Guerra

Vuelve la mili a Francia y Alemania, ¿podría regresar también en España?

Alemania plantea recuperar el servicio militar obligatorio: "¿Qué hay de malo en servir a nuestro país?"
Francia y Alemania abogan por el retorno de la mili. Getty Images
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Todo el mundo tiene alguna batallita de la mili: el compañero que hacía guardias medio dormido, el sargento que gritaba más de la cuenta, las duchas heladas de primera hora o aquel “espíritu de cuerpo” que cada uno recuerda a su manera. Para muchos fue un rito de paso; para otros, directamente, un mal trago que incluyó abusos, novatadas y situaciones que hoy serían inaceptables. Parecía un capítulo cerrado para siempre, una pieza más de la España que quedó atrás en 2001.

Pero el mundo ya no es el mismo. La guerra en Ucrania, la tensión global y el rearme generalizado han cambiado las reglas del juego en Europa. Francia y Alemania, dos gigantes del continente, han reabierto un debate que creíamos enterrado: el servicio militar, obligatorio o no, vuelve a estar sobre la mesa. Y con su regreso, surge la pregunta inevitable: si vuelve la mili en media Europa, ¿podría hacerlo también en España?

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Lo que fue y lo que será 

Francia abolió el servicio militar obligatorio en 1996. Ahora, Emmanuel Macron ha decidido transformar el fallido service national universel en un “servicio nacional militar voluntario”, puramente castrense, de 10 meses, para jóvenes mayores de 18 años y con una paga de 800 euros. Los voluntarios cobrarán una paga mensual, recibirán formación, alojamiento y manutención y pasarán después a la reserva. Macron ha insistido en que no se trata de resucitar la conscripción, aunque ha admitido que el Parlamento podría hacerla obligatoria en un escenario de crisis extrema.

En Alemania, la mili se suspendió en 2011, pero la guerra en Ucrania ha cambiado el tono del debate. El gobierno quiere pasar de unos 180.000 soldados a 270.000 y reforzar la reserva, y para ello ha descartado de momento una leva general, pero ha aprobado registrar a todos los varones de 18 años y “sondear” su disponibilidad mediante cartas y formularios; las mujeres podrán presentarse voluntariamente. El plan se basa en incentivos (salarios altos, ventajas formativas) y deja abierta la puerta a una “Bedarfswehrpflicht”, una conscripción “en función de las necesidades” si el modelo voluntario no basta.

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En paralelo, al menos nueve países de la UE, que van de Austria a Finlandia o Suecia, mantienen o han reintroducido el servicio militar obligatorio en los últimos años. El péndulo europeo se mueve claramente hacia una mayor movilización social para la defensa.

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España: un modelo profesional blindado (por ahora)

España suspendió el servicio militar obligatorio mediante la Ley 17/1999 y el Real Decreto 247/2001, que adelantó la fecha de suspensión al 31 de diciembre de 2001. Desde entonces, las Fuerzas Armadas se basan en personal profesional, algo que el propio Ministerio de Defensa reivindica como un cambio estructural.

Jurídicamente, la legislación española contempla la posibilidad de movilizaciones forzosas en caso de guerra o situación de grave riesgo, pero solo como escenario excepcional y no como retorno de la “mili” tal y como se conocía.

A nivel político, el mensaje reciente ha sido muy nítido. La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha repetido en varias ocasiones que “no va a haber servicio militar en España, en absoluto, ni creo que se le haya pasado por la cabeza a nadie”, subrayando que el modelo seguirá siendo el de unas Fuerzas Armadas profesionales. De esta forma, España se desmarca del giro europeo hacia la conscripción y “se mantiene firme” en su esquema profesional.

Qué piensa la sociedad española… y qué escenarios son realistas

La opinión pública está lejos de un consenso. Un estudio de YouGov señalaba en marzo de 2025 que el 42% de los españoles apoyaría un servicio militar obligatorio, con más respaldo entre los mayores y votantes de la derecha radical. Otros análisis cifran en un 36% el apoyo al retorno de un “ejército de leva”, frente a un 54% en Alemania y un 62% en Francia. 

En cualquier caso, las encuestas dibujan un patrón claro: crece el apoyo a aumentar el gasto en defensa, pero la mayoría sigue rechazando resucitar la mili, sobre todo entre los jóvenes. Con estos datos sobre la mesa, el escenario más plausible a corto y medio plazo no es un cuartel llenándose otra vez de reclutas, sino algo mucho más matizado: Más inversión en defensa y reservas, siguiendo la estela europea, pero sin ruptura con el modelo profesional.

Alguna forma de servicio o voluntariado de corte cívico o militar-ligero podría aparecer en el debate, como ya ocurre en Francia o Bélgica, pero sin obligatoriedad general.

¿Podría volver la mili en España? Legalmente, nunca ha desaparecido del todo como opción extrema en caso de guerra,pero políticamente está hoy más cerca del tabú que de la agenda. Mientras Francia y Alemania ensayan fórmulas híbridas, España parece optar por otra vía: reforzar su defensa sin volver a poner a una generación entera “en filas”.