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Cuando pensamos en una conducta de maltrato, todos nos imaginamos golpes, insultos, humillaciones o control, pero siempre cara a cara. Sin embargo, las relaciones de pareja también se desarrollan en las redes sociales y a través de las aplicaciones de mensajería. ¿Hay una cara del maltrato que ignoramos y que normalizamos porque tiene lugar en WhatsApp? La respuesta es tajante: sí.
A través de WhatsApp tienen lugar muchas conductas de maltrato. Identificarlas no es fácil ya que, al ser por escrito, no apreciamos el tono con el que se dicen las cosas. Si bien esto es cierto, da igual el tono cuando están faltándote al respeto.
También es habitual que quitemos importancia al maltrato por WhatsApp porque “no es la vida real”. Error. Lo que pasa en tu móvil es parte de tu vida real porque afecta a tu salud mental. Un mensaje dañino o un audio manipulándote puede hacer tanto daño como un tortazo.
No podemos volver la cara al maltrato, independientemente de dónde se produzca. Es importante identificar todas las dinámicas abusivas que tienen lugar en el chat de WhatsApp para que las víctimas puedan alejarse del maltratador, y para que quienes están maltratando sepan que su comportamiento no es normal, no es sano, no es amor. Pero, ¿cuáles son las conductas de maltrato a través de WhatsApp?
Son las once de la noche y estás hablando con tu mejor amiga o revisando una conversación de la universidad para saber la fecha de los exámenes. De repente, tu novio te escribe: “¿Qué haces? ¿Con quién hablas? ¿Estás en línea y no me escribes?”. La ansiedad recorre tu cuerpo. Sientes que has hecho algo mal, pero no es cierto. Tienes derecho a conectarte a WhatsApp cuando quieras sin necesidad de escribir específicamente a tu pareja.
Si tardas más de la cuenta en responder, llega el drama, especialmente si estás en línea. Tu pareja te exige una respuesta inmediata, algo muy injusto ya que tienes derecho a reflexionar antes de enviar un mensaje, a no estar pendiente de WhatsApp o a hablar con otras personas y tardar un poquito en responderle.
De repente, tu pareja se cabrea. No sabes muy bien qué has hecho mal, pero para él es una cosa gravísima. Quizá estabas en línea y no respondiste. Quizá estabas hablando con otra persona. ¿Su reacción? Ignorarte para que sientas culpabilidad por haber hecho algo mal, miedo a perderle y ansiedad ante la idea de una posible discusión.
Una forma extrema del castigo del silencio es bloquear, cortando toda oportunidad de contacto. Al bloquearte, genera en ti un estado de incertidumbre muy angustioso. Cuando te desbloquea, te sientes tan agradecida que olvidas todo el maltrato.
Si no cedes a su manipulación, llega el acoso en forma de explosiones de mensajes contradictorios. Tan pronto te escribe una parrafada diciéndote que eres lo mejor que le ha pasado en la vida y que no quiere perderte, como te manda quince mensajes llamándote “zorra”, “desagradecida” o diciendo que “nadie te va a querer como él”. Ojalá esto último sea cierto, porque no te mereces un amor tóxico.
A menudo, tu pareja te manda mensajes para saber con quién estás o qué ropa te has puesto. Quiere controlarte, aunque él diga que lo hace porque se preocupa por ti.
A veces no le basta con preguntarte dónde está, quiere comprobarlo, así que te exige que le envíes tu ubicación para demostrarle que confías en él y que no le estás engañando. Estas pruebas de confianza no son sinónimo de amor, de fidelidad o de lealtad, son maltrato.
Cuando algo te parece mal porque ha sobrepasado un límite o ha herido tus sentimientos, se lo dices, pero le da la vuelta a la tortilla y niega todo. “Son imaginaciones tuyas”, “eso no lo dije así”, “interpretaste eso mal porque estás paranoica y quieres bronca”… Da igual que te insultase, porque para él no es para tanto y todo es culpa tuya. Esta forma de manipulación se conoce como luz de gas y tiene como objetivo culpabilizar a la víctima y hacerle dudar de lo que ha vivido.
A ti no te apetece, pero empieza a presionarte para que habléis de sexo o para que le mandes fotografías íntimas. Sus exigencias aumentan progresivamente: primero un párrafo contándole lo que te gustaría hacer con él, luego una foto en la que no se te vea la cara, después una foto en la que sí se te vea la cara, después un vídeo… Y en todo momento, tú te sientes incómoda. No es divertido, es abuso.
Te ha amenazado con compartir conversaciones o fotografías tuyas con otras personas, sean éstas de carácter sexual o no. A veces simplemente son mensajes sobre temas privados, pero tu pareja te hace sentir miedo ante la idea de que puedan difundirse.
Infografía de la imagen de portada inspirada en 'Radiografías de WhatsApp', un proyecto de María Esclapez.