Mediar en la pelea de dos hijos sin empeorar el conflicto: "Los padres no deben ser jueces"

Romeo (izquierda) y Brooklyn(derecha), cisma en la familia Beckham. cordon press
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En todas las familias cuecen habas. También en la de los Beckham, que están viviendo un drama inédito a causa del conflicto latente entre Brooklyn y Romeo, los dos hijos mayores de David y Victoria. Al parecer, el motivo de que los dos hermanos no se hablen se debe a la relación que mantiene Romeo con la DJ Kim Turnbull, quien antes habría tenido un idilio con el hijo mayor, creando un profundo malestar entre ambos.

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El ex futbolista y la diseñadora asisten con disgusto a una disputa que está afectando a las dinámicas habituales del clan. Pero su preocupación es la misma que tendría cualquier padre cuando ve que sus hijos adolescentes se pelean sin que haya una solución a la vista. Sobre todo, porque puede resultar muy complicado intervenir sin empeorar el conflicto.

Las disputas entre hermanos son muy comunes. Según la psicóloga Lara Ferreiro, "el 20% de los jóvenes tienen malas relaciones con los hermanos, y cada año va en aumento". Muchas veces esos desencuentros son una forma de expresar emociones que no saben canalizar, generalmente celos, inseguridad o necesidad de atención. En la etapa de la adolescencia las peleas no son tan frecuentes como de más niños, pero sí mas intensas.

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¿Cuándo hay que intervenir?

"Las disputas entre hermanos tienen una función evolutiva en general, que es aprender a defender tus opiniones, gestionar tus emociones y frustraciones, saber poner límites y resolver diferencias", nos explica la autora del libro ‘¡Ni un capullo más!: El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta’ (Grijalbo).

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¿Cuándo deben intervenir los padres? "Si hay una agresión física o verbal, por supuesto. Si uno de ellos abusa emocionalmente del otro y le coloca en una situación de invulnerabilidad, hay que cortar de raíz. Normalmente hay un juego de poder entre hermanos, el abusador y la víctima, y no tiene por qué ser el mayor quien tenga más poder psicológico", explica la experta. Pero si "no hay violencia física ni emocional hay que esperar y darles un margen de tiempo", añade.

La regulación emocional de los padres

Una intervención eficaz comienza con la regulación emocional de los progenitores. "Normalmente lo que ocurre es que los padres pierden los nervios y son incapaces de calmar ni a los hijos, ni a sí mismos", apunta Ferreiro. Entrar como un elefante en una cacharrería dando gritos a diestro y siniestro no sirve de nada a nadie. Tampoco tomar partido y tener un rasero distinto para cada uno.

"Hay que utilizar la técnica de resolución de conflictos, que básicamente es escuchar el punto de vista de ambos, no justificar conductas dañinas, dar ejemplo, promover acuerdos y que sean ellos los que los propongan", expone la psicóloga. Es fundamental evitar colocarles etiquetas tipo 'tú eres el malo y él es bueno' o compararles, pero tampoco se debe minimizar lo ocurrido o restarle importancia, ni aplicar castigos desproporcionados que luego no se van a cumplir.

Gestionar soluciones, no imponerlas

"El padre tiene que ser del tipo mediador, no un juez severo. No es un tema de quién tiene la culpa, sino de asumir los errores. No se trata de juzgar, sino de gestionar soluciones, no imponerlas", subraya la experta, que es partidaria de recurrir a las preguntas espejo, del tipo ‘¿cómo crees que se siente tu hermano?', '¿qué sientes por él?' '¿Qué crees que ha pasado?' o '¿Cuál es la solución?'.

No podemos olvidar que el objetivo a largo plazo es que los hermanos aprendan a gestionar sus diferencias de forma respetuosa. Por ello es crucial fomentar espacios de diálogo familiar y generar momentos positivos entre ellos. Ferreiro apunta que es absolutamente normal tener un hijo favorito. El 70% de los padres tienen más afinidad con uno que con otro, pero no deben dejar que se note. Por ello propone seguir el método sueco, consistente en pasar tiempo de calidad con cada uno de los hijos por separado para hacerles sentir únicos y especiales.

"Fomentar el respeto mutuo y los comportamientos positivos de cada uno desde edad temprana es muy importante", destaca la experta. También propiciar actividades compartidas que ellos puedan disfrutar juntos y reconocer públicamente sus cualidades sin entrar en comparaciones entre ellos.

El momento de buscar ayuda externa

Sin embargo, cuando las tensiones son irreconciliables, cuando hay un impacto realmente negativo en las personas de la familia, cuando la tónica son las agresiones físicas o verbales y la situación se vuelve emocionalmente destructiva, conviene dar un paso más y buscar ayuda profesional. "La tasa del éxito de la terapia familiar es muy alta, casi de un 80%, porque trabajas sobre cada una de las partes. Se recomienda cuando los conflictos se vuelven crónicos y no se saben resolver por sí mismos", finaliza la psicóloga.