100 años del día en que se encendió la televisión por primera vez

Se usó un maniquí para aquella primera retransmisión: Stooky Bill
La Blackberry fue ideada hace 100 años
Hoy se conmemoran cien años de uno de los hitos tecnológicos más decisivos: la primera emisión de televisión que capturó el rostro de un ser humano ante las cámaras. Lo que comenzó como una serie de experimentos mecánicos con cabezas de maniquí se transformó en una revolución cultural que ha acabado cambiando para siempre la forma en que vemos el mundo.
El 2 de octubre de 1925: cuando nació la magia
El ingeniero escocés John Logie Baird es quien figura en la historia como el artífice del primer experimento exitoso de televisión. En su laboratorio de Londres, el 2 de octubre de 1925, logró transmitir una imagen en escala de grises: la cabeza de un muñeco ventrílocuo apodado Stooky Bill. Esa imagen, tenue pero reconocible, se convirtió en la primera emisión televisiva que mezclaba luz y sombra con gradaciones perceptibles.
Pero Baird no se detuvo ahí. Tras ese primer ensayo con el muñeco, “tomó prestado” a un muchacho que trabajaba en una oficina cercana, William Edward Taynton, para verlo en pantalla, convirtiéndolo en la primera persona real retransmitida en televisión.
Las imágenes eran pobres, con solo unas 30 líneas de escaneo vertical y una velocidad de cuadro bajísima, de alrededor de 5 imágenes por segundo, pero aquello marcó el comienzo de la transmisión de rostros humanos hacia una pantalla distante.
El sistema de Baird funcionaba con discos giratorios perforados, basados en la idea del disco de Nipkow, inventado en 1884 por Paul Nipkow. Cada orificio del disco barría una línea de la imagen y convertía la intensidad luminosa en una señal eléctrica. Ese sistema, aunque rudimentario, fue el corazón de los primeros televisores mecánicos.
El uso de un muñeco fue, en parte, una decisión práctica: la imagen de un rostro humano con sus detalles, pliegues y contornos era difícil de reproducir bajo las condiciones lumínicas extremas que exigía el experimento. El muñeco, con facciones mucho más marcadas, soportó igualmente la intensa iluminación y el calor, haciendo más viable la transmisión.
En 1926, Baird llevó su innovación al público: el 26 de enero realizó su primera demostración pública ante miembros de la Royal Institution y periodistas, enviando una imagen en movimiento desde un dispositivo que llamaba “televisor”.

De lo mecánico a lo electrónico
Aunque Baird fue el que dio aquellos primeros pasos, lo cierto es que la televisión mecánica tenía muchas limitaciones: calidad baja, sincronización delicada, iluminación extenuante y dificultad para escalar en potencia o cobertura.
A partir de finales de los años veinte, surgieron inventores que apostaron por sistemas completamente electrónicos. Philo Farnsworth fue uno de ellos: en 1927 transmitió una imagen simple con su cámara “image dissector” y poco después evolucionó hacia transmisiones de rostros humanos en sistemas monolíticos.
Con el tiempo, los tubos de rayos catódicos, circuitos de amplificación y cámaras electrónicas superaron los métodos mecánicos. La transición posibilitó imágenes más estables, mejores resoluciones y una expansión masiva de la televisión como medio de entretenimiento y noticias. Eso sí, Baird siguió trabajando, y el 3 de julio de 1928 hizo una demostración pública de la primera retransmisión en color. Historia.
La huella de aquella primera emisión
Hoy, un siglo después, esa pequeña prueba con Stooky Bill y un individuo desconocido se ve como la chispa inicial de una tecnología que ha redefinido comunicación, cultura y poder mediático. En la era del streaming, las pantallas inteligentes y la televisión bajo demanda, el gesto de Baird representa el comienzo de una transformación global.

El acto de convertir luz en electricidad, dividir una imagen en líneas, codificarla sobre cable o a través del aire y reconstruirla frente a un receptor es un proceso que eleva lo efímero a lo tangible. Aunque su sistema era mecánico y limitado, Baird logró vislumbrar la posibilidad de “ver a distancia” lo que estaba lejos.
La historia de la creación de la televisión no es la de un único genio, sino que es un logro que solo se entiende como una consecución de inventos e inventores, que van desde Nipkow hasta Farnsworth, pasando también por Charles Francis Jenkins, quien en 1925 transmitió imágenes silueteadas por radio bajo el término “radiovision”.
El ABC tecnológico del siglo XX adoptó ese experimento en los laboratorios de Baird como punto de partida: desde exposiciones mecánicas, pasando por emisiones experimentales, hasta instalaciones de radiodifusión pública. Esa evolución permitió que en pocas décadas el televisor sea un dispositivo central en millones de hogares.
Que hoy podamos ver noticias en vivo, hablar con alguien al otro lado del mundo y disfrutar de producciones cinematográficas televisadas se debe a aquel momento del 2 de octubre de 1925, cuando una figura en blanco y negro parpadeó en un aparato primitivo. En ese cruce entre destellos eléctricos y aspiración humana nació la televisión. El carácter experimental, precario y frágil de esa primera emisión contrastaba con su potencia simbólica: transmitir presencia, imagen y vida a distancia. Cien años después, celebramos no solo un invento técnico, sino el inicio de una nueva forma de ver y ser vistos.

