Me ilusioné con la primera a la que conocí, aunque luego me di cuenta de que no encajábamos. Así, hasta que llegas a un punto en que sabes que no es tu tipo, y sin embargo, quedas con ella”. Ha viajado a otras provincias, una vez para acostarse con una mujer casada que deseaba vengarse de un marido infiel; David era consciente de que no habría nada más, y se ofreció.

5% de la población española

Se estima que un 5% de la población española está diagnosticada como adicta al sexo, según un artículo de 2016. Añade la información que para ellos y ellas (la mayoría son hombres) el sexo se convierte en una obsesión y dejan de disfrutar del acto para enfocarse en la cantidad de encuentros sexuales. El 17% pierde su trabajo, el 28% contrae enfermedades sexuales y el 39% termina rompiendo con su pareja (si la tiene).

“Una persona es adicta al sexo cuando sus pensamientos y actos relacionados con la sexualidad afectan a la vida cotidiana y generan angustia y malestar en uno mismo y en su entorno familiar, profesional o social”, indica Juan G. Castilla Rilo, psicólogo general sanitario y divulgador del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. “Piensan de forma excesiva y recurrente en el sexo, en planificar encuentros-citas, tener fantasías, y todo ello interfiere en quehaceres o responsabilidades diarias. Normalmente genera dificultades en las relaciones con los demás, y tensa mucho las relaciones sociales o familiares, genera malestar psicológico y necesitará ayuda profesional, tarde o temprano”.

Más adictos senior que veinteañeros

Se supone que caer en la adicción al sexo debería ser más propio de personas de 20 años, franja en la que el deseo alcanza su cima. Sin embargo, que la padezcan personas maduras no es tan extraño. Según un informe del Instituto de Salud Pública de Reino Unido, entre los adictos y las adictas al sexo hay más pensionistas que veinteañeros. Tras analizar los perfiles de 250 pacientes, los expertos hallaron que solo 39 eran jóvenes, mientras que 52 tenían más de 70 años.

“En la juventud hay cambios hormonales y físicos —explica Castilla—, que propician ese pico de interés, pero la sexualidad es uno de los grandes motores del ser humano, hasta la muerte. A partir de los 50 existen, por lo general, mayor poder adquisitivo e ideas más claras, se gestionan mejor los tiempos familiares, laborales y de ocio… Y cuando ves que puedes perder atractivo físico intentas compensar ese declive con un incremento en el éxito sexual”.

Entre las razones que pueden arrastrar a esta adicción a personas de más de 50 años, Juan G. Castilla alude a “cambios fisiológicos, como la disminución de testosterona o la aparición de la menopausia, que pueden llevar a incrementar la frecuencia y diversidad como mecanismo compensatorio; problemas emocionales y soledad por divorcios y separaciones, ansiedad y estrés, que conducen a querer buscar consuelo o vivencias divertidas en el sexo; traumas no sanados del pasado; y problemas o dificultades en la relación de pareja, que a veces empujan a buscar satisfacción sexual fuera de la misma”.

Las apps de citas, con nuevos códigos que facilitan el contacto efímero y superficial, ponen en bandeja la consumación de estos maniáticos objetivos. “Sin lugar a dudas —opina el psicólogo— las nuevas aplicaciones han influido en el cambio de comportamientos en las relaciones en todas las edades y hace que todo sea más cómodo y frío, pero también de esas aplicaciones han salido muchas parejas tradicionales y que llevan muchos años juntos. Al final las herramientas digitales están ahí para usarlas y cubrir nuestras necesidades”.

Aunque en ocasiones se le resta importancia y hasta produce envidia —el siempre elevado y sexista estatus del conquistador—, la adicción al sexo puede acarrear serios problemas para quien la padece. El caso de David, quien descuida su casa y su empleo, es buen ejemplo. “Como cualquier adicción —advierte Castilla— puede hundir la vida de una persona y destruirla por completo, ya que pone frecuentemente en riesgo su trabajo, familia, salud… Si no controlas tu vida sexual y es ella la que te controla a ti, hay un grave problema”.

Agrega el especialista que esto no se trata con pastillas: “Sería muy recomendable ir a una terapia psicológica con expertos en adicciones o un psicólogo general sanitario para poder controlar los impulsos, los pensamientos asociados a la sexualidad y empezar a coger el timón de tu barco, y no que sean las olas del mar las que dirijan el barco a un mal puerto, y encallar o hundirte como el Titanic”. Recomienda, como inicio, “tomar conciencia de que el sexo te domina, y de ahí, pedir ayuda profesional. La buena noticia es que se puede encontrar el equilibro”.