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Jeremy Irons, a los 77 años: “El secreto para envejecer es mantener el interés y no mirar atrás”

Jeremy Irons en su papel en The Morning Show. Redacción Uppers
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A Jeremy Irons le sientan bien los años porque, según él mismo ha explicado, el envejecimiento se negocia con un verbo en presente: mantenerse interesado. “Hay que mantener el interés y no mirar atrás. Nunca me he arrepentido de nada en la vida”, una consigna simple que parece ordenar su biografía reciente y su manera de estar en el trabajo y en la vida.

Seguir en marcha (sin nostalgia)

El pasado 19 de septiembre de 2025 Irons cumplió 77 años. Lo dice el calendario y lo confirma la hemeroteca, ya que este ilustre actor nació el 19 de septiembre de 1948 en Cowes, Isla de Wight, en Reino Unido. Ese mismo día, en una entrevista en People, dejó otra pieza de su credo vital: ·no creo que los actores se retiren jamás, en realidad” y remató con ironía: “Desgraciadamente, se necesita a la gente mayor en las películas tanto como a la gente muy joven.” La frase, que viene a decir que envejecemos, sí, pero que los mayores también hacen falta, no es nostalgia: es agenda.

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La agenda incluye “seguir yendo a rodar cuando el material lo merece” y aceptar papeles que lo saquen de la comodidad. Por ejemplo, The Morning Show para Apple TV+, donde encarna a Martin Levy, el padre del personaje de Jennifer Aniston, un papel que él mismo califica como “un papel jugoso”. Que Irons mantenga encendido el interruptor del interés choca aún más si tenemos en cuenta que Irons lleva en primera plana ya desde los 42, cuando hizo de Claus von Bülow y ganó el Óscar al Mejor Actor en 1991 por El misterio von Bülow. 

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Esa consigna de no mirar atrás y mantenerse curioso no se queda en el plató, sino que también sirve para ordenar su vida privada. Así, Irons vive entre Londres e Irlanda, donde compró un castillo en West Cork y lo convirtió en hogar. Ese trabajo de reconstrucción de esta edificación empezó en 1998 y duró seis años, hasta 2004. Fue además un proyecto que, además de albañiles y artesanos, exigió algo que él disfruta: riesgo y perseverancia. 

Ese paisaje explica un segundo eje de su “secreto”: cultivar la felicidad en lo cotidiano. En otra entrevista para El País, en Sevilla, dejó dos frases que lo pintan entero. Primero, la traviesa: “Los vicios son tan necesarios…”. Y luego, la esencial, cuando le preguntan por su idea de felicidad: “De joven solía pensar que el epítome de la sabiduría era sentarme feliz bajo un árbol. Y encontré ese árbol en Irlanda. Me siento bajo su sombra, contemplo el paisaje y soy completamente feliz.” No es una pose, sino una idea de vida compatible con el trabajo, y con la edad, en la que la curiosidad convive con la calma.

Mirar adelante (y trabajar como si el tiempo fuera un aliado)

Si uno hilvana sus declaraciones, aparece una ética clara. Primero, el dato frío: Irons tiene 77 años. Segundo, el tejido: en 2025 insiste en que los actores no se retiran si aparece un guion que haga de anzuelo. Tercero, el contexto: su carrera premia esa persistencia; el Óscar de 1991 por El misterio von Bülow no fue un punto álgido aislado, sino una estación de paso en un trayecto de largo recorrido que seguiría por el teatro, la televisión y el cine con la naturalidad de quien no dramatiza el paso del tiempo. 

Volvamos a su propia receta: “Hay que mantener el interés y no mirar atrás” y añadamos otra pieza que subyace en sus entrevistas recientes: no idealiza el pasado, busca el siguiente ensayo. Así, se entiende que la restauración de Kilcoe durante seis años no fue una excentricidad patrimonial, sino una forma de mantener la mente ocupada en los años en que Hollywood no llamaba con la misma frecuencia; fue, en sus palabras, un reto que le dio “vida extra”. 

El resultado es coherente: el actor que a los 77 no quiere retirarse, que encuentra felicidad bajo un árbol y que todavía dice sí cuando el material “merece la pena”, es el mismo que no colecciona arrepentimientos. Esta afirmación se convierte en una suerte de epílogo interesante: mantener el interés, seguir adelante, no mirar atrás.