Caitlin Moran: "Los hombres tienen envidia de la esperanza y la alegría que han generado las mujeres"

Conversamos con la escritora superventas británica con motivo de su último libro, '¿Y los hombres qué?'
Por primera vez, la autora se adentra en el territorio masculino y lo hace desde una mirada divertida e irreverente
Definiremos a la escritora feminista Caitlin Moran (Brighton, 1975) como una mujer en llamas. Así es como ha llegado a España para promocionar su último libro, '¿Y lo hombres qué?', tras su éxito en años anteriores con 'Cómo ser mujer' o 'Más que una mujer'. Tan entusiasta que, dice, podría ser "presidenta del Reino Unido o de cualquier otro país". Enseguida confiesa que igual se ha sobrepasado con el café.

Cada rasgo de ella parece contar una historia. Desde la fuerza de su cabello bicolor hasta su mirada teatral. Bohemia, excéntrica de una manera natural, enérgica… Su presencia anuncia un terremoto. Cada capítulo de su libro refleja su personalidad irreverente y provocadora. Después de medio siglo siendo mujer y habiéndose doctorado en "vaginas, pantalones de sangre, atracones antibajón, brecha salarial, aborto o Beyoncé" -según la lista de especialidades que ella misma menciona-, ha decidido hablar de hombres. No de todos. De los hombres blancos heterosexuales del siglo XXI.
"No me ocupo de los otros"
Indagando en ellos, ha encontrado que hay mucho que decir, muchas cosas de las que quejarse y muchas con las que hacer chistes. Todo comenzó a raíz de una conferencia que impartió en julio de 2014. Moran se encontraba de gira impartiendo charlas sobre su libro 'Cómo ser mujer' ante un auditorio de 1.198 personas. No había nada que se le pudiese escapar después de 38 años siendo niña o mujer. Sin embargo, la tercera pregunta la descuadró por completo: ¿Tienes algún consejo para hombres? Casi se ofendió. "No me ocupo de… los otros". "¡Los hombres no son mi terreno!".
En la sala había solo 46 hombres y sorteó la pregunta con un par de bromas. ¿Algún consejo? "Bueno -respondió-, un par: a/ por favor, si podéis evitarlo, no nos violéis, y b/ los cuencos se dejan dentro del lavavajillas, no al lado del lavavajillas". Unos días después, esta vez en Edimburgo, le lanzaron otra pregunta incómoda: ¿Qué consejo les darías a las madres de chicos adolescentes?. "¡Que se ocupen ellos de resolver sus propios problemas!", contestó.
Pero aquello se le quedó rondando y días después observó que tenía que hablar de la comunicación entre hombres, su percepción del cuerpo, la amistad, la relación con el sexo y la pornografía, la paternidad, la madurez y la vejez. De cómo el patriarcado también afecta negativamente a los hombres, limitando su capacidad para expresar emociones y adoptar comportamientos considerados tradicionalmente femeninos. Lo ha hecho con un lenguaje coloquial, directo y feminista. Tendrá que convencernos de que esta no es una nueva versión de 'Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus', el libro que convirtió a John Gray en multimillonario.
¿Necesitan los hombres un libro que hable de ellos?
Cuando mis hijas se convirtieron en adolescentes, comenzaron a escuchar mensajes como "Las mujeres están ganando, los hombres están perdiendo" o insultos como "feminazis". Entonces vi claramente un problema. Los hombres están muy enfadados. Y creo que bajo el enfado lo que están es, sobre todo, con mucho miedo. ¿Por qué tanto miedo? ¿Por qué este enfado? ¿Qué tienen las mujeres que no tienen los hombres? Ellos tienen la propiedad, el poder, las presidencias de los países… ¿Entonces? Lo que tenemos nosotras es el feminismo, una red global gracias a la cual podemos abordar nuestros problemas, encontrar la esperanza en el futuro. Los hombres no disponen de esta red ni de un foro que les permita abordar sus problemas.
¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Por qué ese enfado?
¿Esto les hace vulnerables?
Se sienten impotentes y en minoría, con una enorme envidia de la esperanza y la alegría que han generado las mujeres gracias al feminismo. Tienen mayores posibilidades de ser excluidos del camino académico, de recibir medicación por los problemas de conducta en las aulas, menos posibilidades de continuar sus estudios superiores, mayor riesgo de adicción (alcohol, drogas, pornografía…) y de ingresar en prisión. La primera causa de muerte entre los hombres menores de 50 años es el suicidio. Estamos presenciando una enorme crisis de salud mental de los hombres. Lo que hice fue dedicar cada capítulo de este problema a cada uno de sus problemas según me los contaron.
¿El sentido del humor es buena estrategia para no ofender?
Quise utilizar las herramientas que hemos heredado del feminismo, pero me he permitido hacer un montón de bromas sobre pantalones ajustados y penes porque hay que hablar de una manera cercana y humorística, más que desde el deber. Si no, lo que hacemos es dejar todo este espacio a los movimientos de la ultraderecha.

Muchos hombres maduros británicos no han entendido su humor.
Al principio generé mucha controversia y ahí me di cuenta de que había sido demasiado consentida hasta entonces. He tenido dos reacciones distintas. Por un lado, los hombres progresistas, que han visto un libro sobre cómo los hombres no pueden hablar de sus emociones desde una visión estereotípica y muy anticuada de la masculinidad. Por otro lado, los hombres de la derecha, que han visto un libro sobre cómo los hombres no hablan de sus emociones mientras piensas que realmente los hombres no deberían hablar de sus emociones. Al final, los dos grupos me dijeron: ¡A la mierda con tu libro!
¿Hubo un cambio de actitud?
Estos dos grupos deberían reunirse e impulsar un movimiento. Es lo que yo pretendía hacer, en lugar de perder su tiempo amenazándome con violación y muerte. Tuve que desactivar todas mis redes sociales durante una semana. Cuando volví, ya estaban atacando a otra persona y mi libro había subido al número uno de ventas. Pude reformar mi cocina.
Los hombres deberían impulsar un movimiento, en lugar de perder su tiempo amenazándome con violación y muerte
¿Qué impacto ha tenido en las mujeres?
Son el 80% de mil lectores. Recibí mensajes como el de una mujer que, al leer el capítulo de pornografía, supo cómo entablar una conversación con su hijo, consumidor de ese tipo de contenidos. Otra me comentó que mostró a su marido las páginas sobre por qué los hombres no van al médico y finalmente fue al médico. Me agradecen porque estos temas son fuente de enorme vergüenza. Es verdad que algunas feministas vieron en mí una traición al feminismo, pero les expliqué que, si no tratamos el tema de los hombres, no resolveremos la problemática de las mujeres.
¿Es una cuestión estructural?
En el proceso de documentación tuve muchas respuestas conversando con profesores de colegio. Ellos me decían que, hasta los 6 años, niños y niñas son iguales. Lloran si tienen miedo, se cogen de la mano, muestran emociones, se disfrazan… A partir de esa edad comienzan la escolarización y, de repente, un día uno le dice a otro: "Los niños no lloran. ¿Eres mariquita?" Suele ser el alumno más problemático, el que tiene un padre abusivo y escucha estos mensajes en casa. Así comienzan a articular qué significa ser un hombre y, sobre todo, qué significa no ser un hombre.
Lo que veo es que los niños son cada vez más de derechas y las niñas más de izquierdas
¿No observas un cambio generacional?
Lo que veo es que los niños son cada vez más de derechas y las niñas más de izquierdas. El progresismo no está dando ideas a los niños sobre cómo resolver sus problemas y ese espacio lo está copando la derecha con ideas que suponen un retroceso de 100 años.
¿Cuál sería tu propuesta?
El feminismo es la única ideología en la humanidad para abordar los temas de género. Tenemos dos opciones. O inventamos una filosofía nueva y nos pasamos cien años escribiendo libros sobre cómo abordar el tema de la masculinidad o bien comenzamos a mirar cómo lo ha abordado el feminismo, de manera tal que los hombres se puedan hacer con las herramientas que ha proporcionado el feminismo. Yo creo que los hombres podrían tomarlas porque las feministas en los últimos 150 años nos hemos hecho con un territorio que era tradicionalmente masculino. No ha ocurrido al contrario. Los hombres no se han hecho con el territorio tradicionalmente femenino. Sobre todo, porque se percibía como inferior.
No han desarrollado sororidad, capacidad de organizarse en campañas para cambiar la legislación o habilidades para gestionar sus emociones
No han desarrollado sororidad, capacidad de organizarse en campañas para cambiar la legislación o habilidades para gestionar sus emociones. Lo que ven es que nosotras hemos creado una motosierra rosa para romper muchos constructos. Ellos también tienen que hacerlo. Pueden inventar una motosierra nueva o decir esta es rosa, pero la voy a utilizar porque me viene bien y rompo con todo lo que tenga que romper.