Las comunidades digitales de fans pueden convertirse en espacios de conexión positiva, pero también generar dinámicas peligrosas
Generación 'Super Pop': así se forjó el fenómeno fan tras la Movida
El fenómeno fan es tan viejo como la música pop. En los años 60 la beatlemania ya provocaba multitudes gritando, colas kilométricas, intentos de tocar a los músicos y una cobertura mediática que convertía la adoración por los ídolos en una forma de espectáculo masivo. Pero hoy las redes sociales han cambiado por completo su alcance e impacto emocional.
El fandom vive ahora en las redes sociales, apps de mensajería, TikTok, foros y plataformas de streaming. Y los gritos y los posters de la 'Super Pop' han sido reemplazados (o amplificados) por notificaciones, hashtags, playlists colaborativas y fan-art virales. No cambian las fuerzas básicas del apego -admiración, identificación, deseo de pertenencia- pero sí lo hacen su ritmo, su escala y sus riesgos.
Conectados 24/7
En su versión digital, las comunidades de seguidores de artistas, series o influencers pueden permanecer conectadas 24/7 y funcionan como redes de apoyo social, en el sentido de que ofrecen compañía, validación emocional y espacios para la creatividad.
Por ejemplo, las 'Swifties', como se conoce popularmente a las fans de Taylor Swift, han construido redes de solidaridad, movilizado recursos para causas y transformado la asistencia a conciertos en movimientos culturales que incluso interesan a académicos y economistas.
Artistas como Bad Bunny han aprovechado formatos digitales para crear experiencias participativas (lanzamientos, drops exclusivos, guiños en redes) que convierten a los fans en actores activos, mientras que en el panorama español cantantes como Aitana y Rosalía demuestran cómo las estrategias digitales y la visibilidad en redes generan prácticas de comunidad locales pero con proyección global.
Así, los adolescentes pueden llegar a identificarse de forma muy intensa con sus referentes, pero también se corre el riesgo de desarrollar idealización o frustración cuando la realidad no coincide con sus expectativas. “El vínculo entre fans y figuras públicas se ha vuelto más directo y emocional. Los jóvenes sienten que conocen a sus ídolos, que forman parte de su vida cotidiana. Esto puede ser positivo, porque refuerza el sentido de pertenencia, pero también peligroso si se convierte en una dependencia afectiva o en una fuente constante de comparación”, explica Carla Álvarez Llaneza psicóloga de Blua de Sanitas.
Relaciones parasociales
Desde la sociología y la comunicación se habla de relaciones parasociales. El concepto clásico, formulado por Horton y Wohl en la década de los 50, habla de vínculos unilaterales en los que una persona siente intimidad o amistad hacia una figura mediática que no le corresponde de manera recíproca. Y es perfectamente aplicable a la realidad digital actual.
Estas relaciones, en el contexto de las redes sociales, pueden llevar a comparaciones dañinas, idealizaciones poco realistas y una dependencia emocional que sustituye o empobrece relaciones reales, según un estudio publicado en ScienceDirect.
Además, “el anonimato y la falta de contacto cara a cara reducen la empatía y facilitan actitudes impulsivas o agresivas. Es más sencillo escribir un comentario hiriente o un mensaje de odio desde una pantalla que asumir las consecuencias de una confrontación directa", advierte Carla Álvarez Llaneza.
Este fenómeno no se limita a adolescentes con baja autoestima o inseguridad previa. “Durante esta etapa, el cerebro está en pleno desarrollo y busca modelos con los que identificarse y construir su identidad. Las redes sociales amplifican ese proceso al ofrecer una exposición continua a figuras públicas y al generar una respuesta inmediata, a través de 'me gusta', comentarios o compartidos, que activa los circuitos de recompensa del cerebro”, explica la experta.
Reconocer esa doble cara de la explosión fan actual es crucial para que los padres sepan acompañar a sus hijos adolescentes en ese proceso. No se trata de prohibir, pero sí de ayudarles a entender lo que sienten, cómo se relacionan y de qué forma influyen las redes en la construcción de su identidad. Los expertos de Blua de Sanitas aconsejan los siguientes pasos:
Fomenta la comunicación abierta
Mantén canales de comunicación abiertos con tu hijo. Interésate genuinamente por sus gustos, los artistas que sigue y las comunidades de fans en las que participa. Esto permite entender su entorno digital y detectar posibles signos de comportamiento obsesivo o comparaciones perjudiciales.
Desarrolla el pensamiento crítico
Ayúdale a discernir la realidad de lo que se presenta en las redes sociales. Explícale que muchas veces se trata de marketing o una imagen idealizada y que no debe compararse con estándares irreales ni entrar en conflictos con otros fans por motivos triviales.
Establecer límites saludables
No se trata de prohibir, sino de establecer horarios equilibrados. Asegúrate de que haya tiempo para actividades como deporte, lectura o la interacción social en persona. La desconexión digital es fundamental para mantener el contacto con el mundo real y desarrollar empatía.
Refuerza su autoestima
Incentiva la valoración personal por quién es, más allá de la validación digital en forma de likes. Celebra sus logros y pasiones en el mundo real. Esto contribuye a su seguridad y reduce la necesidad de buscar constantemente la aprobación online.
Atento a cambios en el comportamiento
Hay que estar atentos a indicadores de alerta como la irritabilidad inusual, aislamiento social o desinterés en actividades que antes disfrutaba. Detectar estos cambios a tiempo es importante, y si la situación empeora, considera buscar apoyo profesional. "Los especialistas en salud mental adolescente y uso digital pueden orientar a las familias y a los jóvenes para que aprendan a manejar las emociones que surgen en su relación con las redes y con las figuras a las que siguen”, finaliza Álvarez Llaneza.

