Virginia tenía 12 años cuando comenzó a arrancarse el pelo en épocas de estrés. Lo hacía sin darse cuenta, “como quien se muerde las uñas y no puede parar”, comparte con Yasss la joven de ahora 24 años. Y sin darse cuenta, ese hábito le pasó factura.
“Con catorce años tuve la primera calva por arrancarme el pelo. Era en la parte de atrás y no se veía si lo llevaba suelto, pero mi madre se dio cuenta. No le dije que me la había provocado yo porque me sentía ridícula”, recuerda.
Virginia, que desde pequeña ha tenido dificultades para gestionar la ansiedad, decidió comenzar la terapia con 21 años. Es ahí donde salió a la luz su hábito de arrancarse el pelo, “y con el simple hecho de contarlo a alguien me sentí mucho mejor”, explica. “La terapia me dio el valor para contárselo a mi novio y a algunos amigos muy cercanos”, añade, “y pensaba que era algo rarísimo, pero me he dado cuenta de que no, que le pasa a más gente”.
Como ella misma reflexiona, su problema es mucho más común de lo que pensaba cuando era adolescente. Sin embargo, las personas que lo sufren tienden a ocultarlo por vergüenza. ¿El primer paso para derribar al tabú? Conocer información sobre la tricotilomanía, el nombre de esta afección psicológica.
La tricotilomanía es un problema psicológico y dermatológico que se caracteriza por una necesidad compulsiva de arrancarse el pelo, lo que puede generar pérdida de densidad capilar, zonas de alopecia o calvas, y también lesiones en casos extremos. También pueden darse obstrucciones intestinales ya que algunas personas además de arrancarse el pelo, lo ingieren.
La pérdida de densidad capilar puede ser muy leve y en zonas poco visibles, como era el caso de Virginia, o grave y notable, por ejemplo, en la zona del flequillo, en las cejas o en las pestañas. En cualquier caso, las personas con tricotilomanía suelen sentir mucha vergüenza y su autoestima se resiente poco a poco.
Esta vergüenza aumenta la tensión y la tensión suele provocar nuevos episodios de tricotilomanía. En otras palabras, es muy angustioso vivir ocultándote, y esa ansiedad acaba exteriorizándose en la conducta de arrancarte el pelo.
La causa de la tricotilomanía no se conoce en la actualidad, pero hay diferentes hipótesis:
A la hora de explicar la tricotilomanía, también influye la edad, y es que es un problema especialmente común durante la adolescencia. Suele comenzar a los 12 años y aunque en la mayoría de personas el hábito acaba desapareciendo, otras lo sufren durante la edad adulta –concretamente, la Asociación Americana de Psiquiatría indica que la tricotilomanía afecta a hasta el 3% de la población, lo que en España supondría 1,4 millones de personas–.
Si sufres tricotilomanía, deja la vergüenza de lado y acude a un profesional de la salud mental. Aunque lleves conviviendo con esta condición años, hay diferentes terapias psicológicas que pueden ayudarte. Las más utilizadas son:
En cualquier caso, habla con el profesional sin tapujos. Cuéntale todos los síntomas, aunque a priori no parezcan tener relación con el hábito de arrancarte el pelo, así como cualquier información importante (cambios recientes en tu vida, eventos traumáticos, si tomas algún medicamento…).