Hoy, en el Día de la Soledad No Deseada, es momento de mirar con honestidad qué papel pueden jugar los animales de compañía en la vida emocional de las personas mayores. A menudo hablamos de la soledad como un concepto abstracto, pero para millones de mayores, especialmente durante las fiestas y en aquellos periodos del año marcados por la nostalgia, es una situación desgraciadamente muy real. Durante la Navidad, los recuerdos de quienes ya no están, los cambios en las rutinas sociales y las expectativas familiares pueden intensificar esa sensación incómoda de vacío, y es en ese contexto cuando muchos encuentran en perros o gatos un apoyo significativo. La Fundación Affinity señala que el vínculo afectivo con perros y gatos “actúa como un apoyo emocional que acompaña la tristeza y aporta calma, ayudando a sobrellevar esos momentos difíciles sin sustituir el vínculo perdido”. La compañía constante, que no exige explicaciones, y las pequeñas rutinas que generan, como es el caso de pasear o acariciar al animal, ayudan a que la soledad o la nostalgia se vivan con un poco más de serenidad. La idea de que las mascotas ayudan a sentirse menos solos no es solo una impresión subjetiva, sino que existen investigaciones que exploran esta relación, aunque los resultados no siempre sean uniformes. Un análisis de 2022 trató de sintetizar múltiples estudios sobre la relación entre tener una mascota, la soledad y el aislamiento social. En este se incluyeron 24 estudios, y se encontró que en muchos casos la convivencia con una mascota se asociaba con niveles más bajos de aislamiento social en adultos. Respecto a la soledad en sí misma, estudios conducidos después del estallido de la pandemia de COVID‑19 mostraron que la tenencia de mascotas puede contribuir a reducirla, aunque el efecto no fue universal en todas las investigaciones incluidas. Investigaciones más específicas indican que, especialmente en personas mayores que viven solas, la presencia de un animal “puede reducir sentimientos de soledad y ayudar a que la persona mantenga rutinas y actividad, lo que indirectamente favorece su bienestar emocional”. Otros estudios han sugerido que la interacción con animales, como al acariciarlos o pasearlos, puede estimular la producción de neurotransmisores asociados con la calma y la felicidad (por ejemplo, serotonina y dopamina). Esto tiene un impacto directo en la reducción del estrés emocional, un fenómeno observado en personas mayores durante la convivencia con perros o gatos. Además, la ciencia ha encontrado beneficios colaterales de tener mascotas, ya que también se ha vinculado con niveles más altos de actividad física, especialmente en el caso de los perros, al fomentar paseos regulares y movilidad diaria. Es importante recalcar lo que también señalan los expertos, que un animal no sustituye las relaciones humanas ni resuelve completamente la soledad, pero sí aporta un tipo de presencia estable que puede “amortiguar” la sensación de aislamiento. El apoyo de un perro o un gato no reemplaza un vínculo perdido, pero supone una compañía constante y no exigente que muchas personas mayores encuentran reconfortante, especialmente en momentos de duelo o nostalgia. Así, su presencia puede transformar cómo se viven días emocionalmente intensos como las fiestas navideñas. Una de las razones por las que perros y gatos pueden ayudar a mitigar la soledad es que generan rutinas: alimentarlos, pasearlos, cepillarlos o simplemente interactuar con ellos crea un orden diario que da estructura al día. Tener objetivos simples, pero significativos, puede ayudar a moderar el aislamiento y proporcionar una sensación de propósito. Y para muchas personas mayores, el vínculo con un animal de compañía se convierte en una forma de expresar sentimientos que a veces es difícil poner en palabras: cariño, frustración, alegría o cansancio. Estudios sobre relaciones entre humanos y mascotas muestran que hablar con un animal, aunque parezca simbólico, ayuda a procesar emociones y sentirse escuchado de forma no crítica, lo cual tiene beneficios para la salud mental. Además de ayudar con la soledad, tener un animal puede traer beneficios cognitivos y físicos. Investigaciones de cohortes amplias han encontrado que la convivencia con perros o gatos podría asociarse con un ritmo más lento de declive cognitivo en la memoria y otras funciones cerebrales en personas mayores que viven solas, en comparación con quienes no tienen mascota. Entonces, ¿pueden un perro o un gato ayudar a que tu madre, tu padre o tus padres mayores se sientan menos solos? La respuesta, basada en evidencia y en décadas de investigación, es: sí, pueden ser un apoyo valioso. Especialmente en periodos como las fiestas, cuando la ausencia de seres queridos pesa con más fuerza, la presencia calmada y la rutina que genera un animal de compañía puede suavizar la percepción de soledad, aportar calma, fomentar actividad y ofrecer un espacio para la expresión emocional.