Nieve

Carles Puyol da su primera clase de skimo a Vanesa Lorenzo: "Yo que pensaba que venía a pasear"

Puyol y Vanesa Lorenzo haciendo Skimo. Redacción Uppers
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La escena es muy de pareja que sale a hacer deporte. “Primer día de esquimo con la debutante”, explica Carles Puyol, futbolista retirado y en plena forma, que ya había salido varios días a las montañas con sus esquíes. Su chica, la ex modelo Vanesa Lorenzo, una súper experta en yoga aunque un poco más novata en skimo, contesta con ironía: "Yo que pensaba que venía a pasear".

Ese “esquimo” (también escrito “skimo”) no es postureo de invierno ni una variante cool del esquí de pista. Es, más bien, una forma de entender la montaña en la que la subida forma parte del plan y no es un trámite que te ahorras con un telesilla. Por eso engancha. Y por eso también conviene saber qué estás mirando cuando ves a alguien foquear (subir con pieles) con la misma naturalidad con la que otros piden un café.

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Skimo: ascensión y descenso

Si lo definimos sin romanticismo, la propia guía de los Juegos Olímpicos de Invierno lo deja cristalino: “El esquí de montaña es un deporte que combina la ascensión y el esquí alpino en terrenos montañosos cubiertos de nieve”. La clave está en ese “combina”, por lo que no es solo bajar bien la montaña, sino que también es saber moverte hacia arriba con eficacia… para luego bajar con cabeza.

A nivel de aficionado la cosa requiere de resistencia e intensidad. En cuanto a nivel de competición hay varios formatos distintos y en la Copa del Mundo suelen disputarse cuatro pruebas: esprint, individual, carrera vertical y relevo mixto. El gran salto mediático de este deporte viene dado por su estreno olímpico en 2026, donde tendrá pruebas con medalla en sprint masculino, sprint femenino y relevo mixto. 

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¿Y qué es lo que hace tan hipnótico al skimo para el espectador (y tan exigente para quien lo practica)? Las transiciones. Esa coreografía en la que pasas de subir a bajar, de pieles a cantos, de “respiro” a “ahora toca precisión”. De hecho el sprint es una sucesión de tramos de subida y bajada, y recuerda que entre medias los atletas deben ejecutar esas “transiciones”. En vídeo, esto se entiende rápido: lo que parece una excursión bonita, de repente tiene ritmo de deporte.

Cómo probarlo sin jugar a la ruleta rusa

Aquí va un detalle importante: el skimo puede tener una estética amable, la de recorrer paisajes nevados y en silencio, pero no es un simple paseo ‘y ya’. La montaña en invierno no perdona la improvisación. Si te pica la curiosidad, empieza como empiezan quienes quieren repetir: poco a poco, con aprendizaje y en un entorno controlado.

Una buena puerta de entrada es hacerlo en estaciones o itinerarios sencillos, con salida corta y condiciones previsibles, antes de pensar en rutas largas o terreno complejo. Y, sobre todo, no compres la fantasía de “me adapto sobre la marcha”. En cuanto al equipamiento y los artículos de iniciación para dar los primeros pasos en el esquí de montaña se insiste en lo básico: formación, elección de rutas seguras, priorizar la seguridad (incluida la relacionada con aludes) y evitar salir solo. 

A partir de ahí, lo que te engancha del skimo no es solo el deporte: es la sensación rara de ganarte la bajada. Subes con tu ritmo, te calientas, te concentras, te colocas en un sitio al que no llegarías “esquiando sin más”… y cuando toca descender, el premio no es únicamente la nieve: es la historia que te llevas a casa.

Quizá por eso funcionan tan bien estas escenas domésticas de pareja entrenando. Porque, detrás del clip, hay una idea muy interesante: que la forma física no siempre llega como propósito solemne. A veces llega como plan compartido. Y a veces llega con un ex capitán que te convierte un día de nieve en una clase magistral de cómo se sube (y se baja) una montaña… o la vida.