Gatos y olas de calor: cómo afectan las altas temperaturas a tu mascota
La temperatura normal de un gato se suele situar entre 38 a 39,5 grados
Cuando nuestra mascota se hace mayor: "Hay que vigilar que los cambios no sean el indicio de una enfermedad"
Parece que estamos inmersos en una tónica de veranos cada vez más y más calurosos. En estas circunstancias es importante ser conscientes de que los humanos no somos los únicos en sufrir el rigor del calor extremo. Nuestras mascotas también lo pasan mal con este tipo de situaciones, y el mejor ejemplo lo vemos con los gatos, que a pesar de su adaptabilidad, son particularmente vulnerables a las altas temperaturas.
Las olas de calor pueden convertirse en una amenaza seria para su salud y bienestar, incluso dentro del hogar. De esta forma, hay que saber que las altas temperaturas pueden suponer una verdadera amenaza para los gatos y, en casos extremos, pueden llegar a causarles la muerte.
El golpe de calor: un enemigo silencioso
Los gatos no sudan como los humanos. Su capacidad para regular la temperatura corporal es limitada y se basa principalmente en el jadeo, el lamido y la búsqueda de zonas frescas. Cuando estas estrategias no son suficientes, pueden llegar a sufrir un golpe de calor, una condición potencialmente mortal.
Este se produce cuando la temperatura corporal del gato excede los 40 grados. La temperatura normal de un gato se suele situar entre 38 a 39,5 grados. Superar esa cifra implica andarse con ojo.
Los síntomas de golpe de calor en gatos incluyen jadeo o dificultad para respirar; vómitos; diarrea; aumento de la frecuencia cardíaca; convulsiones; babeo excesivo; patas sudorosas; letargo; desorientación; lengua o encías enrojecidas. La Fundación Affinity añade que un gato con golpe de calor puede “ponerse nervioso, empezar a jadear, salivar en exceso, resultar caliente al tacto, temblar, tambalear, vomitar y sus encías pueden aparecer de un color más oscuro e intenso de lo normal”. En los casos más graves, el animal puede llegar a desmayarse o incluso morir.
Los gatos con cara chata (braquicéfalos), los obesos, los geriátricos y aquellos con afecciones cardíacas o respiratorias son los que están más expuestos a este tipo de problemas con la temperatura.
10 formas de proteger a tu gato del calor
Aunque se trata de una situación complicada, la buena noticia es que hay una amplia lista de manera de hacer que el calor sea más llevadero para nuestros amigos gatunos. Además, no se trata de estrategias complicadas de llevar a cabo, o exigentes en su ejecución:
- Agua fresca 24/7: Comprueba regularmente que tenga agua fresca y limpia en su bebedor. Un truco es poner de vez en cuando un cubito de hielo para que se refresque mejor. Si no queremos preocuparnos, la alternativa es usar una fuente para gatos que tenga agua en movimiento continuo.
- Protégele del sol: Tanto si vive en interior como si tiene acceso al exterior, necesita tener un lugar fresco y protegido del sol en el que resguardarse.
- Ambiente interior fresco: Usa ventiladores o aire acondicionado, pero asegúrate de que el aire no le dé directamente al gato.
- Evita el ejercicio en horas de calor: Suspende juegos y salidas al exterior durante las franjas más cálidas del día.
- Zonas frescas para descansar: A menudo los gatos buscan por sí mismos la bañera o el lavabo, pero también puedes ayudarles con mantas refrescantes que sirven para bajar la temperatura corporal unos grados.
- Cepillado frecuente: Ayuda a eliminar pelo muerto y a evitar nudos.
- Recorta su pelo un poco: En gatos de pelo largo, cortar el vello de “axilas y barriga” puede aliviar. Pero deben mantenerse al menos unos 2-3 centímetros para que el pelaje siga actuando como protección térmica y solar.
- Viajar con precaución: Viajar en las horas más frescas del día, hacer pausas y nunca dejar al gato en un coche aparcado son medidas esenciales.
- Toallas húmedas: Mojar al gato con una toalla húmeda desde la cabeza hasta el dorso crea un efecto similar al sudor.
- Reconocer el golpe de calor: Si detectas sus síntomas, enfríalo con agua que no esté demasiado fría, envuelve al gato en toallas mojadas, trasladarlo a una “zona fresca y a la sombra para reducir su temperatura. Además, mide su temperatura corporal por vía rectal cada 10 minutos (el objetivo es bajar su temperatura al menos a 39.5 grados) y acude al veterinario si no lo consigues.
En resumidas cuentas, que los animales, y especialmente los gatos, son sensibles a los cambios de temperatura y las situaciones más extremas del clima. Conviene no perder de vista a nuestra mascota, y habilitar nuestra casa para que puedan descansar sin sufrir de más por las inclemencias del calor.
