La agridulce historia del artista cuya madre guardó cada objeto que usó desde niño
Más de 10.000 objetos reunidos por la madre del artista durante 50 años
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Cuando pensamos en nuestras pertenencias, rara vez somos conscientes de la forma en que cada objeto puede llegar a contar una vida entera. Para el artista chino Song Dong, el almacenaje obsesivo de su madre no fue un estorbo, sino la materia prima de una obra que habla de escasez, memoria y destrucción. Su instalación Waste Not (2005‑) reúne más de 10.000 objetos reunidos por su madre, Zhao Xiangyuan, quien durante más de medio siglo guardó desde botellas de plástico, a tazas rotas e incluso barras de jabón por si se tenían que reutilizar en tiempos de dificultad.
Las raíces del proyecto
Song Dong nació en 1966, en Pekín, en una familia que vivió de lleno las turbulencias de la Revolución Cultural y sus consecuencias. Su madre, Zhao Xiangyuan, creció durante un periodo de escasez permanente, y adoptó como credo vital el principio chino wù jǐn qí yòng (物尽其用), que significa algo así como “que todo lo que puede usarse, debe usarse”. Esta filosofía se convirtió para ella en una forma de resistencia ante lo imprevisible: “No tires nada, ” le espetaba a su hijo desde su más tierna infancia.
“El futuro no te perdonará”, concluía. Ella creía que incluso un trozo de papel tenía una trayectoria y una vida. Ser escrito en él, doblado o convertido en juguetes. Ser usado como envoltorio. Como mantel o para limpiar la mesa. Ser quemado para obtener calor y convertirse en cenizas.
Después, tras la muerte del padre de Song, en 2002, la recolección de objetos de Zhao, lejos de disminuir, se disparó. Así, la casa se llenó de piezas que seguían siendo “útiles” para un futuro incierto. Song, preocupado, decidió convertir ese caos en obra de arte, y en 2005 dio forma a Waste Not en Pekín.
Waste Not: del objeto mudo al confesionario visual
La instalación consiste en miles de artículos domésticos, que incluyen tazas, cepillos, trozos de jabón, recipientes de plástico, botones, prendas, latas… Todos ordenados por tipo y función más que por estética. Al presentarse en el atrio del Museum of Modern Art (MoMA) en 2009, la obra fue descrita como “un monumento humilde al apego, la carencia y la pérdida”.
Lo que vemos no es sólo acumulación, sino que también se trata de una suerte de archivo emocional. Song comenta que su madre le dijo tras la obra: “Ves cómo guardarlo servía, ¿no?” En esos objetos acumulados, él plantea un diálogo con una generación que temía la escasez y con una generación que vive en la abundancia.
Se trata de una exposición que tiene un latido inequívocamente personal, pero que también cuenta con una resonancia social. En múltiples entrevistas y reseñas se señala que muchos visitantes que vivieron la China de los setenta encontraron en el montaje su propia casa: “No es solo tu hogar, es mi hogar también”, decía alguno a Zhao.
Así, el “no tirar nada” se transforma en algo más, en símbolo de supervivencia. Como explica el historiador que estudia la obra, el principio wù jǐn qí yòng era la voz de la austeridad en un país que vivió varias hambrunas y una revolución cultural. Song utiliza ese código para hablar de tiempos de transformación. Al ver objetos viejos alineados en una galería, el espectador es invitado a preguntarse qué guardamos y por qué.
De la acumulación a la catarsis
Lo sorprendente de Waste Not es que no pretende juzgar la acumulación, sino resignificarla. Song explicaba que al colaborar con su madre para ordenar sus objetos dio a ella “un espacio para poner sus recuerdos y su historia en orden”. En ese gesto de “ordenar lo que ella no podía soltar”, el artista convierte un pasado en el que la vida era distinta, cuando coexistían la esperanza y el miedo, en un presente compartido.
Y lo que es más, Waste Not, al exhibir lo que otros desecharon, también se erige como espejo de nuestra cultura de usar‑y‑tirar. Sin olvidar que también se trata de una invitación a reconsiderar lo que valoramos, desde un trozo de jabón a reliquias que incluso pueden ser más viejas que nosotros mismos. Y es que, al fin y al cabo, todos encontramos en Waste Not algo de nosotros.
