¿Pasar el plato al camarero? Podría decir mucho sobre el carácter de una persona
Enrico Galiano, profesor italiano, trabajó como camarero durante once años y asegura que las personas se dividen en dos perfiles: los que pasan el plato y los que no
El trato que una persona expresa hacia aquellos que trabajan de cara al público puede denotar su educación, empatía y humildad
En la restauración faltan 100.000 empleados, ¿por qué?
Un gesto que muchos hacen de manera natural, pero muchos otros no, y que, según el profesor y escritor italiano Enrico Galiano, define si alguien es buena persona: se trata de un movimiento tan sencillo como pasar el plato al camarero cuando está recogiendo la mesa para facilitarle el trabajo.
Este profesor de Historia y Geografía trabajó como camarero durante once años, en los que pasó muchas horas de cara al público, lo que le permitió analizar de primera mano el comportamiento de las personas en situaciones que los que se dedican a esta profesión viven diariamente.
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Así concluyó que, en resumidas cuentas, las personas se dividen en dos perfiles: los que pasan el plato y los que no. "Los que te pasan el plato son los que te ven, se dan cuenta que estás ahí, normalmente incluso dan las gracias, como si les estuvieran haciendo un favor" explica Galiano.
Y define lo es ser una buena persona en el contexto de la restauración: "Son personas con humildad, reconocen tu dignidad, no tratan al camarero como a un siervo", un carácter que, según su larga experiencia, coincide con aquellas personas que se vuelcan con pequeños gestos para hacer del trabajo del camarero una tarea más sencilla.
Además, Enrico Galiano añade un detalle más: estas personas "saben cuanta suerte hay en estar sentados ahí comiendo y disfrutando".
Y no sólo es una cuestión de colaborar en la retirada de la vajilla de la mesa, es una cuestión general del trato que una persona expresa hacia aquellos que trabajan de cara al público lo que puede denotar su educación, empatía y humildad, tres elementos que contribuyen en la construcción de lo socialmente entendido como "ser buena persona".
Otros aspectos que, en el mundo de la hostelería, se consideran de mala educación por parte del cliente son pedir las cosas a cuentagotas, caprichos injustificados, no presentarse a una reserva o exceder la confianza de los empleados.
"¿Podría ser sin cebolla?" Muchos camareros detestan que los comensales pidan cambios importantes en la composición de un plato puesto que, en cocina, puede implicar una inversión de tiempo y esfuerzos mucho mayor de lo que supone el cliente, y más si es por puro capricho.
Así mismo, las personas que se dedican a pedir las cosas una a una en vez de hacer la comanda entera del tirón no suelen despertar muchas simpatías entre los trabajadores del sector, que preferirían ahorrarse los repetidos paseos entre la barra y la mesa, un valioso tiempo que podrían haber invertido en agilizar la atención al resto de clientes.
Pero si hay un perfil que molesta especialmente en un bar o restaurante es ese cliente que no conoce sus límites con la bebida, lo que alborota el orden de la sala y carga sobre el camarero una responsabilidad que no le corresponde. Si alguno de estos se junta en el mismo local con un niño correteando entre las mesas mientras sus padres disfrutan ajenos al follón, es posible que se hayan juntado los ingredientes necesarios para hundirle el día al que les tenga que atender.
Una vez cumplidas todas estas normas básicas de convivencia, si además esos comensales que pasan los platos, muestran educación y respetan las reglas del local dejaran alguna propina, seguramente se coronarían como el cliente perfecto.