Buscando el bienestar

Cómo evitar estar ansioso los primeros días de vacaciones, según un experto: “Descansar no puede ser solo un parche”

Vacaciones en pareja
De vacaciones, pero con ansiedad. Getty Images
Compartir

“Vivimos esperando las vacaciones como si fueran un botón mágico de reinicio. Pero cuando por fin llegan, no sabemos qué hacer con el silencio.” Así resume Miguel Navarro, experto en hábitos y fundador de Productividad Feroz, la paradoja de la desconexión estival. Tras meses funcionando con el piloto automático, cargados de listas, pantallas y urgencias, son muchos los que llegan al descanso sin saber cómo detenerse. En lugar de alivio, experimentan ansiedad. En vez de calma, un extraño vértigo ante la pausa. ¿Por qué ocurre esto y qué podemos hacer para evitarlo?

Con motivo del lanzamiento de su libro ‘Manifiesto para la calma’, Navarro nos invita a repensar la manera en que llegamos al descanso y nos movemos dentro de él. A través de un enfoque que combina productividad consciente, biohacking y neurociencia cotidiana, nos plantea estrategias prácticas para no convertir las vacaciones en otro escenario de hiperexigencia.

PUEDE INTERESARTE

Vacaciones como transición, no escapatoria

“No somos máquinas… llegamos con la mente saturada y el cuerpo en estado de alerta”, explica Navarro. El principal error es creer que basta con apagar el portátil y cambiar de escenario para resetearnos. En realidad, si no usamos las vacaciones para reflexionar sobre nuestras decisiones, regresamos al mismo punto sin haber solucionado nada.

Son muchos los profesionales y expertos que refuerzan esta idea: si seguimos disponibles y conectados con el trabajo, el sistema nervioso no se relaja completamente. De esta forma, el simple hecho de atender y responder correos o a llamadas durante los primeros días impide que el cuerpo regenere su equilibrio emocional.

PUEDE INTERESARTE

Además, un estudio del fenómeno conocido como ansiedad dominical arroja que hasta el 61% de los trabajadores experimenta nervios antes de volver al trabajo, poniendo en evidencia lo difícil que resulta soltar el modo urgencia. Si esto ocurre cada semana, no es extraño que ocurra también durante las vacaciones.

Estrategias para aterrizar con calma

Miguel Navarro propone el primer paso más efectivo: un ritual de escritura el primer día. Durante veinte minutos, en silencio y sin pantallas, recomienda escribir “todo lo que vienes cargando” y “cómo quieres sentirte al terminar estas vacaciones”. Ese momento marca un claro cambio de escenario: pasamos del modo ‘hacer’ al modo ‘habitar’.

Además, también existen varias medidas de lo más sencillas que sirven para favorecer la calma:

  • Dormir sin alarma, respetando los ciclos naturales.
  • Moverse con suavidad: paseos, estiramientos y baño ligero.
  • Respirar conscientemente sin distracciones.
  • Escribir, leer o meditar para conectar con uno mismo.
  • Crear sin expectativas: dibujar, cocinar o diseñar sin objetivo.
  • Hacer menos: ralentizar progresivamente el cuerpo y la mente.

“Hacer menos es lo más productivo que puedes hacer”, afirma Navarro, recordando que la verdadera recuperación ocurre cuando el sistema baja la guardia.

Recuperando la calma durante las vacaciones

Evitar la trampa de la validación

Navarro advierte que hoy muchas personas se van de vacaciones tan solo para mostrarlo en redes: “Se convierte en una performance, y el hecho de actuar consume energía”. Si la validación externa es la que toma el control, el descanso deja de ser auténtico.

Quienes practican una desconexión digital inicial, bloqueando el móvil del trabajo o el acceso al correo, experimentan un descanso mucho más real. Este tipo de separación mental es imprescindible: viajar sin desconectarse es trasladarse con la mente atada al trabajo.

Hay que dejar de actuar y entregarse completamente a experiencias contemplativas, como observar el paisaje, escuchar música, dialogar con uno mismo… Este tipo de práctivas es lo que nos permite recuperar la presencia, alejada del “qué querrá decir esto en Instagram”.

Calma como propósito intencional

Navarro insiste en que la calma no llega sola: se entrena. Recomienda crear bloques diarios sin móvil, momentos lentos como cocinar sin prisas o pasear sin rumbo, y espacios de silencio interior donde observar, no actuar sobre, las emociones.

Como medidor de esa desconexión se identifica al domingo por la tarde (o el día antes de reincorporarnos) en la forma de un “red flag” emocional. Si aparece angustia vacacional o anticipación ansiosa, es señal de que algo no encajó en la desconexión real. De hecho, está demostrado: empezar las vacaciones con calma reduce el síndrome postvacacional, que afecta hasta al 50% de quienes regresan a la rutina.

Miguel Navarro lo resume así: “Descansar no puede ser solo un parche”. Si no aprovechamos las vacaciones para reconectar con nosotros mismos y resetear estilos de vida cargados, el regreso será tan pesado como la partida. En su Manifiesto para la calma, aboga por tomar la pausa como punto de partida consciente: un terreno donde germina una vida más centrada, deliberada y saludable.