Brooks, experto de Harvard, sobre cómo ser más feliz: "Hay que tener amigos inútiles"

Los amigos inútiles son aquellos con los que no compartes profesión, ni metas, ni intereses, pero que te hacen sentir bien
Extra: ¿Cuántos amigos necesitamos de verdad?
En un mundo obsesionado con la productividad y la eficiencia, siempre con el objetivo final en mente, parece que la amistad ha quedado reducida de alguna manera a su mínima expresión, y hasta a eso se le busca propósito. No es raro que haya personas que a la hora de mantener una amistad se planteen preguntas como ¿Puede ayudarme en mi carrera? ¿Me aporta algo valioso? ¿Es “productivo” quedar con esta persona?
Frente a esta lógica instrumental, un experto de Harvard propone una idea que va en la dirección contraria a ese pensamiento, y que está respaldada por décadas de investigación: si quieres ser feliz, necesitas rodearte de lo que él llama amigos inútiles.
El valor de lo aparentemente inútil
Arthur Brooks, profesor en la Harvard Kennedy School y autor especializado en bienestar, ha lanzado una provocadora advertencia: “Hay que tener amigos inútiles. Es decir, aquellos con los que no compartes profesión, ni metas, ni intereses, pero que te hacen sentir bien”.
Brooks clasifica a los amigos en tres tipos diferentes. Por una parte están los “útiles”, que son personas que nos ayudan a alcanzar objetivos profesionales o personales. Luego estarían los “íntimos”, que son quienes nos conocen profundamente y ofrecen apoyo emocional. Finalmente encontraríamos a los “inútiles”, que son aquellos amigos con los que simplemente disfrutamos sin una finalidad concreta. Aunque los tres grupos son importantes, subraya que es este último el que más a menudo descuidamos, cuando paradójicamente puede ser clave para nuestra alegría y bienestar diario.
De esta manera, en su artículo para The Atlantic, Brooks defiende que el tiempo “inútil” que pasamos con ciertas personas puede tener más valor que muchas interacciones funcionales. Los amigos útiles son los que te ayudan a alcanzar metas. Los íntimos son aquellos en los que confías. Pero los 'inútiles' son los más divertidos y, a menudo, los que más felicidad reportan.
Estas relaciones desinteresadas, sin agenda ni compromiso práctico, nos permiten desconectar, relajarnos, salir del piloto automático y reconectar con lo más genuino de nosotros mismos: la risa, el juego, el gozo espontáneo. En tiempos de hiperconexión digital, en los que cada mensaje parece tener una función, reivindicar lo gratuito en las relaciones es casi un acto revolucionario.

80 años de evidencias científicas
Esta perspectiva no surge de la nada. Brooks se apoya en uno de los estudios científicos más longevos del mundo: la Harvard Study of Adult Development, que lleva más de 80 años siguiendo a cientos de personas para comprender qué factores determinan una vida plena. Las conclusiones son contundentes: “El estudio más largo sobre la felicidad humana ha demostrado que las relaciones estrechas, más que el dinero o la fama, son las que mantienen a las personas felices a lo largo de sus vidas”.
Lo interesante es que la calidad de estas relaciones no siempre depende de su profundidad emocional o de su intensidad diaria. Incluso las relaciones más triviales, como puede ser un amigo con el que compartes solo partidas de cartas o bromas sin trascendencia, pueden contribuir significativamente al bienestar, siempre que haya afecto y espontaneidad.
Cómo envejecemos y cómo se estrecha nuestro círculo
Sin embargo, a medida que envejecemos, tendemos a reducir nuestro grupo de amistades, y lo hacemos de forma selectiva. Según un estudio reciente, “a medida que cumplimos años vamos perdiendo amigos, pero también da las claves para revertirlo: mantener los lazos sociales, incluso con quienes no tienen un papel definido en nuestro día a día” .
Este proceso de pérdida suele asociarse a cambios de etapa vital: jubilación, mudanzas, enfermedad o simplemente desgaste por falta de tiempo. Sin embargo, Brooks propone combatir este estrechamiento social deliberadamente: reservando espacio y tiempo para los amigos que no son prioritarios “por agenda”, pero que nos regalan ratos de ligereza, desconexión y alegría. En palabras del propio experto, estos vínculos “sin utilidad” pueden acabar siendo los más esenciales para nuestra salud mental.
En resumen, en una era en la que todo parece estar sometido a la lógica del beneficio, recordar que hay relaciones que valen la pena precisamente porque no sirven para nada se convierte en una defensa radical del placer, la conexión humana y la libertad emocional. Tal vez la próxima vez que te pregunten “¿para qué quedas con esa persona?”, la mejor respuesta posible sea: “para nada”. Y eso, según Harvard, es precisamente lo que te hará más feliz.

