Franco Berrino, experto en nutrición y doctor de 81 años, sobre las dietas a los 50: "Para perder peso solo necesitas cuatro sencillas reglas"
No necesitas pastillas ni regímenes, basta con aplicar cuatro principios de sentido común
¿Te cuesta perder peso? Cómo acelerar el metabolismo a partir de los 50
Tiene 81 años, un currículo clínico y científico incuestionable y una voz que incomoda tanto a la industria alimentaria como a los gurús del fitness. Franco Berrino, médico epidemiólogo y exdirector del Departamento de Medicina Preventiva del Instituto Nacional del Cáncer de Milán, lleva décadas defendiendo una idea incómoda, la de que para recuperar la salud y perder peso a partir de los 50 no hacen falta dietas, sino conciencia. Y para ello propone solo cuatro reglas sencillas.
“Después de los 50, el metabolismo cambia. Pero no necesitas pastillas ni regímenes. Basta con aplicar cuatro principios de sentido común”, afirma en una reciente entrevista para El Confidencial.
Berrino no vende productos, no suscribe modas nutricionales y no edulcora su mensaje. Para él, la salud no se compra, sino que se cultiva, se mastica, se anticipa y se respeta. Cada una de sus reglas resume un principio científico respaldado por la epidemiología, pero también una crítica implícita al consumo, al exceso y a la velocidad.
Masticar despacio: el metabolismo empieza en la boca
La primera de sus reglas parece obvia, pero es radical: masticar bien cada bocado. Y no por una razón estética o filosófica, sino fisiológica. “Al masticar despacio, liberamos hormonas que regulan el apetito y mejoran la sensibilidad a la insulina, como la colecistoquinina o el GLP-1”, explica Berrino.
Al comer rápido, la señal de saciedad no llega a tiempo. Comemos más, digerimos peor, inflamamos más. Berrino insiste: masticar 30 veces cada bocado es más eficaz que contar calorías. “No es un truco: es una herramienta fisiológica”, añade.
Cenar temprano, ligero y sin almidones
La segunda regla de oro es temporal: cenar antes de las 20:00 h. Y no solo eso: hacerlo de forma ligera y sin alimentos ricos en almidones como arroz, pasta, pan, patatas o harinas. “Por la noche, nuestra sensibilidad a la insulina es más baja. Si cenamos tarde y cargado de carbohidratos, acumulamos grasa”, explica el médico.
En realidad, su propuesta encaja con los modelos de ayuno nocturno o ayuno circadiano, hoy ampliamente respaldados por investigaciones publicadas en diversas revistas científicas, que asocian cenas tempranas a menor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y deterioro metabólico.
Berrino lo sintetiza con ironía científica: “No es que cenar engorde más. Es que cenamos cuando el cuerpo ya ha bajado la persiana”.
Comer alimentos que no necesitan etiqueta
Su tercer principio es una consigna contra el sistema: elige alimentos que no han sido diseñados por la industria. Es decir, comida real: legumbres, frutas de temporada, verduras, cereales integrales, frutos secos, aceite de oliva virgen, fermentados como el kéfir o el yogur natural. “Cuando un producto tiene más de cinco ingredientes que no entiendes, probablemente no sea comida”, sentencia.
En su crítica hay una lectura estructural: los ultraprocesados, aun cuando se presentan como saludables, perpetúan la inflamación crónica, alteran la microbiota intestinal, estimulan el apetito y generan una relación distorsionada con la saciedad. La alternativa no es volver a la edad de piedra, sino “comer lo que nuestros abuelos comían, no lo que los algoritmos recomiendan”, explica en La Nación.
Mover el cuerpo todos los días, pero sin obsesión
La última regla no es dietética, sino física: moverse cada día, sin obsesión, sin compararse, sin convertir el ejercicio en un castigo. “No necesitamos hacer crossfit. Basta con caminar, subir escaleras, evitar estar sentados demasiado tiempo”, afirma.
La clave es la constancia, no la intensidad. Berrino no minimiza el deporte estructurado, pero defiende el movimiento natural como piedra angular de la longevidad funcional. “El cuerpo fue hecho para moverse, no para estar quieto. El problema no es el sofá: es vivir dentro de él”.
Una filosofía de salud contracultural
Aunque sus reglas están orientadas a la pérdida de peso tras los 50, el mensaje de Berrino va más allá: promueve una reconexión con el cuerpo y con el tiempo, una forma de desaprender el consumo y recuperar el criterio personal frente al bombardeo de soluciones fáciles. No promete adelgazar 5 kilos en una semana. Ni vender suplementos. Ni reemplazar el criterio médico por una ideología alimentaria. Lo suyo no es biohacking, sino sabiduría clínica, observación científica y compromiso ético.
En un momento en que la nutrición se ha convertido en campo de batalla cultural, Franco Berrino propone silencio, ritmo, comida real y pensamiento. Y lo hace desde la autoridad tranquila de quien ha visto pasar generaciones de dietas, sin moverse de sitio.
