Kate Winslet y su defensa de las arrugas: “Es un alivio tener un rostro que se mueve"
“Nunca cederé. Va en contra de mi moral." ha llegado a afirmar la actriz
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Kate Winslet ha decidido que sus arrugas sean noticia. No porque quiera taparlas, sino precisamente porque se niega a hacerlo. A sus 50 años, la actriz británica ha vuelto a poner el cuerpo literalmente en el centro del debate al hablar sin rodeos de cirugía plástica, bótox, rellenos y drogas para adelgazar, y de lo que eso dice de la presión que viven las mujeres tanto dentro, como fuera de Hollywood.
En una reciente conversación en el pódcast Happy Place, de Fearne Cotton, Winslet se define como “feliz” con sus arrugas y reconoce que se siente aliviada de tener “un rostro que se mueve”, algo que para ella es tanto una posición estética como una declaración política: quiere que las mujeres jóvenes vean una cara normal, que gesticula, que se arruga, que no se ha congelado para encajar en un molde imposible.
“Nunca cederé”: por qué rechaza el bisturí
Su postura no es nueva ni improvisada. Lleva años diciendo que no piensa pasar por quirófano para “arreglarse” la cara, y la frase se ha convertido casi en manifiesto: “Nunca cederé. Va en contra de mi moral, de la manera en la que mis padres me educaron y de lo que considero que debe ser una belleza natural. Soy actriz, no quiero que se congele la expresión de mi cara”.
Winslet ha explicado que no se ha hecho bótox ni se ha puesto rellenos, y que le inquieta ver hasta qué punto tantas mujeres, incluidas muchas compañeras de profesión, sienten que tienen que modificar su rostro para seguir siendo aceptadas. Habla de una cultura “caótica” y “devastadora” en la que los retoques estéticos y los medicamentos adelgazantes se convierten en atajos rápidos aunque supongan, según sus propias palabras, “una especie de desprecio por la salud”.
Sin embargo, lo importante de su mensaje es que va mucho más allá del “yo no me he operado”, ya que cuestiona directamente una industria que premia los rostros congelados en el tiempo, pero que luego vende diversidad y autenticidad en los discursos oficiales.
Un frente común de actrices que envejecen a cara descubierta
Winslet no está sola en esta trinchera. En la misma conversación en la que celebra sus arrugas, cita como referentes a Helen Mirren, Toni Collette, Andrea Riseborough o Sigourney Weaver, mujeres que también han decidido envejecer sin someterse a la dictadura del bisturí y cuya presencia en pantalla demuestra que otra estética es posible más allá de los 50.
Y forma parte de una corriente más amplia. En una industria que no deja de producir caras casi idénticas, hay estrellas que se han plantado. No hay que pensar mucho para encontrarse con celebridades de toda índole que rechazan abiertamente la cirugía plástica. Hablamos de iconos como Meryl Streep, Salma Hayek, Pink, Julia Roberts o Jodie Foster, además de la propia Winslet, y son ejemplos perfectos de mujeres que, cada una a su manera, han dicho no a los retoques.
Streep ve la cirugía como un obstáculo para actuar; Roberts insiste en que quiere que sus hijos lean sus emociones en la cara; Foster expresa que ha encontrado paz en envejecer tal cual es; Hayek y Pink reivindican la belleza de las líneas de expresión; y Winslet vuelve a subrayar que, para una actriz, inmovilizar el rostro es casi traicionar su oficio.
En paralelo, cada vez más hay una mayor variedad de perfiles públicos que han ido sumándose a este discurso proenvejecimiento natural. Y no hablamos solo de actrices que afirman que no se han hecho “nada” y que quieren ver hasta dónde llegan sin retoques, sino también de modelos y presentadoras que reivindican el pro-aging, no como resignación, sino como una forma de reconciliarse con el paso del tiempo.
Un rostro que se mueve como acto político
Lo que hace que el caso de Winslet pese tanto no es solo su fama, sino su coherencia. Que la misma mujer que denunció el fat-shaming que sufrió tras Titanic ahora, con 50 años, insista en que las mujeres se vuelven más bellas con la edad, porque el rostro “se sienta mejor sobre la estructura ósea”, importa.
En un momento en el que los filtros de redes sociales borran arrugas a golpe de algoritmo y los fármacos adelgazantes se promocionan casi como complementos de moda, que una actriz de su calibre diga en voz alta que prefiere un “rostro que se mueve” es mucho más que un comentario estético: es una forma de resistencia. Es recordarle a una generación de mujeres (y a la siguiente) que el objetivo no es petrificar la cara para gustar a una cámara, sino poder seguir usándola para reír, llorar, enfadarse y vivir sin miedo al zoom.
