IRSE A VIVIR AL CAMPO

El matrimonio que dejó la ciudad y montó una granja orgánica a los 60: “Alejandro Sanz vino y nos dijo que esto es como la Toscana española”

María y Javier se lanzaron a cambiar de vida. (Los Esquites)
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María Franco (60 años) y Javier Arenzana (68 años) habían tenido una casa en el campo en Segovia hace años. “La vendimos cuando nuestras hijas eran adolescentes y siempre nos quedó el gusanillo de encontrar algo en un futuro, porque siempre nos ha gustado mucho el campo”, explican. Ese fue el germen.

Esta pareja, residente en Madrid, siguió con la idea de volver al campo mientras desarrollaba una vida laboral y familiar cien por cien urbanista hasta que una amiga les puso sobre la pista de una parcela en Jarandilla de la Vera (Cáceres). “No conocíamos la zona, pero fuimos y nos enamoramos. El sitio es precioso y la zona tiene un microclima muy particular, mucha agua, un bosque con helechos, roble y musgo… Hay gente que nos dice que le recuerda a zonas de Cantabria”.

De aquel flechazo, en 2017, nació Los Confites una granja orgánica que es mucho más que eso. Aquí se cultivan verduras y frutas sí, pero María y Javier han creado un espacio al que se puede ir a comer -su hija Lucía es cocinera-, a hacer talleres, a pasear y a pasar el día… Y en un futuro, a pasar la noche.

A contracorriente

Cuando decidieron que iban a pasar sus fines de semana montando su sueño en el campo, Javier ya pasaba de los 60 años, una edad en la que muchos piensan en la jubilación. "Llevamos desde el año 2017 trabajando entre semana en Madrid y los fines de semana en Los Confites. Siete días por semana. Algo muy a contracorriente porque, mientras tanto, nuestros amigos se han dedicado a viajar, a jugar al golf…”.

Pero dicen que sarna con gusto no pica y así sucede en el caso de esta pareja. “No queremos llegar al final de nuestra vida diciendo, ‘cuánto me hubiera gustado tener una granja ecológica’. La ilusión vence al miedo cuando se trata de tu proyecto de vida”, cuentan al unísono.

Ahora que todo el mundo se queda boquiabierto cuando llega a Los Confites -“Alejandro Sanz estuvo aquí y nos dijo que esto es como la Toscana española”-, conviene recordar que los inicios siempre son complicados. “Emprender es difícil, tengas la edad que tengas. Cuando empezamos aquí no sabíamos hacer nada y estaba todo por construir. ¡Al principio no teníamos ni baños! Había que vernos bebiendo por el botijo, éramos un cuadro… Eso sí, te pones a trabajar en el campo e inmediatamente dejar de sentirte como un jubilado y te piensas que tienes 27 años otra vez”. 

Emprender, recibir, hacer de todo

Al principio, mientras el huerto ecológico prosperaba, María y Javier ofrecían tablas de embutido y queso a los visitantes que se acercaban a Los Confites. “Lo hacíamos todo nosotros. Si venía una pareja con bebé, yo se lo cogía para que pudieran comer. Había solo una casita y dormíamos allí y recuerdo un día acostarme con un olor a queso tremendo, que era el que almacenábamos para servir a los clientes y pensar… ¿pero qué hemos hecho? Y a continuación, partirnos de risa”, recuerda María. 

Poco a poco, el huerto fue prosperando y convirtiéndose en el corazón de la propuesta. “En verano hacemos catas de hasta 40 variedades de tomates, pero ahora están saliendo acelgas, brócoli, caquis… “. Además, se han ido sumando artesanos con los que hacen talleres de yoga, de coronas de Navidad… “Ofrecemos un plan completo: un taller, una comida, descansar y acabar el día viendo la puesta de sol más bonita del mundo”.

Cuentan con dos casitas dentro de la finca, un antiguo secadero de tabaco y un antiguo secadero de pimientos, que han permitido que Los Confites se haya convertido en un espacio de celebración. “Hacemos bodas. Aquí se casó Verónica Gómez, ganadora de Masterchef y también una pareja que vino a vernos desde Dakota del Norte. Vinieron ellos dos solos y fue una boda no ya íntima, sino superíntima. Les casó el alcalde del pueblo y hubo que buscar traductor para que se enteraran de algo”, cuentan entre risas. 

Promotores de su propio festival 

Dentro del proyecto de Los Confites, un emprendimiento en toda regla, surgen otros ‘microemprendimientos’, como el del Pimentón Fest, un festival que en la primavera de 2025 celebró su tercera edición reuniendo a 2.000 personas en Los Confites. “Fue una iniciativa de María para servir de escaparate a la gente de la zona, para que venga y exponga sus productos. Una especie de escaparate. Pero de repente pensamos, ¿y si además le ponemos un poco de música. Al final este año vinieron Los Secretos a tocar y nos visitaron más de 2.000 personas”.

La fase siguiente del proyecto es la de construir unos alojamientos con los que cerrar el círculo: “Queremos que la gente se pueda quedar a dormir aquí y así terminar de dar forma a la experiencia completa. Cuando ya estén listos, quizá tengamos que dejar esta parte en manos de personas mucho más profesionales que nosotros. Pero siempre seguiremos ahí, como los cuidadores, asegurando que el alma de Los Confites siga ahí”