Relación de pareja

Me aburro con mi pareja en vacaciones y el resto parece pasarlo fenomenal: “Quitarte esta sensación no es fácil”

Fotograma de la serie 'White Lotus'
Fotograma de la serie 'White Lotus'. (HBO)
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Las vacaciones pueden traer una sensación agridulce en las parejas: el tiempo compartido que puede llevar a más fricciones de lo habitual. También que puede ocurrir que uno perciba más claramente lo que pasa desapercibido en el día a día: falta de intereses comunes o una comunicación empantanada. ¿Qué puede haber detrás? Hablamos con la sexóloga y terapeuta de parejas Johanna Beato, quien señala lo que ya intuyes: que es un error comparar la relación de pareja con otras, especialmente cuando los otros solo comparten la parte más agradable.

Además de las altas expectativas en la pareja, todo esto tiene mucho que ver con la premisa tan extendida de que siempre hay que estar haciendo algo, procurando no conocer lo que representa el aburrimiento, por sus connotaciones negativas. Y eso no es del todo cierto.

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¿Aburrimiento?

Lo primero que tendríamos que enfocar sería ese aburrimiento. De qué está hecho. Si puede ser un síntoma de una crisis de pareja. En un fragmento de “La enfermedad del aburrimiento”, de Josefa Ros Velasco (Alianza Editorial, 2022) destaca: "De manera paulatina y casi imperceptible nos hemos acostumbrado peligrosamente a medir el tiempo de nuestra vida en tiempo de trabajo y ocupación “útil”. En tiempo de puro rendimiento. Paseamos, descansamos, entablamos conversaciones enriquecedoras, leemos o, sin más, nos entregamos a la ociosidad cuando no nos sentimos apremiados o impelidos por las obligaciones propias de la servidumbre laboral”.

“Aunque cabe preguntarse si las fronteras entre el trabajo y la producción de sí (el continuo producir al que nos impele el más descarnado neoliberalismo) no han acabado por desaparecer, como si nunca, en efecto, dejásemos de trabajar. Como si la libertad fuera libertad para autoexplotarse. Para no sentir las garras del aburrimiento”, añade el experto.

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Idealizar el tiempo en pareja

Jacobo, empresario de 59 años, cuenta para Uppers que el verano pasado sintió que debía hacer algo para que su relación no llegase a “morir” del todo. “Fue como un destello que me hizo entender que debía poner un punto y aparte. Ese verano me di cuenta de cómo nos habíamos estancado mi pareja y yo y de cómo habíamos llegado a una etapa donde habíamos dejado de empatizar con el otro y de compartir. Era tal la confianza y parte de desgana que nos estábamos distanciando”, dice.

Comenta que profundizó una idea que llevaba tiempo sopesando y en verano hay más tiempo libre para pensar, se ven más actitudes a diario y se idealiza un tiempo en pareja, que finalmente, en un alto porcentaje, no se cumple. “Dentro de que éramos un matrimonio feliz, nos respetamos y nos damos nuestro tiempo, sin invadirnos..., fuimos poco a poco cayendo en hacer más cada uno por libre que en conjunto”.

Añade que considera que el verano es un tiempo para hacer balance y hablar de los cambios propicios para mejorar juntos. “Nos sentamos un atardecer y tratamos todo lo que debíamos cambiar, uno del otro y de uno mismo. Llegamos a la conclusión de que ir a terapia nos iría bien. Hoy en día seguimos con una profesional y nos está ayudando mucho a volver a ser lo que fuimos”, sostiene.

Una oportunidad de reconectar

Johanna Beato, sexóloga y terapeuta de parejas, refiere que las vacaciones suelen idealizarse como un momento de unión y disfrute, pero también suponen una convivencia más intensa y sin las distracciones habituales (trabajo, rutinas, hijos, etc.).

Eso puede evidenciar distancias emocionales, falta de intereses comunes o una comunicación estancada. “El aburrimiento que es normal vivir en ocasiones, muchas veces encubre otras emociones como desconexión, frustración o expectativas no cumplidas”, resalta.

Recomienda hacer el trabajo de descubrir si el origen de esa sensación es interna de la pareja o no: “¿Cuándo estamos de vacaciones me doy cuenta de que he perdido lo que me enlazaba a mi pareja? ¿Siento que hemos cambiado a lo largo del tiempo y ya no compartimos gustos y aficiones? “.

También declara que no es un error irse con la pareja de vacaciones cuando hay problemas entre los dos, aunque sí hay que ser conscientes. “Unas vacaciones pueden ser una oportunidad para reconectar, si ambos están dispuestos a dialogar y compartir desde otro lugar, especialmente cuando en nuestro día a día no podemos tener suficiente tiempo de calidad como pareja por el trabajo, los hijos y otras responsabilidades”, aclara.

Si existen tensiones acumuladas o dificultades no habladas, el viaje puede amplificarlas al pasar más tiempo juntos. "Irse de vacaciones no resuelve por sí solo lo que no se trabaja el resto del año", explica.

Pese a que es algo natural, es equivocado comparar una relación de pareja con otras. El problema es equiparar el ‘detrás de cámaras’ con el ‘escaparate’ de otros, especialmente, en redes sociales o en conversaciones donde solo se trata la parte bonita. “Cada pareja tiene sus dinámicas, su historia y sus retos. Compararse genera más presión. Recuerda que no hay parejas perfectas porque no existen las personas perfectas”, explica.

Para estar mejor en verano en pareja y hacer planes juntos, esta sexóloga aconseja:

  • Hablar antes del viaje sobre lo qué necesita y qué le apetece hacer.
  • Cuidar los espacios individuales: No todo tiene que hacerse juntos. La autonomía puede mejorar la conexión ya que podemos “alimentar” la relación con experiencias individuales.
  • Planificar con equilibrio: Combinar momentos tranquilos con actividades que despierten el interés de ambos.
  • Ser flexibles: Dejar margen a lo improvisado y evitar expectativas rígidas. También, ceder y no querer que las vacaciones sean solo “a mi gusto”. Es importante aprender a compartir y disfrutar espacios en los que mi pareja se divierta.
  • Recordar el propósito: No se trata de hacer “todo bien”, sino de disfrutar(se) mutuamente.

¿Y los hijos?

Ir con los hijos puede ayudar, aunque “depende mucho de la etapa familiar y del tipo de relación que haya”, explica Beato. En ocasiones, pueden aportar dinamismo y aliviar tensiones, pero también pueden impedir el espacio de pareja. “Lo ideal es buscar momentos exclusivos también para la relación amorosa, aunque sea un viaje en familia”, subraya.

De todos modos, una pequeña escapada de pareja sin hijos puede ser más reparadora que unas largas vacaciones familiares. Al fin y al cabo, el día a día es importante y conviene dar a la pareja el lugar que precisa.